La Trochita: un viaje en el tiempo por la Patagonia
La Trochita: Un viaje al pasado por el corazón de la Patagonia
El Monumento al Vapor y las Historias que Guarda
Desde 1945, La Trochita ha recorrido las vastas extensiones de la Patagonia, dejando una huella indeleble en la historia y el corazón de sus habitantes. Sus vagones de hierro y locomotoras a vapor, testigos silenciosos de un siglo pasado, evocan los días de gloria cuando transportaban mercancías y sueños, fortaleciendo la comunicación y la economía de la región.
Hoy, lejos de perder su vitalidad, La Trochita se ha conservado como un guardián de recuerdos, un atractivo turístico que preserva intacta el alma de sus días de gloria. Sus vagones originales de 1922 siguen dando testimonio de un tiempo pasado, como ecos del proyecto de desarrollo nacional que una vez impulsó al país.
Un Viaje a Través del Tiempo
La estación ferroviaria de Esquel es un portal al pasado, donde el presente se desvanece entre antiguos faroles, mobiliario de antaño y archivos periodísticos. Cada objeto es un ancla que arraiga al visitante en un pasado palpable, invitándolo a ser un protagonista activo de esta travesía multisensorial.
Al abordar el centenario vagón de madera de origen belga, uno ocupa un asiento en los bancos también de madera que, sin lujos, ofrecen autenticidad. No hay altavoces ni pantallas digitales, solo el sonido de las campanadas que el guarda hace resonar desde el andén, señalando el inicio del viaje.
Una densa nube de vapor se alza desde la legendaria locomotora, impregnando el aire con su esencia, mientras el silbido del tren se entrelaza con el repiqueteo rítmico sobre los rieles y durmientes de la trocha angosta, abriendo la puerta a una experiencia cargada de magia.
Un Mosaico Humano sobre Rieles
Durante el trayecto, quienes están a bordo pueden recorrer y explorar la formación, cruzando de vagón en vagón a través de puertas que rechinan con el paso del tiempo. Mientras el tren se mece al ritmo de la trocha angosta, los sonidos del viaje se entrelazan: murmullos en distintos idiomas, mezclados con las conversaciones de turistas nacionales, crean un mosaico multicultural que refleja la diversidad de quienes vienen a experimentar este monumento nacional.
Al llegar al comedor, el visitante se acomoda en una de las mesas mientras el paisaje natural se despliega ante sus ojos como un desfile de postales paradisíacas. Saborear un chocolate caliente acompañado de un roll de canela, y en una de las más de 40 curvas del recorrido, se vislumbra la locomotora desafiando el viento, atravesando la nube de vapor, ofreciendo una imagen digna de una película del Viejo Oeste.
El Museo del Tiempo
Luego de una hora de la partida, el tren llega a su destino: la estación de Nahuel Pan. El tiempo de espera, unos 45 minutos, permite acondicionar la formación para el regreso a Esquel, y brinda la oportunidad de sumergirse aún más en el pasado ferroviario, visitando el museo que expone la cultura mapuche-tehuelche antecesora a la llegada del ferrocarril.
La Trochita es más que un tren. Es una cápsula del tiempo que nos transporta a otra época, conectándonos con nuestro pasado y enriqueciendo nuestro presente.
- Esquel Turismo
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