Bariloche: Rescate y Reforma Artesanal de una Casa Familiar con Encanto y Sostenibilidad

En el corazón de San Carlos de Bariloche, entre mallines y la sombra protectora del cerro, se alza una casa que es mucho más que una vivienda. Es un testimonio de amor, perseverancia y un profundo respeto por el pasado. La historia de Mora Barber y su esposo es la de muchos que regresan a sus raíces, pero con una visión particular: la de rescatar un legado familiar que parecía condenado a desaparecer. Lejos de optar por la demolición, eligieron un camino arduo, pero infinitamente más gratificante: una reforma artesanal que no solo salvó una casa, sino que la transformó en un espacio único, lleno de vida y significado. Este artículo explora en detalle el proceso de restauración, las decisiones de diseño, los desafíos superados y la filosofía que impulsó este proyecto excepcional.

Índice

El Retorno y el Desafío Inicial: Una Casa en Peligro

Después de años de vivir en el extranjero, Mora Barber se encontró frente a una realidad que la conmovió profundamente. La casa de su infancia, adquirida junto a su esposo décadas atrás, mostraba signos evidentes de deterioro. La humedad, los problemas de cimentación y el paso del tiempo habían afectado seriamente la estructura, llevando a muchos a recomendar su demolición. Sin embargo, para Mora, la idea de perder esa conexión con su historia familiar era inaceptable. La casa no era simplemente un conjunto de paredes y techos; era un depósito de recuerdos, un vínculo con sus antepasados y un símbolo de su identidad. La decisión de restaurar la vivienda fue, por lo tanto, una elección emocional y visceral, impulsada por un deseo profundo de preservar su patrimonio.

El terreno, ubicado sobre un mallín atravesado por vertientes del cerro, presentaba desafíos adicionales. La presencia constante de agua erosionaba los cimientos y exacerbaba los problemas de humedad. La tarea inicial consistió en un exhaustivo análisis de la situación, con la colaboración del ingeniero Guillermo Cattaneo. Juntos, diseñaron un plan de drenaje para controlar el flujo de agua y estabilizar el terreno. Este proceso fue crucial para sentar las bases de la restauración y garantizar la seguridad de la estructura. La intervención no se limitó a la reparación de daños visibles; se trató de abordar las causas subyacentes de los problemas, asegurando así la longevidad de la vivienda.

La Renovación Artesanal: Respeto por los Materiales Originales

Una vez estabilizada la estructura, comenzó la fase de renovación propiamente dicha. Mora, con su formación en restauración, adoptó un enfoque artesanal que priorizaba el respeto por los materiales originales. Cada piedra, cada viga de madera, cada elemento recuperado fue cuidadosamente analizado y reutilizado en el proyecto. Esta filosofía no solo redujo el impacto ambiental de la obra, sino que también le otorgó a la casa un carácter único y auténtico. La idea era no construir una casa nueva, sino revitalizar una existente, preservando su esencia y su historia.

El proceso de consolidación fue meticuloso y progresivo, ambiente por ambiente. Se reforzaron los cimientos, se repararon las paredes y se reemplazaron las tejas dañadas. Sin embargo, en lugar de utilizar materiales modernos, se optó por aquellos que eran similares a los originales, tanto en apariencia como en propiedades. La madera recuperada de otras construcciones se utilizó para crear nuevos elementos estructurales y decorativos, mientras que las piedras extraídas del terreno se incorporaron a los muros y caminos del jardín. Esta atención al detalle y la búsqueda de la autenticidad fueron fundamentales para lograr un resultado armonioso y coherente.

Diseño Interior: Nobleza de Materiales y Objetos con Historia

El diseño interior de la casa fue concebido como una extensión de la filosofía de restauración. Mora combinó materiales nobles como la piedra, la madera y el hierro con objetos recuperados en sus viajes y piezas de arte contemporáneo. El objetivo era crear un espacio que fuera a la vez rústico y moderno, acogedor y sofisticado. La piedra, presente en los muros y chimeneas, aportaba calidez y textura, mientras que la madera, utilizada en los pisos y techos, creaba una atmósfera natural y relajante. El hierro, empleado en las barandillas y lámparas, añadía un toque de elegancia y contraste.

