Bilbao se pone firme contra la orina de perro: Multas de hasta 3000 euros y nuevas normas.
La convivencia urbana con mascotas es un tema cada vez más presente en las ciudades españolas, y con ella, la necesidad de establecer normas claras para garantizar la higiene, la seguridad y el bienestar tanto de los animales como de los ciudadanos. Lo que antes se consideraba una molestia menor, como la orina de perros en la calle, se está convirtiendo en un problema de salud pública y un foco de conflicto vecinal. Ante esta situación, algunos municipios están endureciendo las regulaciones y las sanciones, llegando a cifras sorprendentes. Bilbao, la capital vizcaína, ha dado un paso al frente con una nueva ordenanza que obliga a los dueños a limpiar la orina de sus perros con agua y establece multas de hasta 3.000 euros para los infractores. Este artículo analiza en profundidad esta nueva normativa, sus implicaciones y el contexto más amplio de la regulación de mascotas en las ciudades españolas.
- Bilbao se pone seria: La nueva Ordenanza Municipal y la limpieza de la orina
- El problema de la orina de perro en las ciudades: Un asunto de salud pública
- Multas de hasta 3.000 euros: El endurecimiento de las sanciones
- Control de la población felina: El programa CER y la alimentación responsable
- El plazo de adaptación y las campañas de concienciación
- La regulación de mascotas en otras ciudades españolas: Un panorama diverso
Bilbao se pone seria: La nueva Ordenanza Municipal y la limpieza de la orina
La reciente aprobación de la Ordenanza Municipal Reguladora de Protección, Bienestar y Tenencia Responsable de los Animales de Compañía en Bilbao ha generado un amplio debate. La medida más controvertida, sin duda, es la obligación de que los dueños de perros limpien la orina depositada en la vía pública con agua. Esta exigencia va más allá de la simple recogida de excrementos sólidos, que ya era obligatoria en la mayoría de los municipios españoles. La justificación de esta medida radica en la persistencia de los olores y los posibles riesgos para la salud asociados a la orina de perro, especialmente en zonas de alto tránsito peatonal o cerca de instalaciones infantiles. La ordenanza especifica que los dueños deben llevar consigo agua para realizar esta limpieza, lo que implica una mayor responsabilidad y preparación por parte de los propietarios de mascotas.
La nueva normativa no se limita a la limpieza de la orina. También refuerza la obligación de llevar a los perros con correa, una medida destinada a prevenir accidentes y garantizar la seguridad de los peatones. Además, se recuerda a los dueños la importancia de registrar debidamente a sus mascotas, vacunarlas contra la rabia y contar con un seguro de responsabilidad civil, requisitos esenciales para una tenencia responsable. La ordenanza también aborda la problemática de los perros potencialmente peligrosos, estableciendo la obligatoriedad de su castración antes de los 12 meses de edad, una medida que busca prevenir incidentes y garantizar la seguridad pública.
El problema de la orina de perro en las ciudades: Un asunto de salud pública
La orina de perro en las calles no es solo una cuestión estética o de molestias olfativas. Representa un problema de salud pública que a menudo se subestima. La orina canina contiene compuestos químicos como la urea y el amoníaco, que pueden ser irritantes para la piel y las mucosas, especialmente en niños y personas con sensibilidad. Además, la orina puede contribuir a la corrosión de materiales de construcción, como el hormigón y el mármol, generando costes de mantenimiento y reparación para los ayuntamientos. La presencia de orina de perro también puede atraer a otros animales, como ratas e insectos, que pueden transmitir enfermedades.
Las quejas vecinales por la presencia de orina de perro en las calles son cada vez más frecuentes. Los residentes se quejan de los olores desagradables, la suciedad y el riesgo de contagio de enfermedades. En zonas con alta densidad de población canina, como parques y áreas peatonales, el problema se agrava. La falta de civismo por parte de algunos dueños, que no cumplen con la obligación de limpiar los excrementos de sus mascotas, contribuye a la proliferación de este problema. La nueva ordenanza de Bilbao busca abordar esta situación de forma más contundente, estableciendo sanciones más elevadas y exigiendo una mayor responsabilidad a los propietarios de perros.
