El problema mundial en matemáticas va más allá de la pandemia
Los números no mienten, ¿verdad? Pero tampoco siempre cuentan toda la historia. Ese es el caso de los resultados más recientes de una prueba educativa global clave, el Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés). En el pasado, los resultados de PISA han generado discusiones angustiadas sobre por qué los estudiantes estadounidenses están tan rezagados en comparación con otros países como Finlandia, Corea y Polonia. Pero las clasificaciones más recientes, publicadas en diciembre de 2023, indicaron que los estudiantes estadounidenses de 15 años subieron en las clasificaciones internacionales en las tres materias: matemáticas, lectura y ciencias.
El secretario de Educación, Miguel Cardona, atribuyó este avance a la mayor inversión federal en educación de la historia, aproximadamente 200 mil millones de dólares, que mantuvo a Estados Unidos en el juego durante la pandemia. Las pruebas se administraron en 2022. Sin embargo, esta interpretación optimista oculta una imagen mucho más sombría. Si bien las clasificaciones pueden haber mejorado, las puntuaciones en las pruebas no lo hicieron. La única razón por la que Estados Unidos subió es porque el rendimiento académico en países que solían tener una clasificación más alta, como Islandia, cayó aún más desde la ronda de pruebas anterior en 2018. Ni India ni China, que encabezaron las clasificaciones en 2018, participaron en el PISA 2022.
En matemáticas, Estados Unidos pasó del puesto 29 al puesto 28, aún en la mitad inferior de las naciones económicamente avanzadas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), una organización internacional de 38 países miembros que supervisa el examen PISA. El deterioro en matemáticas fue particularmente devastador. Los estudiantes estadounidenses obtuvieron 13 puntos menos que en 2018, lo que equivale a perder dos tercios de un año de educación en la materia. Estas fueron las puntuaciones más bajas en matemáticas registradas en la historia de la prueba PISA de matemáticas, que comenzó en 2003. Más de un tercio de los estudiantes estadounidenses de 15 años, en su mayoría estudiantes de décimo grado, se consideran "bajos rendidores", incapaces de comparar distancias entre dos rutas o convertir precios a una moneda diferente.
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En la última década, la proporción de estudiantes estadounidenses en este nivel más bajo ha aumentado considerablemente. En 2012, poco más de una cuarta parte de los estudiantes estadounidenses se consideraban "bajos rendidores".
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