Guerra por los Precios: Supermercados vs Fábricas tras Aumentos y el Rol del Gobierno
La reciente desregulación del mercado cambiario en Argentina, con la eliminación del cepo, desató una ola de intentos de aumentos de precios por parte de las principales empresas de consumo masivo. Sin embargo, una firme respuesta por parte de las cadenas de supermercados, respaldada por el Gobierno, ha puesto freno a esta escalada, dando inicio a una intensa negociación que definirá el futuro de los precios de los productos de primera necesidad. Este artículo analiza en detalle los acontecimientos, las posiciones de los actores involucrados y las posibles consecuencias de esta “guerra por los precios”.
El Rechazo Inicial y la Presión de los Supermercados
La apertura del mercado cambiario, si bien esperada, fue aprovechada por algunas empresas para anunciar aumentos de precios que llegaban hasta el 16%. Esta reacción inmediata, sin una justificación clara en la evolución del tipo de cambio, generó una fuerte respuesta por parte de las cadenas de supermercados. Ante la recepción de listas de precios con incrementos considerados “puramente especulativos”, las cadenas decidieron rechazar la mercadería, obligando a las fábricas a sentarse a negociar.
La postura de los supermercados es clara: no aceptarán aumentos que no estén respaldados por un incremento real en los costos, especialmente en relación con la devaluación del peso. Desde una de las cadenas más grandes, de origen extranjero, se enfatizó la necesidad de evitar aumentos injustificados, señalando que el mercado no está en condiciones de absorberlos.
Esta actitud firme se ve reforzada por la posibilidad de recurrir a la importación de productos, una opción que ya está siendo explorada activamente. Las cadenas tienen la “venia” del Gobierno para importar productos de la canasta básica a precios más competitivos, lo que representa una amenaza directa para las industrias locales que intenten imponer aumentos desmedidos.
La Intervención del Gobierno y la Denuncia Pública
El Gobierno de Javier Milei no se quedó al margen de la situación. El ministro Luis Caputo utilizó sus redes sociales para denunciar públicamente el rechazo de los supermercados a la mercadería de Unilever y Molinos, empresas que habían presentado listas de precios con aumentos de entre el 9% y el 12%. Esta intervención pública buscó respaldar la postura de los supermercados y enviar un mensaje claro a las empresas: no se tolerarán prácticas especulativas.
La subsecretaría de Defensa del Consumidor y Lealtad Comercial, a cargo de Fernando Blanco Muiño, también se sumó a la denuncia, afirmando que no existe justificación, ni cambiaria ni tributaria, para los aumentos pretendidos. Se advirtió que las listas de precios con incrementos injustificados serán rechazadas por las cadenas y almacenes, reafirmando el compromiso del Gobierno de proteger a los consumidores.
La postura del presidente Javier Milei fue aún más contundente, advirtiendo a los empresarios que “aprenderán del principio de imputación de Menger a la fuerza: se van a meter los productos en el orto”. Esta declaración, aunque polémica, refleja la determinación del Gobierno de combatir la inflación y evitar prácticas abusivas.
Los Productos Más Afectados y la Ola de Remarcaciones
Los primeros aumentos de precios se concentraron en productos sensibles al precio del dólar, como aceites (con incrementos de hasta el 16%), harinas, fideos, panificados, arroz y productos enlatados. También se observaron ajustes en productos de limpieza e higiene. La rapidez con la que se implementaron estos aumentos, a las pocas horas de la salida del cepo, generó sospechas sobre la existencia de una estrategia coordinada para aprovechar la devaluación.
Sin embargo, la evolución posterior del tipo de cambio contradijo la postura de los empresarios. El dólar se acomodó en $1.122, apenas un 4% por encima del último viernes, una devaluación que no justifica los aumentos aplicados. Esta situación refuerza la sospecha de que las empresas intentaron aprovechar la incertidumbre inicial para aplicar aumentos especulativos.
La Asociación de Supermercados emitió un comunicado reafirmando su compromiso de no aceptar listas de precios con aumentos desmedidos o especulativos, reiterando su objetivo de ofrecer productos de la máxima calidad al mejor precio.
La Amenaza de la Importación y las Alternativas Extranjeras
La principal herramienta de presión de los supermercados es la amenaza de recurrir a la importación. Las cadenas ya tienen abiertos los canales con importadoras de distintos productos de la canasta esencial, buscando alternativas más económicas y competitivas. Se mencionan ejemplos concretos, como fideos desde Albania, manteca, leche fluida y otros lácteos desde Uruguay, e incluso cerveza de Alemania.
La posibilidad de importar productos a precios más bajos que los que se consiguen en las góndolas argentinas, con calidad similar, representa una seria amenaza para las industrias locales. Algunas cadenas ya están experimentando con la venta de cerveza de marca propia, que se ha convertido en la más vendida, superando a las marcas tradicionales.
Los directivos de las cadenas supermercadistas coinciden en que el mercado no está en condiciones de absorber aumentos de precios, dado el débil consumo. En este contexto, la posibilidad de importar productos se presenta como una solución para poner un límite a las industrias locales y ofrecer precios más accesibles a los consumidores.
El Contexto Económico y la Debilidad del Consumo
La situación actual se enmarca en un contexto económico complejo, marcado por la alta inflación y la incertidumbre cambiaria. La eliminación del cepo, si bien era una medida necesaria para normalizar el mercado, generó una ola de especulación que puso en riesgo la estabilidad de los precios. La respuesta de los supermercados y del Gobierno busca evitar que esta especulación se traduzca en un aumento generalizado de los precios.
La debilidad del consumo es otro factor clave a tener en cuenta. La pérdida de poder adquisitivo de la población, como consecuencia de la inflación, ha reducido la capacidad de gasto de los hogares. En este contexto, los aumentos de precios pueden tener un impacto aún mayor en el consumo, agravando la situación económica.
La negociación entre los supermercados y las fábricas se presenta como un punto de inflexión en la lucha contra la inflación. El resultado de esta negociación definirá si se logra estabilizar los precios y proteger el poder adquisitivo de los consumidores, o si se continúa por el camino de la especulación y el aumento generalizado de los precios.
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