Dolor crónico: La conexión entre el dolor y las emociones reprimidas

El dolor crónico, un enemigo silencioso que afecta a millones en todo el mundo, no es solo una sensación física, sino también una carga emocional que a menudo se pasa por alto. En este artículo, exploraremos la estrecha relación entre el dolor crónico y las emociones no expresadas, y su impacto en la intensidad del dolor y la capacidad de sobrellevarlo.

El dolor crónico: un enemigo silencioso

El dolor crónico, que afecta a más del 20 % de la población mundial, puede tener múltiples causas, desde enfermedades autoinmunes como el lupus o la fibromialgia hasta lesiones mal curadas o problemas del sistema nervioso. Sin embargo, estudios recientes han demostrado que el dolor físico y emocional están profundamente relacionados, y a menudo uno no puede entenderse sin el otro.

Las emociones no expresadas: ¿qué tienen que ver con el dolor?

Para comprender la relación entre el dolor y las emociones no expresadas, debemos examinar cómo se conectan nuestro cuerpo y nuestra mente. A lo largo de nuestras vidas, todos experimentamos emociones intensas como tristeza, ira o miedo. Cuando estas emociones se reprimen y no se expresan de manera saludable, nuestro cuerpo puede comenzar a manifestar síntomas físicos, como el dolor.

Durante años, la psicología ha investigado cómo las emociones mal gestionadas pueden "quedar atrapadas" en el cuerpo. Estas emociones no expresadas, como el miedo, la ira o la tristeza, pueden crear tensiones musculares, aumentar la inflamación y amplificar la percepción del dolor. Esencialmente, cuando guardamos esas emociones dentro de nosotros, no desaparecen, sino que se transforman en estrés acumulado que impacta directamente en nuestra salud física.

El estrés y el ciclo del dolor

El estrés es un punto crucial en esta conexión. Cuando experimentamos emociones intensas sin procesarlas adecuadamente, nuestro cuerpo responde entrando en un estado de "alerta". El sistema nervioso simpático, responsable de la respuesta de lucha o huida, permanece constantemente activado, lo que lleva a una liberación continua de cortisol, la hormona del estrés, que tiene un efecto inflamatorio en nuestro cuerpo.

La inflamación es un factor clave en el dolor crónico. Ya sea que una persona sufra de artritis, migrañas crónicas, dolores musculares o enfermedades autoinmunes, el aumento de la inflamación como resultado del estrés emocional puede intensificar estos síntomas. A su vez, el dolor crónico genera más estrés, creando un ciclo de retroalimentación.

El papel del cerebro: neuroplasticidad y dolor

El cerebro no solo interpreta las señales de dolor, sino que también es responsable de cómo las percibimos.

Estudios recientes han demostrado que en personas con dolor crónico, el cerebro puede cambiar su forma de procesar el dolor a través de la neuroplasticidad. En términos simples, la neuroplasticidad es la capacidad del cerebro para reorganizarse y adaptarse a las experiencias. En el caso del dolor crónico, el cerebro puede "aprender" a sentir dolor de manera más intensa debido a la exposición prolongada a situaciones de estrés emocional que no se han gestionado.

El dolor ya no es una respuesta a una lesión física, sino que se convierte en una parte integral de la percepción diaria de la persona.

¿Cómo liberar esas emociones atrapadas?

Existen diversas estrategias para liberar estas emociones atrapadas y, con el tiempo, reducir la intensidad del dolor.

Terapia psicológica

La terapia cognitivo-conductual ha demostrado ser particularmente efectiva para las personas que sufren de dolor crónico. Esta forma de terapia ayuda a identificar patrones de pensamiento negativos o emociones no gestionadas que pueden estar contribuyendo al dolor, y proporciona técnicas para cambiar estos patrones.

Mindfulness y meditación

El mindfulness es una técnica que permite a las personas estar más conectadas con el presente y sus emociones, sin juzgarlas ni reprimirlas. Practicar mindfulness y meditación con regularidad reduce significativamente los niveles de estrés y ayuda a procesar emociones mal gestionadas, lo que a su vez disminuye la percepción del dolor.

Movimiento y ejercicio

Aunque parezca contradictorio, el ejercicio moderado es una herramienta efectiva para combatir el dolor crónico. El movimiento no solo libera endorfinas (los analgésicos naturales del cuerpo), sino que también ayuda a liberar tensiones físicas y emocionales que pueden estar agravando el dolor. Además, actividades como el yoga o el tai chi combinan el movimiento con la atención plena, lo que las convierte en herramientas poderosas para el manejo del dolor.

Expresión emocional a través del arte

A veces, poner palabras a nuestras emociones no es suficiente. El arte, ya sea en forma de escritura, pintura, música o cualquier otra actividad creativa, ofrece una vía alternativa para expresar lo que sentimos. Muchas personas que viven con dolor crónico encuentran alivio al poder canalizar sus emociones no gestionadas a través de medios artísticos, liberando así parte de esa carga emocional.

La importancia de pedir ayuda

Uno de los desafíos más importantes para las personas que viven con dolor crónico es el estigma. Muchos sienten que su dolor no es comprendido por otros o que deberían poder "superarlo" por sí mismos. Sin embargo, el dolor crónico es real, tanto en su dimensión física como emocional, y pedir ayuda es un paso crucial.

Hablar de las emociones puede marcar la diferencia en la experiencia del dolor crónico y permitir que las personas encuentren apoyo y comprensión en su viaje.

Fuente: https://www.muyinteresante.com/salud/dolor-cronico-y-emociones-reprimidas.html