24 de Marzo: Contexto, Violencia y Memoria Completa en Argentina – La Verdad Oculta
La memoria colectiva, a menudo presentada como un faro de verdad, puede ser un terreno fértil para la manipulación y la omisión. En Argentina, el 24 de marzo, fecha que conmemora el inicio de la última dictadura cívico-militar, se ha convertido en un ejemplo paradigmático de cómo la historia puede ser selectivamente construida, silenciando voces y contextos cruciales. Este artículo busca desentrañar las complejidades de ese período, explorando la violencia política que lo precedió, las acciones de los grupos guerrilleros de izquierda, la respuesta estatal y la construcción de un relato oficial que, a menudo, ignora la totalidad de las víctimas. Nos adentraremos en un análisis crítico de la memoria y la historia, buscando una comprensión más completa y matizada de un pasado doloroso.
La Construcción de la Memoria Selectiva: Un Relato Incompleto
La narrativa dominante en torno al 24 de marzo tiende a enfocarse exclusivamente en las violaciones a los derechos humanos cometidas por la dictadura, presentando a las víctimas como un grupo homogéneo y a los perpetradores como una entidad monolítica. Esta simplificación omite el contexto histórico previo, la escalada de violencia política que caracterizó la década de 1970 y la responsabilidad de diversos actores en la generación de un clima de confrontación. La ponderación de la memoria sobre la historia, como se menciona en el texto original, implica una elección deliberada de qué recordar y qué olvidar, lo que inevitablemente distorsiona la verdad y perpetúa una visión parcial del pasado.
La construcción de un estándar de víctima, donde algunas vidas se consideran más valiosas que otras, es una práctica común en la manipulación de la memoria. En el caso argentino, esta jerarquización ha llevado a la invisibilización de las víctimas de la violencia guerrillera, cuyas muertes y sufrimientos han sido sistemáticamente minimizados o ignorados. Esta omisión no solo es injusta para las víctimas y sus familias, sino que también impide una comprensión integral de la complejidad del conflicto y sus causas profundas.
Los Años 70 en Argentina: Un Caldo de Cultivo para la Violencia
La década de 1970 fue un período de profunda agitación social y política en Argentina. La polarización ideológica, la crisis económica, la inestabilidad política y la influencia de modelos revolucionarios extranjeros crearon un ambiente propicio para el surgimiento de grupos guerrilleros de izquierda y la radicalización de la derecha. El peronismo, con su propia dinámica interna y sus contradicciones, también contribuyó a la exacerbación de las tensiones sociales. Es crucial entender que el golpe de 1976 no fue un evento aislado, sino la culminación de un proceso de deterioro institucional y de escalada de violencia que se había gestado durante años.
La violencia política no se limitó a enfrentamientos entre guerrilleros y fuerzas de seguridad. También se manifestó en atentados, secuestros, asesinatos y actos de terrorismo perpetrados por ambos lados del espectro ideológico. La sociedad argentina, profundamente dividida, se vio atrapada en un espiral de violencia que dejó una profunda cicatriz en la memoria colectiva. La normalización de la violencia, la impunidad y la falta de diálogo contribuyeron a la erosión del Estado de Derecho y a la creación de un clima de miedo y desconfianza.
La Violencia Guerrillera de Izquierda: Ideología y Prácticas
Las organizaciones guerrilleras de izquierda, como el ERP, el FAR y Montoneros, se inspiraron en modelos revolucionarios como el castrismo y el maoísmo. Su objetivo era derrocar al gobierno constitucional y establecer un régimen socialista a través de la lucha armada. Para lograr este fin, recurrieron a tácticas terroristas, como el secuestro de empresarios, la colocación de bombas y el asesinato de personas consideradas "enemigos del pueblo". Estas acciones, justificadas en nombre de la revolución, causaron un gran sufrimiento a la sociedad argentina y contribuyeron a la polarización política.
