Congelamiento Monetario en Argentina: ¿Se Descongela el Plan de Milei?
La economía argentina se encuentra en un punto de inflexión, marcada por un plan de estabilización ambicioso y una retórica desafiante. El gobierno actual, liderado por Javier Milei, implementó una serie de medidas drásticas, incluyendo la liberalización del mercado cambiario y una política monetaria restrictiva, buscando anclar las expectativas y combatir la inflación crónica. Sin embargo, recientes decisiones del Banco Central (BCRA) han generado dudas sobre la sostenibilidad de este modelo y la efectividad de las “tres anclas” que lo sustentan: fiscal, monetaria y cambiaria. Este artículo analiza en profundidad las tensiones actuales, los debates económicos en torno a la política monetaria y las implicaciones de las recientes acciones del BCRA, explorando si la pregunta retórica "¿Con qué pesos?" ha perdido su sentido en la nueva fase del plan económico.
El Ancla Monetaria y la Congelación de la Base Monetaria
La piedra angular del plan económico original era la restricción de la emisión monetaria. La idea central, impulsada por Toto Caputo, era que al congelar la cantidad de dinero en circulación, se evitaría la generación de presiones inflacionarias y corridas cambiarias. Esta política se basaba en la premisa de que no habría suficiente liquidez en el mercado para alimentar estas dinámicas desestabilizadoras. La base amplia, definida como el dinero transaccional más los encajes bancarios y los depósitos del Tesoro en el BCRA, se fijó en $47,7 billones, equivalente al 9% del PBI, como un límite infranqueable hasta que la demanda de pesos fuera lo suficientemente robusta como para sostener la estabilidad sin necesidad de restricciones cambiarias.
El gobierno argumentaba que la disciplina fiscal, al eliminar la necesidad de financiamiento del Tesoro por parte del BCRA, permitiría mantener a raya la inflación y consolidar el ancla cambiaria. Sin embargo, la reciente decisión del BCRA de transferir $11,7 billones al Tesoro, provenientes de una ganancia declarada de $19,4 billones en 2024, ha puesto en tela de juicio esta estrategia. La controversia radica en la legitimidad de esa “ganancia” considerando que el propio gobierno admitió que el BCRA operaba con patrimonio negativo, una situación que justificó la solicitud de ayuda al Fondo Monetario Internacional (FMI).
La Ganancia del BCRA: ¿Real o Contable?
La magnitud de la ganancia declarada por el BCRA ha generado escepticismo entre los analistas económicos. Si el Banco Central efectivamente tenía patrimonio negativo, como se reconoció públicamente, la fuente de esta ganancia es cuestionable. Algunos expertos sugieren que se trata de un ajuste contable que no refleja una mejora real en la situación financiera del BCRA. La transferencia de fondos al Tesoro, aunque destinada a cancelar deuda, podría interpretarse como una forma encubierta de financiamiento monetario, socavando la independencia del Banco Central y la credibilidad del plan económico.
La cancelación de deuda, si bien reduce el endeudamiento público, implica la inyección de pesos al mercado sin el correspondiente ingreso de divisas al BCRA. Este aumento de la liquidez podría generar presiones inflacionarias, especialmente en un contexto donde la demanda de pesos aún no se ha recuperado lo suficiente como para absorber el exceso de oferta. La licitación para cancelar $7,5 billones, con un “rolleo” del solo 70%, evidencia la falta de interés del mercado en absorber la totalidad de la deuda, lo que resultó en una inyección adicional de $2,25 billones al sistema financiero.
El Levantamiento del Cepo y la Demanda de Pesos
El gobierno levantó el cepo cambiario en abril, anticipando que la demanda de pesos por parte del público aumentaría a medida que la economía se liberalizaba y la confianza en la moneda nacional se recuperaba. Sin embargo, esta condición no se cumplió. La demanda de pesos se mantuvo relativamente baja, lo que generó dudas sobre la conveniencia de haber eliminado las restricciones cambiarias antes de consolidar el ancla monetaria. Javier Milei minimizó la importancia de este punto, argumentando que el bajo nivel de monetización de la economía argentina hace que cualquier restricción adicional sea innecesaria.
