Ciudades Inclusivas: Urbanismo Feminista para una Movilidad Equitativa y Segura
Las ciudades, esos complejos organismos vivos que moldean nuestras vidas, a menudo se presentan como símbolos de progreso y modernidad. Sin embargo, bajo la superficie de rascacielos y avenidas bulliciosas, se esconde una realidad incómoda: la mayoría de las ciudades no están diseñadas para todos sus habitantes. Zaida Muxí, arquitecta y urbanista de renombre internacional, nos invita a cuestionar este paradigma, a desentrañar las lógicas ocultas que han dado forma a nuestros entornos urbanos y a reimaginar un futuro donde la inclusión y la equidad sean los pilares fundamentales de la planificación urbana. Este artículo explora las ideas de Muxí, analizando cómo el urbanismo tradicional ha perpetuado desigualdades de género, edad y movilidad, y cómo nuevas iniciativas están surgiendo para construir ciudades más justas y habitables para todos.
- El Modelo Urbano Excluyente: Una Ciudad para Pocos
- La Perspectiva de Género en el Urbanismo: Revelando Brechas Ocultas
- Seguridad Urbana: Más Allá de la Infraestructura
- Pontevedra: Un Modelo de Transformación Urbana Inclusiva
- La Arquitectura Doméstica y la Reproducción de las Desigualdades
- Urbanismo Feminista: Una Mirada Inclusiva hacia el Futuro
El Modelo Urbano Excluyente: Una Ciudad para Pocos
Zaida Muxí es contundente al afirmar que la ciudad moderna ha sido históricamente concebida para un perfil muy específico: el hombre de mediana edad, alto, con ingresos suficientes para poseer un automóvil. Este estándar implícito ha relegado a la mayoría de la población a una posición de desventaja, ignorando sus necesidades y experiencias. La priorización de la movilidad vehicular, la eficiencia del tránsito y las lógicas productivistas han dado como resultado espacios públicos hostiles para peatones, ciclistas, personas mayores, niños y, especialmente, mujeres. La infraestructura urbana, desde las amplias avenidas hasta los túneles peatonales, a menudo refleja esta visión sesgada, priorizando la velocidad y la comodidad de unos pocos sobre la seguridad y la accesibilidad de la mayoría.
La crítica de Muxí no se limita a la infraestructura física. También apunta a las lógicas masculinas que han dominado el campo del urbanismo durante décadas. Estas lógicas, basadas en la racionalidad, la eficiencia y el control, han tendido a ignorar las dimensiones emocionales, sociales y de cuidado que son esenciales para el bienestar de las personas. Como resultado, las ciudades a menudo carecen de espacios públicos seguros, acogedores y que fomenten la interacción social. La falta de iluminación adecuada, la ausencia de áreas verdes y la proliferación de espacios aislados contribuyen a crear un ambiente de inseguridad, especialmente para las mujeres y otros grupos vulnerables.
La Perspectiva de Género en el Urbanismo: Revelando Brechas Ocultas
La incorporación de la perspectiva de género en el urbanismo es fundamental para comprender y abordar las desigualdades que existen en las ciudades. Muxí y Núria Moliner, en su entrevista para Via Lliure, destacan una brecha de movilidad significativa entre hombres y mujeres. Mientras que el 80% de los hombres se desplaza en coche, el 70% de las mujeres opta por el transporte público. Esta diferencia no es casualidad, sino que refleja las diferentes necesidades y prioridades de hombres y mujeres en el espacio urbano. Las mujeres, a menudo responsables del cuidado de niños y personas mayores, tienden a realizar más viajes cortos y combinados, lo que hace que el transporte público sea una opción más conveniente y económica.
Sin embargo, el transporte público no siempre es seguro ni accesible para las mujeres. La falta de iluminación en las estaciones, la ausencia de cámaras de seguridad y la presencia de acosadores pueden generar un ambiente de miedo e inseguridad. Además, la falta de infraestructura para el cuidado de niños, como cambiadores en los baños públicos, dificulta la movilidad de las madres con niños pequeños. Estas barreras invisibles limitan la participación de las mujeres en la vida pública y contribuyen a perpetuar las desigualdades de género. La planificación urbana con perspectiva de género busca eliminar estas barreras y crear ciudades más inclusivas y habitables para todos.
