Iñaki Gabilondo advierte sobre un futuro bélico: La historia nos condena a repetir errores.

La reciente conversación entre el escritor David Uclés y el veterano periodista Iñaki Gabilondo ha resonado con fuerza en el panorama informativo español. Uclés, promotor de una profunda inmersión en las heridas de la Guerra Civil española, planteó a Gabilondo una pregunta inquietante: ¿estamos abocados a un futuro bélico? La respuesta de Gabilondo, lejos de ser alarmista, se caracterizó por una sobriedad que, paradójicamente, resulta aún más perturbadora. Sus palabras, ancladas en una lectura histórica pesimista y en la observación del actual contexto geopolítico, sugieren que la paz, tal como la concebimos tras la Segunda Guerra Mundial, se desvanece rápidamente. Este artículo explora en profundidad las reflexiones de Gabilondo, analizando los “polvorines” globales que amenazan con estallar, la pérdida de la ilusión por la paz y la recurrente incapacidad de la humanidad para aprender de sus propios errores.

Índice

El Peso de la Historia: Ciclos de Conflicto y la Falta de Aprendizaje

Gabilondo fundamenta su visión en una premisa histórica contundente: la humanidad parece condenada a repetir los mismos errores. Afirma que, a lo largo de la historia, las situaciones de bloqueo, de “atasco” como él las denomina, han terminado invariablemente en un “reventón”, una explosión de violencia que actúa como una forma de “depuración”. Esta idea, aunque cruda, no es nueva. Desde Tucídides hasta historiadores contemporáneos, se ha señalado la tendencia humana a recurrir a la guerra como solución a problemas complejos, a menudo exacerbados por la incapacidad de la diplomacia y la falta de visión a largo plazo. La ironía, según Gabilondo, reside en que la única lección que se extrae de la historia es precisamente que no se aprende nada de ella. Este ciclo vicioso de conflicto y olvido perpetúa la amenaza de nuevas guerras, incluso en un mundo aparentemente más interconectado y civilizado.

La Guerra Civil Española, tema central en la obra de Uclés, sirve como un ejemplo paradigmático de esta dinámica. Un país profundamente dividido, con tensiones sociales y políticas latentes, llegó a un punto de no retorno que desembocó en un conflicto fratricida. Gabilondo no establece una analogía directa entre la España de los años 30 y el mundo actual, pero sí sugiere que las condiciones que propiciaron la guerra – polarización, radicalización, incapacidad de diálogo – están presentes en diversas regiones del planeta. La historia, por tanto, no es un mero relato del pasado, sino una advertencia constante sobre los peligros que acechan al presente.

Los "Polvorines" Globales: Puntos Calientes de Tensión

Gabilondo identifica la existencia de “seis o siete polvorines” en el mundo, zonas de alta tensión donde un incidente menor podría desencadenar un conflicto de gran envergadura. Aunque no especifica cuáles son estas regiones, es posible inferir algunas de ellas a partir del análisis del contexto geopolítico actual. Ucrania, con la invasión rusa y la continua escalada de tensiones, es sin duda uno de los puntos más críticos. El conflicto en Oriente Medio, con la persistente inestabilidad en Gaza, Siria, Yemen y la creciente influencia de actores no estatales, representa otra amenaza importante. La situación en el Mar de China Meridional, con las disputas territoriales y la militarización de la región, también es motivo de preocupación. Otros posibles “polvorines” podrían incluir la península coreana, el Sahel africano y la región del Cáucaso.

La complejidad de estos conflictos radica en la multiplicidad de actores involucrados y la interconexión de sus intereses. Las potencias globales, como Estados Unidos, China y Rusia, compiten por la influencia en estas regiones, a menudo apoyando a diferentes facciones en conflicto. Esta dinámica de “guerra por poderes” aumenta el riesgo de una escalada incontrolada. Además, la proliferación de armas, tanto convencionales como nucleares, agrava aún más la situación. La posibilidad de que un error de cálculo, un incidente accidental o un acto de provocación desencadenen una guerra a gran escala es, lamentablemente, real.

