Crisis energética: Ola polar y obras públicas paralizadas amenazan suministro de gas
Argentina sufre una crisis energética exacerbada por una ola de frío que ha disparado la demanda de gas. El gobierno enfrenta medidas drásticas para garantizar el suministro, interrumpiendo el servicio al sector industrial y a las estaciones de GNC, lo que genera preocupación y críticas hacia la Secretaría de Energía. La falta de previsión y la paralización de obras públicas cruciales, como las plantas compresoras del gasoducto Néstor Kirchner, han sido identificadas como factores determinantes en la crisis.
Una crisis anunciada: falta de previsión
El gobierno justifica la interrupción del suministro de gas alegando una demanda extraordinaria debido a las bajas temperaturas. Sin embargo, los expertos sostienen que una mejor planificación y ejecución de las obras públicas necesarias podría haber mitigado la situación. El gasoducto Néstor Kirchner, una infraestructura clave para transportar gas desde Vaca Muerta, opera por debajo de su capacidad debido a la falta de plantas compresoras en lugares estratégicos.
Estas plantas, si se hubieran completado a tiempo, podrían haber duplicado la capacidad de transporte del gasoducto, aumentando el volumen de 11 millones a 22 millones de metros cúbicos diarios (m3/d). La planta compresora de Tratayén, por ejemplo, podría comenzar a operar en junio, inyectando 5 millones de metros cúbicos adicionales al sistema diariamente.
Gasoducto inconcluso: un problema de gestión
El gasoducto Néstor Kirchner es una pieza fundamental en el sistema energético argentino, diseñada para transportar gas natural desde Vaca Muerta hacia el resto del país. Actualmente, su capacidad está limitada por la ausencia de plantas compresoras esenciales. La planta compresora de Tratayén, a cargo de Sacde, podría comenzar a operar a mediados de junio.
La ausencia de estas plantas no solo restringe la capacidad de transporte del gasoducto, sino que también tiene un impacto económico significativo. Según los especialistas, la operación completa del gasoducto podría ahorrar hasta 350 millones de dólares anuales en sustitución de combustibles líquidos e importación de GNL, un ahorro crucial en un contexto de restricciones financieras y alta demanda energética.
Consecuencias de la paralización de la obra pública
Frenar las obras públicas ha repercutido en la capacidad del país para gestionar la demanda energética en momentos críticos. Suspender las obras en las plantas compresoras ha llevado al gobierno a gastar recursos adicionales de emergencia. Se estima que en junio se desembolsarán alrededor de 500 millones de dólares para comprar fueloil y gasoil, destinados a compensar la escasez de gas y garantizar el suministro energético.
Esta situación resalta la importancia de las inversiones en infraestructura y la necesidad de una planificación a largo plazo que considere contingencias como las olas de frío. La capacidad de respuesta a los picos de demanda energética depende en gran medida de la solidez y flexibilidad de la infraestructura existente.
La interrupción del suministro de gas afecta directamente al sector industrial, que depende de este recurso para sus operaciones diarias. La falta de gas puede provocar una reducción de la producción, afectando la competitividad de las empresas y la economía en general.
Además, las estaciones de GNC, que abastecen a una gran parte del parque automotor, también se ven afectadas, lo que genera molestias a los usuarios y posibles aumentos en los costos de transporte. En el ámbito doméstico, la alta demanda de gas para calefacción durante el invierno puede provocar escasez y mayores costos para los hogares.
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