Flota Tangonera Reactivada: Retoma la Pesca de Langostino tras Acuerdo Histórico
La industria del langostino argentino, motor económico de numerosas comunidades costeras, se vio sumida en una prolongada inactividad tras el cierre de la temporada 2024. Un conflicto laboral entre las cámaras empresariales y los sindicatos marítimos paralizó la flota tangonera congeladora durante meses, generando un impacto significativo en toda la cadena de valor. Este artículo analiza en detalle las causas de la paralización, el proceso de negociación que condujo a un acuerdo, y la reciente reactivación de la flota, destacando los puertos clave y las perspectivas para la temporada 2025. Se explorará el impacto económico de la inactividad y los beneficios esperados con la reanudación de la actividad pesquera.
El Conflicto Laboral y la Paralización de la Flota
La inmovilización de la flota tangonera congeladora, que comenzó el 19 de septiembre de 2024, fue el resultado de intensas negociaciones entre las cámaras empresariales del sector y los sindicatos de la marinería, específicamente el Sindicato de Obreros Marítimos Unidos (SOMU) y el Sindicato Marítimo de Pescadores (SIMAPE). La raíz del conflicto radicaba en la necesidad de adecuar los Convenios Colectivos de Trabajo (CCT) a la nueva realidad económica del sector, marcada por la fluctuación de la demanda y la necesidad de optimizar costos. Los sindicatos, con una postura firme, se resistían a las propuestas de ajuste, argumentando la defensa de los derechos laborales y las condiciones de trabajo de sus afiliados.
La falta de acuerdo tuvo consecuencias inmediatas y significativas. Se suspendieron las mareas habituales fuera de la Zona de Veda Permanente de Juveniles de Merluza (ZVPJM), generalmente al norte del paralelo 42° Sur, lo que limitó las posibilidades de pesca. Además, se recortaron al menos sesenta días de la temporada de pesca de langostino 2025 en aguas nacionales dentro de la ZVPJM, afectando directamente la planificación y la rentabilidad de las empresas pesqueras. Este recorte generó un efecto dominó en las actividades conexas, como la logística, el procesamiento y la comercialización del langostino.
El Acuerdo y la Reactivación de la Pesca
Tras meses de estancamiento, las partes involucradas lograron alcanzar un acuerdo el 1 de agosto, demostrando un acto de madurez y entendimiento mutuo. Los detalles específicos del acuerdo no se detallan en el texto original, pero se entiende que implicó concesiones por ambas partes para desbloquear la situación. La firma del acuerdo permitió la reactivación de la flota, que comenzó a materializarse al día siguiente, el 2 de agosto. Este evento marcó un punto de inflexión para la industria del langostino y las comunidades costeras que dependen de ella.
La reactivación no fue inmediata ni uniforme en todos los puertos. El buque congelador Mar Esmeralda, partiendo desde el puerto de Buenos Aires, fue el primero en zarpar, iniciando un derrotero de 660 millas náuticas hacia las subáreas 8 y 12, recientemente abiertas a la pesca de langostino. Horas después, el Aresit emprendió el mismo camino. El movimiento se extendió rápidamente a otros puntos estratégicos de la costa, como Puerto Rosales, Puerto Deseado y Puerto Madryn.
Movimiento de la Flota por Puertos Estratégicos
Puerto Rosales experimentó un importante movimiento de flota el 3 de agosto, con una nutrida cantidad de buques zarpando hacia las zonas habilitadas de pesca. Entre los buques que soltaron amarras se encontraban el Valiente II, Mara I, Minchos Octavo, Valiente I, Jueves Santo, Pevegasa Quinto, Bogavante Segundo, Magdalena, Api XII, Argenova XXIII y Api VII. Este despliegue masivo reflejó la urgencia de las empresas por aprovechar la temporada de pesca y recuperar el tiempo perdido.
Puerto Deseado también registró un significativo movimiento, con la partida de los congeladores Empesur VIII, Empesur VII, Empesur VI, Miércoles Santo y Mar María, todos con destino a las subáreas operativas de langostino en aguas nacionales. Puerto Madryn, en cambio, tuvo un inicio más moderado, con solo los buques de Conarpesa —Antonio Álvarez, Fernando Álvarez y Conarpesa I— emprendiendo el derrotero hacia las zonas de pesca.
La expectativa se centró en Mar del Plata, donde la flota de la firma Luis Solimeno e Hijos ultimaba los preparativos para zarpar. Se esperaba que los primeros buques de la compañía pusieran proa hacia la pesquería de langostino en la mañana y tarde del 4 de agosto, mientras se aguardaba el alistamiento de la flota congeladora del Grupo Moscuzza para los días siguientes. Sin embargo, varios fresqueros ya operaban desde semanas atrás, anticipando la reactivación generalizada.
Impacto Económico y Perspectivas para la Temporada 2025
La reactivación de la flota de langostino representa un impulso significativo para la economía de las comunidades costeras. No solo implica el reinicio de la actividad pesquera, sino también el retorno de un flujo laboral sostenido en los puertos y plantas procesadoras. Esto se traduce en la recuperación, aunque sea parcial, de la normalidad en la generación de empleo directo e indirecto que la industria del langostino representa. La reactivación de la actividad pesquera es vital para mantener el tejido social y económico de estas regiones.
El impacto económico se extiende a lo largo de toda la cadena de valor del langostino, desde los armadores y la tripulación de los buques hasta los trabajadores de las plantas procesadoras, los transportistas y los comercializadores. La reanudación de la pesca permite a las empresas pesqueras cumplir con sus compromisos comerciales y satisfacer la demanda del mercado, tanto nacional como internacional. La industria del langostino es un importante generador de divisas para el país.
La temporada de pesca de langostino 2025 se presenta con desafíos y oportunidades. El recorte de sesenta días de pesca en la ZVPJM representa una limitación importante, pero la apertura de las subáreas 8 y 12 ofrece nuevas posibilidades de captura. El éxito de la temporada dependerá de la capacidad de las empresas para adaptarse a las nuevas condiciones, optimizar sus operaciones y garantizar la sostenibilidad de los recursos pesqueros. La colaboración entre el sector público y el sector privado será fundamental para superar los desafíos y aprovechar las oportunidades.
La sostenibilidad de la pesca de langostino es un tema crucial. Es necesario implementar prácticas de pesca responsable que permitan preservar los recursos para las futuras generaciones. Esto implica el cumplimiento de las regulaciones pesqueras, la adopción de tecnologías innovadoras y la promoción de la investigación científica. La industria del langostino debe asumir un compromiso con la protección del medio ambiente y la conservación de los ecosistemas marinos.
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