Seguridad Urbana: Más Allá de la Infraestructura
La seguridad urbana es una preocupación central en la planificación urbana contemporánea. Sin embargo, Muxí advierte que la seguridad no se garantiza únicamente con infraestructura, como cámaras de seguridad o iluminación adicional. La verdadera seguridad reside en la presencia activa de la comunidad, en la vitalidad del espacio público y en la visibilidad de las actividades cotidianas. Calles iluminadas, edificios habitados, circulación constante y espacios visibles son más eficaces para disuadir la delincuencia que cualquier medida aislada.
Los túneles peatonales, a menudo diseñados para facilitar el flujo vehicular, son un ejemplo paradigmático de cómo la infraestructura puede generar inseguridad. Estos espacios aislados y poco iluminados suelen ser evitados por las mujeres, que los perciben como lugares peligrosos y vulnerables. La peatonalización de calles y la creación de zonas de baja velocidad son alternativas más efectivas para mejorar la seguridad urbana, ya que fomentan la interacción social, aumentan la visibilidad y reducen la velocidad de los vehículos. La ciudad de Pontevedra, en Galicia, España, es un ejemplo inspirador de cómo la peatonalización puede transformar un centro urbano en un espacio más seguro, habitable y atractivo.
Pontevedra: Un Modelo de Transformación Urbana Inclusiva
La peatonalización del casco antiguo de Pontevedra es un caso de estudio emblemático de cómo la planificación urbana puede mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. En menos de dos décadas, la ciudad logró reducir un 67% la circulación vehicular, sin afectar la actividad comercial ni la habitabilidad. Esta transformación radical se basó en una visión clara: priorizar a las personas sobre los automóviles. La eliminación del tráfico en el centro histórico permitió crear espacios públicos más amplios, seguros y agradables para peatones y ciclistas.
La peatonalización de Pontevedra no solo mejoró la seguridad y la calidad del aire, sino que también revitalizó el comercio local y fomentó la interacción social. Los residentes y visitantes ahora disfrutan de un centro histórico vibrante y animado, donde pueden caminar, comprar, comer y socializar sin temor al tráfico. El éxito de Pontevedra demuestra que es posible construir ciudades más habitables y sostenibles, incluso en contextos urbanos complejos. La clave está en repensar las prioridades y poner a las personas en el centro de la planificación urbana.
La Arquitectura Doméstica y la Reproducción de las Desigualdades
Las desigualdades no se limitan al espacio urbano público; también se reproducen dentro de las viviendas. Muxí y Moliner señalan que las cocinas y los espacios de cuidado, históricamente asignados a las mujeres, suelen ser los más pequeños, menos ventilados y con menor jerarquía en el diseño. Esta distribución desigual del espacio refleja y perpetúa las jerarquías sociales, asignando a las mujeres un papel secundario en el hogar. La arquitectura doméstica, por lo tanto, también es un reflejo de cómo se construyen y se mantienen las desigualdades de género.
En contraste con este modelo tradicional, emergen nuevas alternativas que buscan reconfigurar el espacio doméstico y promover la igualdad de género. La Borda, una cooperativa de viviendas en Barcelona, es un ejemplo inspirador de cómo la arquitectura puede contribuir a construir comunidades más justas y solidarias. La Borda promueve la convivencia no especulativa, con espacios comunes para tareas compartidas, como comedores comunitarios y áreas de crianza. Estas iniciativas no solo alivian la carga doméstica individual, sino que también fomentan la colaboración, el apoyo mutuo y la creación de vínculos sociales.
Urbanismo Feminista: Una Mirada Inclusiva hacia el Futuro
Zaida Muxí impulsa un urbanismo feminista, no como una categoría exclusiva de género, sino como una mirada que contemple la diversidad real de quienes habitan las ciudades. Este enfoque implica repensar las prioridades: no solo cuánto se puede recorrer en coche, sino quién puede caminar, cuidar, vivir y sentirse seguro en su entorno diario. El urbanismo feminista busca crear ciudades más inclusivas, equitativas y sostenibles, donde todas las personas tengan la oportunidad de desarrollar su potencial y disfrutar de una vida plena.
El urbanismo feminista no se limita a la planificación física de las ciudades. También implica un cambio de mentalidad, una crítica a las lógicas patriarcales que han dominado el campo del urbanismo durante décadas. Requiere la participación activa de las mujeres y otros grupos marginados en el proceso de toma de decisiones, para garantizar que sus necesidades y perspectivas sean tenidas en cuenta. El urbanismo feminista es, en definitiva, una herramienta poderosa para construir un futuro más justo y habitable para todos.





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