El final de la era del petróleo: la AIE predice un gran superávit esta década
El panorama energético mundial está experimentando una transformación significativa que está dando forma al futuro de la industria petrolera. La Agencia Internacional de Energía (AIE), en su informe anual de Perspectivas Energéticas a Mediano Plazo, predice un "superávit importante" de petróleo en esta década, impulsado por la disminución de la demanda y el aumento de la oferta.
La demanda de petróleo alcanza una meseta
Según la AIE, la demanda mundial de petróleo se "estabilizará" en 105,6 millones de barriles diarios en 2029, aproximadamente un 4% por encima de los niveles de 2022. Este estancamiento de la demanda se atribuye a la creciente adopción de vehículos eléctricos, la mejora de la eficiencia del combustible y el cambio hacia fuentes de energía renovables.
Las economías desarrolladas experimentarán una disminución significativa en el consumo de petróleo, pasando de 46 millones de barriles diarios en 2022 a 43 millones en 2030, el nivel más bajo desde 1991. Incluso China, el mayor importador de petróleo del mundo, verá su demanda estabilizarse a finales de la década en unos 18 millones de barriles diarios.
Aumento de la oferta de petróleo
En contraste con la desaceleración de la demanda, la capacidad de producción de petróleo está experimentando un crecimiento constante. Liderado por los Estados Unidos, se espera que la oferta supere la demanda en 8 millones de barriles diarios para fines de la década, lo que representa el mayor superávit de producción desde el cierre de COVID-19.
Este aumento de la oferta se debe en gran medida a los avances tecnológicos en la extracción de petróleo de esquisto, lo que ha desbloqueado nuevas reservas y reducido los costos de producción. Los productores estadounidenses han desempeñado un papel fundamental en este aumento, aumentando su producción en los últimos años.
Implicaciones para la industria
El superávit previsto de petróleo tendrá implicaciones significativas para la industria petrolera. La presión a la baja sobre los precios del petróleo podría erosionar los márgenes de ganancias y desafiar la rentabilidad de los productores.
Las empresas petroleras se enfrentan a una encrucijada, ya que deben equilibrar sus planes de inversión a largo plazo con las crecientes preocupaciones sobre la transición energética. Las grandes empresas como BP y Shell han reorientado sus estrategias hacia las energías renovables, mientras que otras como ExxonMobil permanecen firmemente centradas en el petróleo y el gas.
"A medida que la recuperación de la pandemia pierde fuerza, la transición hacia las energías limpias avanza y la estructura de la economía china cambia, el crecimiento de la demanda mundial de petróleo se desacelera".
Fatih Birol, Director Ejecutivo, AIE
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