Fútbol y protesta: Eugenio Merino denuncia el genocidio en Gaza frente a la ONU
La provocación artística ha vuelto a golpear la escena internacional. Eugenio Merino, en colaboración con el colectivo INDECLINE, ha llevado a cabo una serie de performances impactantes que utilizan el fútbol como metáfora de la denuncia política y social. Desde Tijuana hasta Nueva York, pasando por São Paulo, Washington y España, la cabeza de figuras políticas controvertidas –Donald Trump, Jair Bolsonaro, Vladimir Putin, Francisco Franco y, ahora, Benjamin Netanyahu– ha servido como balón en un juego que busca visibilizar conflictos y denunciar lo que sus autores consideran genocidios y violaciones de derechos humanos. Esta última acción, frente a la sede de la ONU en Nueva York, ha generado una ola de reacciones y debate, reafirmando el poder del arte como herramienta de protesta y confrontación.
El Origen de la Provocación: Fútbol y Figuras Políticas
La idea central detrás de estas performances radica en la utilización del fútbol, un deporte universalmente reconocido y asociado a la competencia y el juego, para subvertir el poder y desafiar la autoridad. Al transformar la cabeza de líderes políticos en un objeto de juego, Merino e INDECLINE buscan deshumanizarlos y exponer sus acciones a la crítica pública. La elección de figuras como Trump, Bolsonaro, Putin, Franco y Netanyahu no es casual; todos ellos han sido acusados de políticas represivas, autoritarias o de cometer crímenes contra la humanidad. La acción en Tijuana, con la cabeza de Trump cerca de la valla fronteriza, simboliza la política migratoria restrictiva y la separación de familias. En São Paulo, el juego con la cabeza de Bolsonaro denuncia su historial de declaraciones homófobas y su gestión durante la pandemia. La performance en Washington, con la cabeza de Putin, critica la invasión de Ucrania y la represión en Rusia. En España, el uso de la cabeza de Franco frente a las trincheras de las Coves del Toll evoca la memoria histórica de la Guerra Civil y la dictadura franquista.
La serie de acciones se caracteriza por su carácter efímero y su fuerte carga simbólica. No se trata de vandalismo, sino de una intervención artística cuidadosamente planificada y ejecutada para generar impacto mediático y social. La elección de lugares emblemáticos, como la sede de la ONU o las cercanías del Capitolio, amplifica el mensaje y lo dirige a un público amplio y diverso. La donación de la cabeza de Netanyahu al Museo del Genocidio Palestino, tras la performance en Nueva York, refuerza la acusación de genocidio en Gaza y busca preservar la memoria de las víctimas.
La Denuncia del Genocidio en Gaza: El Contexto de la Última Performance
La acción frente a la ONU, realizada justo antes de la 80ª sesión de la Asamblea General, tiene como objetivo principal denunciar el genocidio en Gaza, según Merino e INDECLINE. La elección de Netanyahu como "balón" en este juego simbólico responde a su papel como primer ministro israelí y a las políticas implementadas por su gobierno en los territorios palestinos. La referencia a los datos de Amnistía Internacional, que concluyen que Israel está cometiendo un genocidio en Gaza desde el 7 de octubre de 2023, legitima la acusación y le otorga un respaldo legal y moral. La performance busca generar conciencia sobre la gravedad de la situación en Gaza y presionar a la comunidad internacional para que tome medidas concretas para detener la violencia y proteger a la población civil.
El colectivo INDECLINE aprovecha la acción para criticar la hipocresía de la ONU y la falta de compromiso con la defensa de los derechos humanos. Señalan que la elección del lugar no es casual, ya que la sede de la ONU se encuentra en un territorio fronterizo, marcado por barreras militarizadas y un clima de miedo y vigilancia. Cuestionan la necesidad de ocultar la verdad sobre lo que está sucediendo en Gaza y comparan la situación actual con los campos de concentración y los campos de internamiento del pasado. Argumentan que Gaza ha pasado de ser una nación a un campo de refugiados, luego a una prisión privatizada y, finalmente, a un campo de exterminio. La metáfora del juego, utilizada por Netanyahu para justificar sus acciones, es desmantelada por Merino e INDECLINE, quienes afirman que es hora de sacar la tarjeta roja.
La Colaboración Merino-INDECLINE: Un Encuentro entre Provocación y Activismo
La colaboración entre Eugenio Merino e INDECLINE surgió en septiembre de 2019, durante la exposición "The Invisible Hand" en Leipzig, Alemania. Merino presentó su obra "Putin Boxing", una cabeza del presidente ruso utilizada como práctica para el boxeo, mientras que INDECLINE exhibió una figura desnuda de Donald Trump. El encuentro entre ambos artistas, unidos por su espíritu provocador y su compromiso con la denuncia social, dio lugar a una colaboración fructífera que ha dado como resultado una serie de acciones impactantes en diferentes partes del mundo. La elección del fútbol como leitmotiv de su colaboración se basa en su capacidad para generar atención mediática y movilizar a la opinión pública.
La performance en Brasil, con la cabeza de Jair Bolsonaro, generó un escándalo nacional y desató una ola de críticas y acusaciones de delito de odio por parte de los seguidores del expresidente. Merino ya ha enfrentado acusaciones similares a lo largo de su carrera, incluyendo demandas de la Fundación Francisco Franco por atentar contra el honor del dictador. Estas controversias no han disuadido a Merino e INDECLINE de continuar con su trabajo, sino que han reafirmado su compromiso con la libertad de expresión y la denuncia social. La utilización de la cabeza de Franco en diferentes performances, incluyendo el "Freedom Kick" en las trincheras de las Coves del Toll, demuestra su voluntad de confrontar el pasado y cuestionar el legado de la dictadura.
El Legado de la Provocación Artística: Más Allá del Impacto Mediático
Las acciones de Merino e INDECLINE trascienden el mero impacto mediático y se inscriben en una larga tradición de arte como herramienta de protesta y transformación social. Desde las vanguardias históricas hasta el arte contemporáneo, los artistas han utilizado su creatividad para desafiar el poder, denunciar la injusticia y promover el cambio social. La provocación artística, a menudo controvertida y polémica, tiene la capacidad de generar debate, cuestionar las normas establecidas y movilizar a la opinión pública. La serie de performances de Merino e INDECLINE, con su utilización del fútbol y sus figuras políticas como símbolos de denuncia, se suma a este legado y contribuye a enriquecer el debate sobre la libertad de expresión, los derechos humanos y la responsabilidad política.
La elección de figuras políticas específicas como blanco de sus performances no implica necesariamente una condena personal, sino una crítica a sus políticas y acciones. El objetivo no es atacar a los individuos, sino denunciar los sistemas de poder que les permiten perpetuar la violencia y la injusticia. La utilización del fútbol como metáfora del juego y la competencia permite deshumanizar a los líderes políticos y exponer sus acciones a la crítica pública. La donación de la cabeza de Netanyahu al Museo del Genocidio Palestino, tras la performance en Nueva York, refuerza la acusación de genocidio en Gaza y busca preservar la memoria de las víctimas. En última instancia, las acciones de Merino e INDECLINE buscan generar conciencia sobre la gravedad de los conflictos y presionar a la comunidad internacional para que tome medidas concretas para proteger a los derechos humanos y promover la paz.
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