Los objetos recuperados, cuidadosamente seleccionados a lo largo de los años, contaban historias y evocaban recuerdos. Muebles antiguos, alfombras persas, cerámicas artesanales y fotografías familiares se integraron al diseño, creando un ambiente personal y lleno de significado. Las piezas de arte contemporáneo, por su parte, aportaban un toque de modernidad y frescura, equilibrando la rusticidad de los materiales originales. La combinación de elementos antiguos y nuevos, de lo local y lo global, reflejaba la personalidad de Mora y su esposo, así como su visión del mundo.

Transformaciones Clave: Del Altillo al Taller de Arte

Entre las transformaciones más significativas de la casa, destaca la conversión del antiguo altillo en un dormitorio principal con vista al lago. Este espacio, que antes era oscuro y poco aprovechado, se convirtió en un santuario personal de descanso y meditación. La luz natural, que ingresaba a través de grandes ventanales, inundaba la habitación, creando una atmósfera serena y relajante. La decoración, minimalista y elegante, se centraba en la comodidad y la funcionalidad. Una cama de madera maciza, un sillón de lectura y una pequeña mesa auxiliar eran los únicos elementos presentes, permitiendo que la vista al lago fuera la verdadera protagonista.

En planta baja, la cocina se integró como núcleo central del hogar. Se eliminaron las paredes que la separaban del comedor, creando un espacio amplio y luminoso. Una isla multifuncional, construida con materiales reciclados, se convirtió en el punto de encuentro de la familia. El mobiliario, también hecho con materiales reciclados, era práctico y funcional. Un techo bajo de maderas recuperadas se instaló para facilitar la iluminación y crear una atmósfera acogedora. La cocina, más que un simple lugar para cocinar, se convirtió en un espacio de convivencia y compartir.

La ampliación más reciente fue un módulo moderno revestido en chapa negra, adosado a la cocina. Este espacio, que inicialmente se pensó como quincho, se transformó en un taller de arte para Mora. Con estructura independiente y materiales más industriales, el taller reflejaba la versatilidad de la intervención, sin alterar la estética de la casa original. La chapa negra, un material resistente y duradero, contrastaba con la piedra y la madera de la casa, creando un juego de texturas y colores interesante. El taller, un espacio creativo y funcional, se convirtió en el refugio de Mora, donde podía dar rienda suelta a su imaginación y pasión por el arte.

Un Proyecto de Bajo Impacto y Conexión con el Entorno

El proyecto de restauración de la casa de Mora Barber no solo logró rescatar una vivienda con valor afectivo, sino que también materializó una obra de bajo impacto, respetuosa del entorno natural y construida con recursos locales. La utilización de materiales reciclados, la reutilización de elementos originales y la minimización de residuos fueron algunas de las estrategias adoptadas para reducir la huella ecológica de la obra. Además, se priorizó la contratación de mano de obra local, generando empleo y fortaleciendo la economía de la comunidad.

La casa se integra armoniosamente al paisaje circundante, respetando la topografía del terreno y la vegetación existente. Los jardines, diseñados con plantas nativas, atraen a aves y mariposas, creando un ecosistema vibrante y diverso. La orientación de la casa, cuidadosamente estudiada, aprovecha al máximo la luz solar y la ventilación natural, reduciendo la necesidad de utilizar sistemas de calefacción y refrigeración artificiales. En definitiva, la casa es un ejemplo de arquitectura sostenible, que busca minimizar su impacto ambiental y maximizar su conexión con la naturaleza.

Una Casa Viva y en Constante Evolución

Hoy, la casa de Mora Barber se mantiene viva y en evolución, con permanentes adaptaciones, visitas de sus hijos y nuevas ideas que siguen surgiendo. El proceso de restauración no fue un acto aislado, sino el inicio de un camino continuo de mejora y transformación. La casa es un reflejo de la vida de sus habitantes, un espacio que se adapta a sus necesidades y deseos cambiantes. Cada objeto, cada mueble, cada detalle cuenta una historia y evoca un recuerdo.

La casa es un lugar de encuentro, de celebración y de reflexión. Es un espacio donde la familia se reúne para compartir momentos especiales, donde los amigos son bienvenidos y donde la creatividad fluye libremente. Es un refugio del mundo exterior, un oasis de paz y tranquilidad. La casa de Mora Barber es mucho más que una vivienda; es un hogar, un símbolo de amor, perseverancia y respeto por el pasado.

noticiaspuertosantacruz.com.ar - Imagen extraida de: https://www.construar.com.ar/2025/08/67361/

Fuente: https://www.construar.com.ar/2025/08/67361/

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