Coronel y Caballero: Pioneros de la Educación en la Patagonia Argentina – Historia Olvidada
En el corazón de la Patagonia austral, a finales del siglo XIX, se gestaba un futuro para una tierra vasta y poco poblada. Río Gallegos, un incipiente asentamiento de apenas 445 habitantes, se preparaba para dar un paso crucial en su desarrollo: la inauguración de la Escuela Nº 1. Este evento, aparentemente modesto, representaba mucho más que la apertura de un edificio educativo. Era el símbolo de una nación que se expandía, de una cultura que se arraigaba y de un compromiso con el futuro. A través de la historia de la familia Coronel, tehuelches y gauchos que se convirtieron en pilares de la comunidad, y de los primeros cinco alumnos que cruzaron el umbral de esa escuela, se revela un capítulo fascinante de la historia argentina, un relato de valentía, adaptación y la lucha por la soberanía en un territorio fronterizo. Este artículo explorará los detalles de ese primer día de clases, el contexto histórico que lo rodeaba y el legado de aquellos pioneros que sentaron las bases de la educación en Santa Cruz.
El Contexto Histórico de Río Gallegos en 1888
El año 1888 fue un momento de transformación para Argentina. La nación se encontraba consolidando su poderío económico y político, impulsada por la expansión de la frontera agrícola y la llegada de inmigrantes europeos. La Patagonia, sin embargo, seguía siendo una región remota y desafiante, habitada por pueblos originarios y explorada por gauchos y científicos. Río Gallegos, fundado en 1879, era un punto estratégico para el control del territorio y el establecimiento de la soberanía argentina frente a las ambiciones chilenas. La construcción de la Escuela Nº 1, en ese contexto, respondía a la necesidad de educar a los hijos de los pioneros y de integrar a la población indígena a la cultura nacional. La figura del gobernador Ramón Lista fue clave en este proceso, impulsando políticas de desarrollo y educación en la región austral.
La muerte de José de San Martín, ocurrida 38 años antes, en Boulogne Sur Mer, Francia, resonaba como un recordatorio del sacrificio y la visión de aquellos que lucharon por la independencia. San Martín, con su autoexilio, simbolizaba la lucha por la construcción de una nación libre y soberana. La inauguración de la escuela, en ese 17 de agosto de 1888, podía interpretarse como una continuación de ese legado, un esfuerzo por construir un futuro mejor para las nuevas generaciones. La presencia de Rosa Caballero y Manuel Coronel, representantes de la cultura tehuelche y gaucha, respectivamente, en el acto inaugural, subrayaba la importancia de la integración y el respeto por la diversidad cultural.
La Familia Coronel: Entre la Tradición Tehuelche y la Vida Gaucha
Rosa Caballero, una mujer tehuelche de imponente presencia, encarnaba la fuerza y la resistencia de su pueblo. Su unión con Manuel Coronel, un gaucho proveniente de las Malvinas, representaba un encuentro entre dos culturas que se entrelazaban en la Patagonia. Manuel, con su conocimiento de la geografía y su habilidad para la supervivencia, se convirtió en un colaborador invaluable para las expediciones científicas que exploraban la región. Juntos, Rosa y Manuel, construyeron una vida en la estepa patagónica, criando a sus hijos Venancio y Basilio y participando activamente en la vida de la comunidad. Su rancho, conocido como “el rancho Coronel”, se convirtió en un punto de referencia para los viajeros y científicos que recorrían la zona.
La relación de los Coronel con el gobernador Ramón Lista fue fundamental para su desarrollo y reconocimiento. Rosa, con su talento culinario, preparaba las famosas tortas fritas que acompañaban a Lista y sus colaboradores en sus expediciones. Manuel, por su parte, ofrecía su conocimiento del territorio y la colaboración de sus parientes tehuelches. Lista, a su vez, recompensaba su lealtad y apoyo, otorgándoles lotes de campo y reconociendo su contribución a la defensa de la soberanía nacional. La participación de los Coronel en el conflicto de límites con Chile, ocupando el fuerte construido por los chilenos en 1873, fue un acto de valentía y patriotismo que les valió el reconocimiento de la comunidad.
El Primer Día de Clases en la Escuela Nº 1
El 17 de agosto de 1888, la flamante Escuela Nº 1 de Río Gallegos abría sus puertas a sus primeros cinco alumnos. Venancio y Basilio Coronel, acompañados por Matilde Noya, Luciano Carrera y Victorio Pezzoto, se adentraban en un mundo desconocido, un mundo de letras, números y conocimientos. La escuela, construida con chapas de zinc y madera, era un edificio modesto pero lleno de promesas. La directora, María Raggio de Battini, una mujer decidida y comprometida con la educación, los recibió con entusiasmo y les ofreció un ambiente de aprendizaje acogedor. La timidez inicial de los niños pronto se disipó gracias a la calidez de la maestra y a la curiosidad por descubrir lo que les esperaba.
La escena del primer día de clases es reveladora de la diversidad y la complejidad de la sociedad riogalleguense de la época. Venancio, el mayor, con su afición a la caza de pájaros, representaba el espíritu aventurero y la conexión con la naturaleza. Basilio, el más pequeño, se mostraba más tímido y vulnerable. Matilde Noya, con su picardía y su interés por sus compañeros, encarnaba la vitalidad y la curiosidad infantil. Luciano Carrera, amigo de Matilde, compartía su entusiasmo por el aprendizaje. Victorio Pezzoto, el niño italiano, se sentía solo y asustado, pero pronto encontró el apoyo de sus compañeros y de la maestra. La reprimenda de Rosa a Venancio por llevar una gomera a la escuela, simbolizaba la importancia de la disciplina y el respeto por las normas.
La Importancia de la Documentación y el Futuro de los Alumnos
La solicitud de la directora Raggio de Battini de las partidas de nacimiento y bautismo de los alumnos, revela la importancia que se le daba a la formalización de la educación y a la integración de los niños al sistema educativo nacional. Los documentos, cuidadosamente guardados por Rosa Caballero, confirmaban la identidad y la legitimidad de Venancio y Basilio, nacidos en Puerto Santa Cruz y bautizados en la iglesia local. La preocupación de la directora por completar la documentación escolar, demuestra su compromiso con la calidad de la educación y su deseo de brindar a los alumnos las mejores oportunidades posibles.
El destino de los cinco alumnos fue diverso y desconocido. La historia se centra en el primer día de clases, dejando en suspenso el futuro de cada uno de ellos. Sin embargo, se puede imaginar que cada uno de ellos, a su manera, contribuyó al desarrollo de Río Gallegos y de la Patagonia. Matilde Noya, con su espíritu inquieto y su curiosidad insaciable, quizás se convirtió en una maestra o una escritora. Luciano Carrera, con su amistad y su entusiasmo, quizás se dedicó a la política o al comercio. Victorio Pezzoto, superando su timidez inicial, quizás se convirtió en un próspero empresario o un reconocido profesional. Venancio y Basilio Coronel, siguiendo los pasos de sus padres, quizás continuaron trabajando en los campos o se dedicaron a la ganadería. La escuela, sin duda, les brindó las herramientas necesarias para construir un futuro mejor.
Fuente: https://winfo.ar/actualidad/2025/07/los-coronel-olvidados-de-la-historia
Artículos relacionados