Desafíos en el Sector Pesquero de Uruguay: Flota paralizada en Puerto por seis meses
La crisis pesquera en Uruguay: un problema sin solución a la vista
Uruguay, con su extenso territorio marítimo que duplica su superficie terrestre, enfrenta una crisis sin precedentes en su sector pesquero, dejando a más de 2.000 personas desempleadas y a la flota industrial paralizada por más de seis meses. Esta situación refleja una profunda desconexión con su pasado pesquero. El marco internacional de demanda de productos elaborados y congelados ofrecidos por su industria sin demanda y con precios muy bajos, más la fuerte presión sindical y la complejidad de la presión tributaria, eclipsaron y evaporaron las rentabilidades de las empresas pesqueras. El resultado: Crisis. Es lógico, si la empresa no genera utilidad, desaparece. El modelo uruguayo bajo presión y como leading case, de lo que no se debe hacer, con el agravante que en sus aguas dentro de la Zona Común de Pesca, no hay especies de alto valor comercial, salvo la merluza, agravan una situación por demás crítica.
Presión sindical y conflictos laborales
La legislación laboral uruguaya privilegia con un seguro de paro, o subsidio por desempleo especial, a trabajadores en huelga. El conflicto se agrava con acusaciones mutuas entre trabajadores y empresarios. Los primeros denuncian un «lock out patronal», alegando que las empresas han paralizado sus operaciones en espera de alivios financieros del gobierno. Por otro lado, los empresarios argumentan que las condiciones económicas actuales hacen inviable la pesca rentable, optando por mantener los barcos en puerto durante los periodos de menor actividad.
"Con este nivel de presión sindical es imposible trabajar", dijeron desde la cámara que nuclea a los armadores.
Carlos Abel Olivera, armador de Novabarca
La situación crítica de la pesca uruguaya
La inactividad en el sector pesquero no solo representa pérdidas económicas directas para Uruguay, sino que afecta al desarrollo de la industria naval y la industria pesquera procesadora y manufacturera, además de las familias con empleo directo e indirecto dependiente de dichos sectores. Con apenas 54 barcos activos, de una flota que había alcanzado 130 unidades navales, de los cuales sólo 33 son de pesca costera fresquera, y un número reducido de plantas procesadoras, la industria enfrenta una subexplotación de su potencial pesquero.
Propuestas y negociaciones
El gobierno ha presentado propuestas para resolver la crisis, aunque no ha logrado un acuerdo definitivo con los empresarios. Las negociaciones se estancan en puntos como la caducidad de los permisos de pesca y las condiciones laborales, mientras persisten reclamos sobre el peso regulatorio estatal, los altos costos operativos y la fervorosa presión sindical. El Director Nacional de Recursos Acuáticos, Álvaro Irazoqui, enfatiza la urgencia de un diálogo constructivo, señalando que cualquier reestructura del sector debe priorizar los derechos de los trabajadores, quienes mayoritariamente están contratados "a la parte".
Posiciones enfrentadas
Trabajadores: Culpan a los empresarios de tomarlos de "rehenes" y al gobierno de "empujar siempre para el lado empresarial". Exigen soluciones a los reclamos de fondo y medidas para paliar la situación financiera actual. Solicitan que se liberen los barcos y se negocie un nuevo convenio con mejoras salariales.
Empresarios: Dicen que no pueden sacar los barcos porque no se liberan y que la pesca necesita una transformación estructural. Proponen un nuevo convenio por dos o tres años que sea "sostenible" para el sector. Están dispuestos a negociar, pero exigen que se tomen medidas para mejorar la competitividad de la industria.
Gobierno: Ha estado trabajando en dos frentes: buscando soluciones a los reclamos de fondo del empresariado y negociando un nuevo convenio con los trabajadores.
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