La Desaparición de la Ilusión por la Paz: Un Cambio de Paradigma

Uno de los aspectos más preocupantes de la reflexión de Gabilondo es su diagnóstico sobre la pérdida de la ilusión por la paz. Después de la Segunda Guerra Mundial, existió un optimismo generalizado sobre la posibilidad de construir un mundo más justo y pacífico. La creación de las Naciones Unidas, el nacimiento de la Unión Europea y la cooperación económica a través de iniciativas como la Comunidad Europea del Carbón y del Acero fueron expresiones de esta esperanza. Sin embargo, Gabilondo sostiene que esa ilusión se ha desvanecido. La Guerra Fría, los conflictos regionales, el auge del terrorismo y, más recientemente, la invasión de Ucrania han erosionado la confianza en la capacidad de la humanidad para resolver sus diferencias de manera pacífica.

Esta pérdida de la ilusión por la paz se manifiesta en una creciente indiferencia ante el sufrimiento humano y en una normalización de la violencia. La retórica belicista, el nacionalismo exacerbado y la desinformación contribuyen a crear un clima de hostilidad y desconfianza. La diplomacia, que debería ser la herramienta principal para la resolución de conflictos, a menudo se ve marginada en favor de soluciones militares. La falta de liderazgo político y la incapacidad de las instituciones internacionales para hacer frente a los desafíos globales también contribuyen a esta situación. En un mundo cada vez más polarizado y fragmentado, la búsqueda de la paz parece una tarea cada vez más difícil.

El Contrapeso Insuficiente: Elementos de Estabilidad en un Mundo Incierto

A pesar de su visión pesimista, Gabilondo reconoce la existencia de “elementos de contrapeso” que podrían evitar una escalada generalizada del conflicto. Estos elementos incluyen la interdependencia económica entre los países, la existencia de instituciones internacionales, la presión de la opinión pública y la disuasión nuclear. Sin embargo, Gabilondo advierte que estos contrapesos son cada vez menos efectivos. La globalización, si bien ha fomentado la interdependencia económica, también ha creado nuevas formas de vulnerabilidad y desigualdad. Las instituciones internacionales, como las Naciones Unidas, se ven a menudo paralizadas por la falta de consenso entre sus miembros. La opinión pública, aunque puede ejercer presión sobre los gobiernos, a menudo está dividida y manipulada por la desinformación.

La disuasión nuclear, que durante décadas ha evitado una guerra a gran escala entre las potencias, también se enfrenta a nuevos desafíos. La proliferación de armas nucleares, el desarrollo de nuevas tecnologías militares y la creciente inestabilidad geopolítica aumentan el riesgo de un uso accidental o intencionado de estas armas. Además, la doctrina de la “destrucción mutua asegurada”, que ha sido la base de la disuasión nuclear durante la Guerra Fría, se ve cuestionada por el desarrollo de sistemas de defensa antimisiles y por la aparición de nuevos actores nucleares. En un mundo donde la confianza es escasa y la incertidumbre es alta, la disuasión nuclear puede ser una espada de doble filo.

La Urgencia de la Diplomacia y el Diálogo: Un Llamado a la Acción

Las reflexiones de Iñaki Gabilondo, aunque sombrías, no son una sentencia de fatalidad. Más bien, son un llamado a la acción, una advertencia sobre los peligros que acechan al mundo y una invitación a redoblar los esfuerzos para construir un futuro más pacífico. La diplomacia y el diálogo deben ser las herramientas principales para la resolución de conflictos. Es necesario fortalecer las instituciones internacionales, promover la cooperación económica y fomentar el entendimiento mutuo entre las culturas. La educación, la información y la lucha contra la desinformación son fundamentales para crear una opinión pública informada y responsable.

Es crucial abordar las causas profundas de los conflictos, como la pobreza, la desigualdad, la injusticia y la falta de oportunidades. La promoción del desarrollo sostenible, la protección de los derechos humanos y el fortalecimiento del estado de derecho son esenciales para crear sociedades más justas y pacíficas. La comunidad internacional debe asumir su responsabilidad de proteger a los civiles, prevenir los crímenes de guerra y garantizar la rendición de cuentas de los responsables. En un mundo cada vez más interconectado, la paz y la seguridad son bienes públicos globales que requieren la cooperación de todos.

noticiaspuertosantacruz.com.ar - Imagen extraida de: https://www.huffingtonpost.es//virales/david-ucles-le-pregunta-inaki-gabilondo-abocados-un-futuro-belico-sosegada-respuesta-da-pensar.html

Fuente: https://www.huffingtonpost.es//virales/david-ucles-le-pregunta-inaki-gabilondo-abocados-un-futuro-belico-sosegada-respuesta-da-pensar.html

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