Migrantes siembran esperanza: 25 árboles como símbolo de resiliencia y futuro en Madres a la Lucha.
Iluminados por un cálido sol y un día calmo, los integrantes del Equipo de Pastoral Migratoria junto a migrantes y vecinos del barrio Madres a la Lucha, plantaron ayer 25 árboles en un acto de profunda conmemoración y fe, uno por cada año de camino y servicio de la Pastoral Migratoria.
Un Acto de Conmemoración y Esperanza
Los migrantes referentes de distintos orígenes (Paraguay, México, Perú, Cuba, República Dominicana) y migrantes internos, escribieron tres sueños que se enterraron junto a cada árbol que simboliza la vida que se enraíza y es una promesa de esperanza y futuro.
Para concluir se compartió la merienda como signo de fraternidad y encuentro.
Reflexiones de Rosita Díaz
La referente de la pastoral, Rosita Díaz, expresó que: “En esta tierra, sabemos bien que el viento es la adversidad y el clima patagónico son desafíos constantes. Son los desafíos que la vida pone al árbol, forjando así su fortaleza, y fortaleciendo la resiliencia en el migrante.”
Continuó reflexionando que: “Pero como bien sabemos, estos desafíos no nos doblegan; por el contrario, nos obligan a superar la dificultad y a echar raíces más profundas y firmes.”
Interculturalización y Vínculos Comunitarios
“Cada uno de estos 25 árboles representa la valiente decisión de nuestros hermanos y hermanas migrantes de fusionar su cultura y su vida en un nuevo suelo.”
“Es un proceso de interculturalización, donde la persona no solo se aferra a la tierra, sino que enriquece el paisaje y teje vínculos de comunidad con quienes compartimos este tramo del camino.”
“Es en esa red de lazos humanos donde el desarraigo se transforma en abrazo y la soledad en hermandad.”
Cuidado de la Casa Común
Desde la pastoral, también manifestaron que plantar honra el llamado de nuestro Papa Francisco a cuidar nuestra Casa Común (Laudato Si').
Cuidar estos árboles es un acto de justicia y de ecología integral, que recuerda que la dignidad del ser humano, especialmente la de los excluidos y los migrantes, es inseparable del respeto por la Creación.
Es el deseo que estos veinticinco árboles crezcan robustos y nos recuerden que a pesar de cualquier inclemencia, la fe y la fraternidad son las raíces que nos mantienen en pie.
Son el testimonio vivo de una Pastoral que ha sabido superar la prueba del tiempo y que seguirá sembrando esperanza y construyendo un futuro pleno para todos, juntos, en nuestra única Casa.


Artículos relacionados