La Poética de la Sombra: Arquitectura Japonesa, Luz y Belleza Oculta.
El Japón que conocemos hoy, con su vibrante modernidad y su tecnología de vanguardia, tiene raíces profundas en una estética ancestral que valora la sutileza, la imperfección y, sobre todo, la sombra. Junichiro Tanizaki, uno de los más importantes escritores japoneses del siglo XX, exploró esta fascinante dimensión cultural en su ensayo “Elogio de la sombra”, una obra que trasciende la mera crítica arquitectónica para convertirse en una reflexión sobre la identidad japonesa y su particular relación con la luz, el espacio y la belleza. Este artículo se adentra en la poética arquitectura de la penumbra que Tanizaki describe, analizando cómo la vivienda tradicional japonesa se concibe como un refugio de la luz directa, un espacio donde la sombra no es ausencia de luz, sino un elemento esencial que define la atmósfera, la percepción y la experiencia estética.
La Dialéctica Luz-Sombra en la Arquitectura Japonesa
La arquitectura occidental, históricamente, ha buscado la luminosidad, la transparencia y la elevación. Las catedrales góticas, con sus vidrieras y sus altas bóvedas, son un ejemplo paradigmático de esta aspiración a la luz divina, a la conexión con lo trascendente. En contraste, la arquitectura japonesa tradicional se caracteriza por una marcada introversión, una búsqueda de la protección y la intimidad. Los grandes aleros, que se extienden como brazos protectores sobre la vivienda, son la clave de esta diferencia. No se trata simplemente de una cuestión práctica, de protegerse de la lluvia o del sol, sino de una elección estética deliberada, de crear un espacio donde la sombra sea la protagonista.
Tanizaki señala que la construcción de una casa japonesa comienza con el tejado, que se extiende como un quitasol, determinando el perímetro sombreado. Bajo esta cubierta protectora se organiza el interior, de manera que puertas, pilares y tabiques quedan a menudo difuminados por la densidad de la sombra. Esta penumbra no es uniforme, sino modulada, cambiante, creando un juego de luces y sombras que confiere al espacio una atmósfera misteriosa y evocadora. La sombra, en este contexto, no es un vacío, sino una presencia palpable, un elemento que define la forma y el volumen de los objetos, que realza su textura y su belleza.
La diferencia con la arquitectura occidental es evidente. En Occidente, el tejado es un mero complemento, una cubierta que protege de los elementos, pero que no tiene un papel fundamental en la definición del espacio interior. En Japón, el tejado es el elemento primordial, el que da forma y carácter a la vivienda. Esta diferencia refleja una concepción distinta de la relación entre el hombre y la naturaleza. En Occidente, el hombre busca dominar la naturaleza, controlarla y transformarla. En Japón, el hombre busca integrarse en la naturaleza, vivir en armonía con ella, respetando sus ritmos y sus ciclos.
Materiales, Clima y la Valoración de la Penumbra
La elección de la penumbra como elemento central de la arquitectura japonesa no es casual. Está íntimamente ligada a las condiciones climáticas del país y a la disponibilidad de materiales. Japón es un país con una alta humedad y frecuentes lluvias, lo que hace que la protección contra los elementos sea fundamental. Además, la falta histórica de materiales como el ladrillo, el cristal y el cemento obligó a los constructores japoneses a buscar soluciones alternativas. Los aleros generosos, construidos con madera y papel, se convirtieron en la respuesta a estas necesidades.
Sin embargo, Tanizaki argumenta que la valoración de la penumbra no es simplemente una cuestión práctica, sino también una elección estética. El pueblo japonés, aunque habría preferido viviendas luminosas, aprendió a encontrar belleza en la sombra, a apreciar su sutileza y su misterio. Esta valoración de la penumbra se refleja en todos los aspectos de la cultura japonesa, desde la ceremonia del té hasta la pintura y la literatura. La sombra se convierte en un símbolo de la impermanencia, de la transitoriedad de la vida, de la belleza de lo efímero.
