Jorge Fernández revela su infancia en Mondragón y el peso de ETA
Jorge Fernández, rostro conocido de la televisión española por su participación en programas como "Saber Decir", ha compartido recientemente recuerdos de su infancia en Mondragón, un pueblo marcado por la fuerte presencia de ETA en los años 80. Sus declaraciones, rescatadas de una entrevista en YouTube y viralizadas en TikTok, ofrecen una perspectiva personal y conmovedora sobre cómo creció en un entorno politizado y radicalizado, y cómo esa experiencia influyó en su vida. Este artículo explora en profundidad las reflexiones de Fernández, contextualizando la situación de Mondragón en la época y analizando el impacto psicológico de crecer en un ambiente dominado por la tensión política y la violencia.
Mondragón en los años 80: La "Cuna de ETA"
Mondragón, ubicada en el País Vasco, adquirió una reputación particular durante la década de 1980 como uno de los principales focos de actividad de ETA. La organización terrorista encontró en la región un terreno fértil para su reclutamiento y operaciones, aprovechando el sentimiento nacionalista vasco y las tensiones sociales y políticas existentes. La presencia de ETA en Mondragón no se limitaba a acciones violentas; permeaba la vida cotidiana de sus habitantes, generando un clima de miedo, desconfianza y polarización. La economía local, basada en el cooperativismo, contrastaba con la radicalización política, creando una paradoja que marcó la identidad del pueblo.
La estructura cooperativa de Mondragón, conocida como Mondragón Corporación Cooperativa (MCC), era y sigue siendo un modelo económico único en el mundo. Sin embargo, incluso dentro de este sistema, la influencia de ETA era palpable. La organización terrorista intentó, en ocasiones, cooptar a trabajadores y empresas cooperativas para financiar sus actividades o para ejercer presión sobre el gobierno. Esta situación generó conflictos internos y dilemas morales entre aquellos que apoyaban la economía cooperativa y aquellos que simpatizaban con la causa de ETA. La complejidad de este contexto es fundamental para comprender las vivencias de Jorge Fernández durante su infancia.
La normalización de la violencia y la politización extrema eran características comunes en Mondragón durante esos años. Los niños y jóvenes crecieron expuestos a un discurso radicalizado y a la presencia constante de símbolos y manifestaciones relacionadas con ETA. La discusión política era omnipresente en los hogares, las escuelas y las calles, y la línea entre el activismo político y la violencia era a menudo difusa. Esta exposición temprana a la conflictividad política dejó una huella profunda en la generación de Jorge Fernández, marcando su visión del mundo y su percepción de la realidad.
La Infancia de Jorge Fernández: Crecimiento en un Entorno Politizado
Jorge Fernández describe su infancia en Mondragón como "bonita" en muchos aspectos, destacando la importancia del deporte y el apoyo familiar. Sin embargo, reconoce que creció en un ambiente profundamente politizado, donde la presencia de ETA era una realidad constante. A pesar de la normalización de la situación, Fernández admite que "un montón de cosas empezaban a pesarle", lo que sugiere una creciente conciencia de la gravedad de la situación y un malestar latente. Esta ambivalencia refleja la experiencia de muchos niños y jóvenes que crecieron en Mondragón durante esos años, divididos entre el deseo de una vida normal y la imposibilidad de ignorar la realidad política que les rodeaba.
El relato de Fernández revela cómo la politización afectaba incluso a los aspectos más cotidianos de la vida. La escuela, el barrio y las relaciones sociales estaban impregnados de ideología y tensión. Los niños y jóvenes eran conscientes de las divisiones políticas y sociales, y a menudo se veían obligados a tomar partido o a evitar conflictos. Esta situación generaba un clima de desconfianza y aislamiento, dificultando la formación de relaciones auténticas y la expresión libre de opiniones. La necesidad de navegar por este complejo panorama social requería una gran madurez y capacidad de adaptación.
La práctica deportiva, mencionada por Fernández como un elemento positivo de su infancia, puede haber servido como una válvula de escape y un espacio de socialización fuera de la esfera política. El deporte ofrecía un ambiente de camaradería y competencia sana, donde los jóvenes podían desarrollar habilidades físicas y sociales sin estar expuestos a la tensión política. Sin embargo, incluso en el ámbito deportivo, la influencia de la ideología podía ser palpable, ya sea a través de la afiliación de clubes a movimientos nacionalistas o de la politización de eventos deportivos.
