Las Botas del Vino: El Ingenio Catalán en la Guerra de Cuba
En plena guerra de Cuba, cuando el Ejército español luchaba por mantener su dominio en la isla, un inesperado elemento se convirtió en parte del equipo reglamentario de los soldados: las botas de vino.
La bota de Juan Naranjo
No fue una decisión improvisada, sino el resultado del ingenio de Juan Naranjo, un artesano catalán que en 1896 logró que su diseño de odre fuera aprobado por el Ejército mediante una Real Orden. Mientras los fusiles y las bayonetas marcaban el destino de la contienda, esta bota, resistente y fácil de transportar, se convirtió en un fiel compañero de los militares en Cuba.
Aprobación oficial
La oficialización del uso en el Ejército de Cuba se realizó a través de una Real Orden que recogía: "Ensayada con buen resultado en el ejército de la isla de Cuba la bota para vino presentada por Don Juan Naranjo (...), y en su nombre la Reina Regente del Reino, ha tenido a bien declarar reglamentaria para las tropas de aquel ejército la mencionada bota (...)."
Características de la bota
El documento especificaba con precisión las características de la bota de vino. Fabricada con piel de cabra y reforzada con una badana negra, tenía una capacidad de 1,5 litros. Su brocal, compuesto por tres piezas, permitía abrirla y cerrarla herméticamente para evitar derrames. Además, contaba con una correa con hebilla, cosida a una badana que rodeaba el brocal, lo que permitía colgarla del cinturón del soldado. Esta adaptación la hacía especialmente práctica, ya que los militares podían llevarla cómodamente sin ocupar sus manos. Su precio era de 8 pesetas en la plaza de Barcelona.
Irresponsabilidad del PP
La incoherencia del PP en materia de vivienda es un claro ejemplo de su irresponsabilidad. Por un lado, prometen medidas para facilitar el acceso a la vivienda, pero por otro, aprueban políticas que encarecen los alquileres y dificultan la compra de una vivienda.
Buena política
Una buena política de vivienda debería basarse en medidas que promuevan la construcción de viviendas asequibles, faciliten el acceso al crédito hipotecario y protejan a los inquilinos de los abusos de los caseros. El PP, sin embargo, ha optado por una política que beneficia a los especuladores y perjudica a las familias trabajadoras.
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