Multas de hasta 3.000 euros: El endurecimiento de las sanciones
La nueva ordenanza de Bilbao establece un sistema de clasificación de infracciones que va desde leves hasta muy graves, con sanciones proporcionales a la gravedad de la falta. Las infracciones leves, como no llevar a la mascota con correa en zonas donde está prohibido, pueden acarrear multas de hasta 300 euros. Las infracciones graves, como no recoger los excrementos sólidos o no limpiar la orina, pueden ser sancionadas con multas de hasta 600 euros. Las infracciones muy graves, como el maltrato o el abandono de mascotas, pueden conllevar multas de hasta 3.000 euros e incluso la retirada de la custodia del animal.
El endurecimiento de las sanciones es una medida que busca disuadir a los dueños de mascotas de incumplir las normas y fomentar una tenencia responsable. La intención del Ayuntamiento de Bilbao es enviar un mensaje claro: la convivencia con mascotas es posible, pero requiere el cumplimiento de una serie de obligaciones por parte de los propietarios. La aplicación efectiva de estas sanciones dependerá de la labor de los agentes de la autoridad y de la colaboración ciudadana, que podrá denunciar las infracciones a través de los canales habilitados por el ayuntamiento.
Control de la población felina: El programa CER y la alimentación responsable
La ordenanza de Bilbao no se centra únicamente en los perros. También aborda la problemática de la población felina callejera, que en muchas ciudades españolas ha alcanzado niveles preocupantes. Para reducir el número de gatos sin hogar, el Ayuntamiento de Bilbao ha puesto en marcha un programa de Captura, Esterilización y Retorno (CER). Este programa consiste en capturar a los gatos callejeros, esterilizarlos para evitar su reproducción y devolverlos a su entorno original, una vez recuperados del procedimiento quirúrgico.
La esterilización es una medida clave para controlar la población felina, ya que evita la proliferación de camadas no deseadas. Además, la esterilización puede mejorar la salud y el comportamiento de los gatos, reduciendo su agresividad y su tendencia a marcar territorio. La ordenanza también establece que únicamente se podrá alimentar a las colonias felinas reconocidas oficialmente por el Ayuntamiento de Bilbao, y siempre siguiendo los protocolos establecidos. Esta medida busca evitar la proliferación descontrolada de gatos y garantizar su bienestar.
El plazo de adaptación y las campañas de concienciación
El Ayuntamiento de Bilbao ha concedido un plazo de dos meses a los propietarios de mascotas para que se adapten a la nueva normativa, a contar desde su publicación en el Boletín Oficial de Bizkaia (BOB). Durante este periodo, se llevarán a cabo campañas de información y concienciación para dar a conocer los nuevos requisitos y resolver las dudas de los ciudadanos. Estas campañas incluirán la distribución de folletos informativos, la organización de charlas y talleres, y la difusión de mensajes a través de los medios de comunicación y las redes sociales.
Además de las campañas de concienciación, el Ayuntamiento de Bilbao también ha anunciado el lanzamiento de una serie de iniciativas destinadas a fomentar una tenencia responsable de mascotas. Estas iniciativas incluirán la creación de áreas de esparcimiento canino, la promoción de la adopción de animales abandonados y la organización de cursos de adiestramiento canino. El objetivo final es crear una cultura de respeto y responsabilidad hacia los animales, que permita una convivencia armoniosa entre las mascotas y los ciudadanos.
La regulación de mascotas en otras ciudades españolas: Un panorama diverso
La ordenanza de Bilbao no es la única que ha endurecido las regulaciones sobre mascotas en España. En los últimos años, varios municipios han adoptado medidas similares para abordar los problemas asociados a la tenencia de animales de compañía. Algunas ciudades han prohibido la circulación de perros sin correa en determinadas zonas, mientras que otras han aumentado las multas por no recoger los excrementos. En Barcelona, por ejemplo, se han establecido zonas de obligado uso de correa y se han intensificado los controles para garantizar el cumplimiento de la normativa.
En Madrid, la ordenanza municipal regula la tenencia de animales peligrosos y establece requisitos específicos para su registro y control. En Valencia, se ha puesto en marcha un programa de identificación obligatoria de perros y gatos, que permite a los propietarios registrar a sus mascotas en una base de datos centralizada. La diversidad de regulaciones en las diferentes ciudades españolas refleja la complejidad del tema y la necesidad de adaptar las normas a las particularidades de cada municipio. Sin embargo, existe una tendencia general hacia un mayor control y una mayor responsabilidad por parte de los dueños de mascotas.
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