El "Oxígeno" de Vitoria: Una Nueva Perspectiva
La decisión de Jorge Fernández de estudiar INEF en Vitoria a los 18 años marcó un punto de inflexión en su vida. Describe esta etapa como "un poco de oxígeno", lo que sugiere que la mudanza a una ciudad menos politizada le permitió respirar más libremente y distanciarse de la atmósfera opresiva de Mondragón. Vitoria, como capital de Álava, ofrecía un entorno más diverso y cosmopolita, donde la influencia de ETA era menos dominante. Esta nueva perspectiva le permitió a Fernández reevaluar su pasado y construir su propio camino.
El cambio de entorno también facilitó la expansión de sus horizontes sociales y culturales. En Vitoria, Fernández tuvo la oportunidad de conocer a personas de diferentes orígenes y con diferentes puntos de vista, lo que enriqueció su visión del mundo y le permitió cuestionar las ideas preconcebidas que había adquirido en Mondragón. La universidad, como espacio de debate y aprendizaje, le proporcionó las herramientas intelectuales necesarias para analizar críticamente la situación política y social del País Vasco. Esta experiencia fue fundamental para su desarrollo personal y profesional.
La metáfora del "oxígeno" utilizada por Fernández es particularmente elocuente. Sugiere que la atmósfera política de Mondragón era asfixiante, impidiendo el desarrollo pleno de su personalidad y su capacidad de pensamiento crítico. La mudanza a Vitoria le permitió liberarse de esa opresión y respirar un aire más puro, lo que le abrió las puertas a nuevas oportunidades y posibilidades. Esta experiencia subraya la importancia de la movilidad y la exposición a diferentes culturas y perspectivas para el crecimiento personal y la construcción de una sociedad más tolerante y diversa.
El Impacto a Largo Plazo: Marcas Invisibles
A pesar de la distancia temporal y geográfica, Jorge Fernández reconoce que su infancia en Mondragón le ha marcado profundamente. Admite que "a toro pasado no sabía que ese episodio me había marcado tanto", lo que sugiere que el impacto psicológico de crecer en un entorno politizado y radicalizado fue más significativo de lo que había percibido en su momento. Esta revelación es importante porque pone de manifiesto la necesidad de reconocer y abordar las secuelas emocionales y psicológicas de la violencia y la conflictividad política.
La descripción de Mondragón como un pueblo de "24.000 habitantes y mucha política y muy marcada y radical" enfatiza la intensidad de la experiencia. En una comunidad pequeña, la politización extrema puede generar un clima de tensión y desconfianza que afecta a todos los aspectos de la vida social. La falta de privacidad y la omnipresencia del discurso político pueden generar un sentimiento de opresión y limitar la libertad individual. Esta situación puede tener consecuencias negativas para la salud mental y el bienestar emocional de los habitantes.
El hecho de que Fernández haya alcanzado el éxito profesional como presentador de televisión y comunicador sugiere que ha logrado superar las dificultades de su infancia y construir una vida plena y satisfactoria. Sin embargo, su reconocimiento de que la experiencia le ha marcado demuestra que las cicatrices emocionales pueden persistir a lo largo del tiempo, incluso después de haber superado las adversidades. Esta honestidad y vulnerabilidad son admirables y contribuyen a humanizar la figura pública de Fernández.
Mondragón Hoy: Un Pueblo Transformado
Jorge Fernández concluye sus reflexiones con una nota de optimismo, afirmando que "afortunadamente todo eso ha cambiado, Mondragón ha cambiado mucho y está todo mucho mejor". Esta afirmación sugiere que el pueblo ha logrado superar las divisiones políticas y sociales del pasado y construir un futuro más pacífico y próspero. La transformación de Mondragón es un testimonio de la capacidad de las comunidades para superar la violencia y la conflictividad y construir una sociedad más justa y equitativa.
La evolución de Mondragón en las últimas décadas ha estado marcada por el fortalecimiento de la economía cooperativa, la promoción de la cultura de paz y la reconciliación, y la apuesta por la innovación y el desarrollo sostenible. La MCC ha seguido siendo un motor económico importante, generando empleo y riqueza en la región. Al mismo tiempo, se han implementado programas educativos y sociales para fomentar el diálogo, la tolerancia y el respeto a la diversidad. Estos esfuerzos han contribuido a crear un ambiente más favorable para la convivencia y el desarrollo personal.
La historia de Mondragón es un ejemplo de cómo las comunidades pueden superar la violencia y la conflictividad y construir un futuro mejor. La experiencia de Jorge Fernández, como testigo y protagonista de esta transformación, es un testimonio valioso de la importancia de la memoria histórica, la reconciliación y la apuesta por la paz. Su relato nos invita a reflexionar sobre el impacto de la violencia en la vida de las personas y sobre la necesidad de construir sociedades más justas, equitativas y tolerantes.
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