La madera, el papel y otros materiales naturales utilizados en la construcción de las viviendas japonesas contribuyen a crear una atmósfera cálida y acogedora. Estos materiales son porosos, transpirables, y permiten que la luz se filtre suavemente, creando un juego de luces y sombras que realza su textura y su belleza. El papel, en particular, juega un papel fundamental en la modulación de la luz. Las puertas y las ventanas corredizas, cubiertas de papel translúcido, permiten que la luz se difunda suavemente, creando una atmósfera tenue y relajante.
La Iluminación Tenue y la Estética de la Simplicidad
En la casa tradicional japonesa, la iluminación no proviene de un baño directo de sol, sino de una claridad tenue, filtrada, que se posa suavemente sobre paredes de tonalidades crepusculares. Este efecto convierte la sombra en protagonista, reduciendo al mínimo el uso de adornos o elementos decorativos. La propia luz difusa otorga el carácter estético al espacio, creando una atmósfera de calma, contemplación y armonía con el entorno. Para el ojo occidental, acostumbrado a la luminosidad y la transparencia, estos interiores pueden parecer vacíos o desnudos.
Tanizaki defiende que esa simplicidad es deliberada. La penumbra, modulada con precisión, es el equivalente japonés a los ornamentos recargados de otras culturas. Es un lenguaje visual que habla de refinamiento, de sutileza, de la belleza de lo esencial. La ausencia de adornos no es un signo de pobreza o de falta de gusto, sino una expresión de la filosofía japonesa, que valora la simplicidad, la naturalidad y la armonía. La sombra, en este contexto, no es un vacío, sino un espacio lleno de significado, un lugar donde la imaginación puede volar libremente.
La iluminación tenue también tiene un efecto psicológico. Reduce el estrés, promueve la relajación y favorece la concentración. En un mundo cada vez más ruidoso y caótico, la casa tradicional japonesa ofrece un refugio de paz y tranquilidad, un espacio donde el hombre puede reconectar consigo mismo y con la naturaleza. La sombra, en este sentido, no es solo un elemento estético, sino también un elemento terapéutico, que contribuye al bienestar físico y mental.
El Legado de la Penumbra en la Arquitectura Contemporánea Japonesa
Aunque la arquitectura japonesa contemporánea ha incorporado elementos de la arquitectura occidental, el legado de la penumbra sigue siendo evidente. Muchos arquitectos japoneses contemporáneos siguen utilizando los aleros generosos, las puertas corredizas de papel y otros elementos tradicionales para crear espacios que evocan la atmósfera de la casa tradicional. Sin embargo, también han explorado nuevas formas de utilizar la luz y la sombra, incorporando materiales modernos como el vidrio y el acero.
Arquitectos como Tadao Ando, por ejemplo, son conocidos por su uso magistral de la luz y la sombra. Sus edificios se caracterizan por líneas limpias y formas geométricas simples, pero también por una cuidadosa atención a la luz natural. Ando utiliza la luz para crear espacios que son a la vez minimalistas y evocadores, que invitan a la contemplación y a la reflexión. Sus edificios no son simplemente estructuras funcionales, sino obras de arte que dialogan con el entorno y con el espectador.
El legado de Tanizaki y su “Elogio de la sombra” sigue siendo relevante en la actualidad. En un mundo cada vez más obsesionado con la luminosidad y la transparencia, su ensayo nos recuerda la importancia de la sombra, de la sutileza, de la belleza de lo imperfecto. Nos invita a repensar nuestra relación con la luz y el espacio, a valorar la atmósfera, la textura y la emoción que pueden crear. La poética arquitectura de la penumbra que Tanizaki describe no es solo una característica de la cultura japonesa, sino una fuente de inspiración para todos aquellos que buscan crear espacios que sean a la vez funcionales y estéticos, que sean a la vez refugios y obras de arte.
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