Estuario de Río Gallegos: 20 Años Protegiendo Aves Playeras y su Ecosistema Único
En la costanera de Río Gallegos, donde la ciudad respira al ritmo de las mareas, el estuario cumple 20 años desde su designación como Sitio de Importancia Internacional dentro de la Red Hemisférica de Reservas para Aves Playeras. La efeméride, además de celebrar un logro científico, resume dos décadas de trabajo sostenido, articulación institucional, educación ambiental y una comunidad que aprendió a mirar distinto el paisaje que tiene frente a su casa. “En el 2005 fue la designación formal del estuario y eso lo puso en el escenario internacional”, recuerda Germán Montero, referente de Ambiente Sur y uno de los protagonistas de este proceso, en diálogo con Radio Provincia. Ese reconocimiento fue el resultado de años de estudios iniciados a fines de los ‘90 por la universidad, con equipos liderados por Silvia Ferrari y Carlos Albrieu.
De ‘barro y gaviotas’ a un símbolo de identidad local
Antes de convertirse en un sitio reconocido por su valor biológico, el estuario era un área subestimada. “La frase con la que peleamos durante años era que acá no hay nada, solo barro y gaviotas ”, recuerda. Pero las investigaciones mostraron lo contrario. Se trata de un ecosistema diverso, dinámico, atravesado por una de las mareas más grandes del mundo y hogar de especies únicas.
También detectaron algo alarmante. Y es que el avance urbano estaba poniendo en riesgo ese ambiente. Entre la falta de planificación y el relleno costero, la ciudad se había expandido durante 60 años hacia el mar. La creación de la Reserva Costera Urbana en 2004 fue el primer paso para frenar ese proceso.
“A los que trabajamos en conservación no nos gustan las áreas protegidas de papel”, dice Germán. Por eso, después de la declaración, siguieron años de alambrar, sanear, sensibilizar, gestionar. Hubo cambios de gestiones, de equipos, de prioridades gubernamentales, pero el trabajo nunca se detuvo. “No es sencillo sostener 20 años, pero cuando nos ponemos de acuerdo, se avanza”.
El Chorlito ceniciento y el Proyecto Binacional Pluvianellus
La incorporación del estuario a la Red Hemisférica se sustentó, entre otros criterios, en una especie particular: el Chorlito ceniciento. “La única playera que alimenta regurgitando a sus pichones”, entre otras particularidades, explica Germán. Su carácter único lo convirtió en un indicador clave, pero también en el centro de un nuevo problema: su población es mucho menor de lo que se creía.
Durante décadas se asumió que había entre 1.500 y 7.000 individuos. Sin embargo, el primer censo simultáneo y sistemático, realizado en 2021, reveló apenas 264. Este año, el máximo fue de 383. Argentina y Chile —porque se trata de una especie binacional— lo recategorizaron como vulnerable. Y así nació el Proyecto Binacional Pluvianellus, un esfuerzo conjunto para su conservación que une a gobiernos, ONGs, universidades, municipios y organismos técnicos de ambos lados de la cordillera.
“Las aves no tienen fronteras”, dice Germán. “El gran desafío es cómo nos sacamos nosotros nuestros esquemas de frontera”, cuenta. En ese punto es cuando hablamos de la gobernanza ambiental, que lo que persigue es lograr “que todos podamos articular para un mismo objetivo”, señala al recordar que la conservación de la especie dio origen a una agenda binacional inédita.
Gobernanza ambiental y vínculos fortalecidos
Esa agenda reúne a organismos nacionales de Argentina y Chile, municipios, regiones, universidades, ONGs y equipos técnicos de ambos lados de la cordillera. “Nos hemos puesto de acuerdo en una agenda común”, dice, y reconoce que el proceso no solo fortaleció la protección del ambiente, sino también los vínculos entre quienes lo habitan y lo estudian. “En torno al trabajo con Chile hemos visto que nos unen un montón de cosas”.

Fuente: https://elrompehielos.com.ar/veinte-anos-que-cambiaron-la-historia-del-estuario-de-rio-gallegos



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