Ecos del Pasado: Teatro y Música en Monasterios con Nao d'amores – Crítica y Entradas
El verano invita a la evasión, a buscar refugio del calor y a emprender viajes. Nao d’amores, con su espectáculo “Hacia ecos de lo sagrado”, propone una experiencia singular que combina ambas aspiraciones. No se trata de una simple representación teatral, sino de una inmersión en el tiempo y el espacio, un peregrinaje a monasterios en ruinas, donde la música y el verso antiguo resuenan con una fuerza evocadora. Esta crónica se adentra en la experiencia vivida en el Monasterio de Santa María la Real de Valdeiglesias, un enclave que se convierte en escenario y cómplice de una propuesta artística que desafía las convenciones y apela a la sensibilidad del espectador.
El Monasterio como Escenario: Un Viaje al Pasado
La elección de los monasterios en ruinas como espacios escénicos no es casual. Estos lugares, cargados de historia y espiritualidad, ofrecen un marco incomparable para una obra que explora las raíces de la representación litúrgica medieval. Lejos del bullicio de las ciudades y de los teatros convencionales, el Monasterio de Santa María la Real de Valdeiglesias, en Pelayos de la Presa, se erige como un santuario donde el tiempo parece detenerse. La atmósfera de recogimiento y la belleza austera de sus muros semidestruidos contribuyen a crear una experiencia única, que transporta al espectador a un pasado remoto. La ubicación, deliberadamente alejada del “mundanal ruido”, intensifica la sensación de aislamiento y favorece la conexión con la obra.
La producción, adscrita a los Teatros del Canal, se aleja intencionadamente de los circuitos teatrales habituales, buscando espacios que dialoguen con la esencia de la propuesta. El Monasterio de Santa María de la Sierra en Collado Hermoso, Segovia, será otra de las sedes de este espectáculo itinerante. La dificultad de acceso a estos lugares, con una accesibilidad limitada, añade un elemento de aventura y exclusividad a la experiencia. La limitación del aforo a setenta personas, impuesta por las características de los espacios, obliga a realizar dos funciones diarias, lo que contribuye a crear una atmósfera íntima y privilegiada.
La Prosa Medieval Revisitada: Un Desafío Lingüístico y Sonoro
“Hacia ecos de lo sagrado” se inspira en las prosas medievales, representaciones musicales y litúrgicas que se llevaban a cabo en los monasterios. Sin embargo, Nao d’amores no se limita a recrear estas antiguas ceremonias, sino que las reinterpreta desde una perspectiva contemporánea. La obra propone un desplazamiento temporal que puede resultar desconcertante para aquellos que buscan una comprensión literal del texto. El castellano antiguo utilizado por los actores, con sus arcaísmos y su sonoridad que evoca al catalán, exige una escucha atenta y una disposición a dejarse llevar por la musicalidad del lenguaje. Esta dificultad añadida, sumada a la complejidad del verso, puede generar cierta ansiedad en aquellos que prefieren una narrativa clara y directa.
El asesor de verso, Vicente Fuentes, ha trabajado para que la sonoridad y la musicalidad del lenguaje sean el foco principal de la experiencia. El objetivo no es entender cada palabra, sino dejarse envolver por el ritmo y la melodía del verso. La obra se concibe como un espectáculo musical ante todo, donde la música y el sonido adquieren una importancia primordial. La belleza brutal de la música, interpretada con instrumentos exquisitos, es el verdadero motor de la representación. Desde la sencilla carraca que marca el inicio y el final de las escenas hasta el órgano positivo y el regal, cada instrumento contribuye a crear una atmósfera sonora envolvente y evocadora.
Un Paisaje Sonoro Medieval: Instrumentos y Atmósferas
La selección de instrumentos es crucial para recrear el ambiente sonoro de la época medieval. La carraca, un instrumento de percusión simple pero efectivo, anuncia el comienzo y el final de las escenas, marcando el ritmo de la representación. El órgano positivo, con su sonido majestuoso, evoca la grandiosidad de las catedrales y los monasterios. El báculo, que a la vez es campana y palo de lluvia, añade un elemento de misterio y espiritualidad. Pero el instrumento que más llama la atención es el regal, un órgano con fuelles de aire que recuerda al acordeón. Su sonido peculiar y su aspecto singular lo convierten en un elemento clave de la puesta en escena.
La música se fusiona con el espacio arquitectónico del monasterio, creando una sinergia entre sonido y forma. Los actores deambulan por las estancias semirestauradas, interactuando con el entorno y utilizando los muros y las ruinas como parte de la escenografía. La iluminación, tenue y evocadora, contribuye a crear una atmósfera de misterio y recogimiento. La combinación de música, espacio y luz transporta al espectador a un mundo de ensueño, donde el pasado y el presente se entrelazan.
La Puesta en Escena: Romanticismo y Contemporaneidad
La puesta en escena de “Hacia ecos de lo sagrado” se inspira en la estética romántica y en la pintura prerrafaelita. Los cuadros de Caspar David Friedrich, con sus paisajes melancólicos y sus figuras solitarias, sirven de referencia para crear una atmósfera de introspección y espiritualidad. Los ropajes de los actores, que recuerdan a los de los cuadros religiosos, evocan un pasado remoto. Sin embargo, la presencia de elementos contemporáneos, como camisetas, vaqueros, sandalias y zapatillas, introduce un contraste que desafía las convenciones y cuestiona la noción de tiempo. Esta mezcla de estilos crea una tensión interesante que enriquece la experiencia.
Al inicio de la función, los actores se mezclan con el público, entrando en el recinto como si fueran espectadores más. Esta estrategia rompe la barrera entre escenario y platea, invitando al público a participar activamente en la representación. La vestimenta de los actores, aunque contemporánea, recuerda a los ropajes de los cuadros religiosos, creando una conexión visual con el pasado. Esta referencia a la obra de Bill Viola, que actualiza los cuadros religiosos a través del video, subraya la intención de la compañía de reinterpretar el pasado desde una perspectiva contemporánea.
Los lienzos blancos que cubren a los actores sirven como túnicas o manteles, transformándose en elementos versátiles que se adaptan a las necesidades de la representación. Doblados y dispuestos de diferentes maneras, crean volúmenes y texturas que enriquecen la escenografía. La sencillez de los materiales y la austeridad de la puesta en escena contrastan con la riqueza de la música y la complejidad del lenguaje, creando un equilibrio perfecto entre forma y contenido.
Fuente: https://www.huffingtonpost.es//opinion/hacia-ecos-sagrado-hagamos-prosa.html
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