Milei señaló que la base monetaria actual representa solo el 6,5% del PBI, menos de la mitad del promedio histórico, lo que sugiere que hay margen para aumentar la circulación de dinero sin generar inflación. Sin embargo, esta perspectiva ignora el impacto de la inyección de liquidez proveniente de la transferencia de fondos del BCRA al Tesoro y la potencial pérdida de confianza en la moneda nacional si la inflación se acelera. La decisión de levantar el cepo sin cumplir con las condiciones previas ha sido criticada por algunos economistas, quienes advierten sobre el riesgo de desestabilización financiera.
La Dolarización Endógena y la Ley de Gresham
El gobierno había anticipado una “dolarización endógena” de la economía, es decir, que la gente comenzaría a utilizar dólares para las transacciones cotidianas ante la política monetaria restrictiva. Sin embargo, esta expectativa no se materializó. Los argentinos, en su mayoría, prefieren atesorar dólares como una forma de proteger su capital, en lugar de utilizarlos para realizar pagos. Esta situación confirma la vigencia de la Ley de Gresham, que establece que cuando coexisten dos monedas, una buena y una mala, la gente tiende a usar la de peor calidad para los pagos, mientras que retiene la de mejor reputación.
En el caso argentino, el dólar se considera la moneda “buena”, mientras que el peso se percibe como la moneda “mala”. Como resultado, el dólar no circula con la misma velocidad que el peso, lo que dificulta la implementación de una política monetaria efectiva. El gobierno reconoce que la necesidad de “chupar” más de $1,5 billón de la plaza cada mes para financiar el superávit fiscal es una consecuencia directa de esta preferencia por el dólar. La falta de confianza en el peso obliga al gobierno a recurrir a medidas extraordinarias para mantener la estabilidad financiera.
La "Fase 3" y el Ancla Monetaria Más Liviana
El gobierno ha insinuado que la “fase 3” del plan económico, que sigue al levantamiento del cepo, podría implicar una flexibilización del ancla monetaria. Esto significa que se permitirá una mayor inyección de pesos en la economía para facilitar las transacciones, reconociendo que los argentinos no están dispuestos a renunciar a su preferencia por el dólar. Esta estrategia implica un cambio en el enfoque del plan económico, pasando de una restricción monetaria estricta a una política más pragmática que busca adaptarse a la realidad del mercado.
Federico Furiase, uno de los ideólogos del plan de las tres anclas, ha defendido esta nueva política, argumentando que es un error comparar las ganancias actuales del BCRA con las de gobiernos anteriores. Furiase sostiene que los reportes contables tradicionales no reflejan la verdadera situación financiera del Banco Central y que la transferencia de fondos al Tesoro es una medida necesaria para cancelar deuda y fortalecer la economía. Sin embargo, esta justificación no ha convencido a todos los analistas, quienes advierten sobre el riesgo de perder el control de la inflación y desestabilizar el mercado cambiario.
El Debate sobre la Sostenibilidad del Modelo
La sostenibilidad del modelo económico actual depende de la capacidad del gobierno para mantener la confianza de los inversores y controlar la inflación. La reciente decisión del BCRA de transferir fondos al Tesoro ha generado dudas sobre la independencia del Banco Central y la credibilidad del plan económico. Si el mercado percibe que el gobierno está utilizando el BCRA como una fuente de financiamiento, la confianza en la moneda nacional podría erosionarse, lo que podría desencadenar una nueva corrida cambiaria.
El éxito del plan económico también depende de la capacidad del gobierno para atraer inversiones extranjeras y promover el crecimiento económico. La liberalización del mercado cambiario y la reducción de la carga impositiva son medidas que podrían incentivar la inversión, pero es necesario crear un clima de estabilidad y certidumbre jurídica para que los inversores se sientan seguros de invertir en Argentina. La incertidumbre política y la volatilidad económica siguen siendo obstáculos importantes para el desarrollo del país.
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