La ideología de estos grupos se caracterizaba por un profundo desprecio por la democracia y los derechos humanos. Consideraban que la violencia era un medio legítimo para alcanzar sus fines y que las víctimas eran "colaboradores de la dictadura" o "agentes del imperialismo". Esta justificación moral de la violencia les permitió cometer atrocidades sin sentir remordimientos. La formación en "tiranías castro-comunistas", como se señala en el texto original, reforzó esta visión radical y autoritaria.
Es importante destacar que la mayoría de la población argentina no simpatizaba con los ideales subversivos de estos grupos. De hecho, muchos ciudadanos fueron víctimas de sus acciones delictivas y se sintieron amenazados por su violencia. El apoyo popular a la lucha armada fue limitado y, en muchos casos, se basó en el miedo o la coerción.
La Respuesta Estatal y los Grupos Paraestatales
La respuesta del Estado a la violencia guerrillera fue, en muchos casos, represiva e ilegal. Durante el gobierno peronista de 1973-1976, se toleró, por acción u omisión, la existencia de grupos paraestatales, como la Triple A, que se dedicaron a combatir a la oposición política y a los grupos guerrilleros. Estos grupos, operando con el apoyo tácito de las autoridades, cometieron graves violaciones a los derechos humanos, incluyendo secuestros, torturas y asesinatos. El "Operativo Independencia", mencionado en el texto original, es un ejemplo de esta escalada de violencia estatal.
La impunidad de estos grupos paraestatales contribuyó a la creación de un clima de lawlessness y a la normalización de la violencia. La falta de investigación y sanción de los responsables de estos crímenes alentó a otros actores a cometer abusos similares. La escalada de violencia estatal sentó las bases para la posterior dictadura cívico-militar y sus sistemáticas violaciones a los derechos humanos.
La Dictadura Cívico-Militar: Sistematización de la Represión
El golpe de Estado de 1976 marcó un punto de inflexión en la historia argentina. La dictadura cívico-militar instauró un régimen de terror y represión sistemática, cuyo objetivo era eliminar a la oposición política y a cualquier persona considerada "subversiva". Se establecieron centros clandestinos de detención, donde miles de personas fueron torturadas, desaparecidas y asesinadas. La violación de los derechos humanos se convirtió en una práctica institucionalizada.
Si bien la dictadura profundizó y sistematizó la represión ilegal, es importante recordar que esta práctica había comenzado antes, durante el gobierno peronista de 1973-1976. La dictadura se aprovechó de la escalada de violencia previa y de la impunidad de los grupos paraestatales para justificar sus propias acciones represivas. La casta política que gobernó durante ese interludio democrático, como se señala en el texto original, tiene una responsabilidad histórica en el ensangramiento del país.
El Silencio Sobre las Víctimas de la Guerrilla
Uno de los aspectos más problemáticos de la memoria colectiva en Argentina es el silencio sobre las víctimas de la violencia guerrillera. Durante muchos años, estas víctimas fueron invisibilizadas por un relato oficial que se centró exclusivamente en las violaciones a los derechos humanos cometidas por la dictadura. Este silencio ha causado un profundo dolor a las familias de las víctimas y ha impedido una comprensión completa de la complejidad del conflicto.
Es fundamental reconocer que todas las víctimas de la violencia política merecen justicia y reparación, independientemente de su ideología o de las circunstancias de su muerte. La construcción de una memoria inclusiva y plural, que reconozca el sufrimiento de todas las víctimas, es esencial para la reconciliación nacional y la construcción de un futuro más justo y democrático.
“La memoria es frágil y selectiva. Es un constructo social que está sujeto a la manipulación y la omisión. Es crucial analizar críticamente la memoria colectiva para desentrañar las verdades ocultas y construir una comprensión más completa del pasado.”
Fuente: https://derechadiario.com.ar/opinion/memoria-selectiva-historia-que-no-quieren-contar
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