Milei cede al campo ante la falta de dólares y protestas agrarias.
El reciente corte de rutas protagonizado por trabajadores agrarios en Argentina, extendido por tercer día consecutivo, no es un evento aislado. Se inscribe en un contexto de creciente tensión entre el gobierno de Javier Milei y un sector agropecuario que, a pesar de las promesas de liberación, se siente amenazado por las políticas de ajuste. Este artículo analiza en profundidad las dinámicas de poder que llevaron a la concesión de una reducción de retenciones por parte del gobierno, revelando una postal de presión económica y debilidad política que pone en evidencia la importancia estratégica del campo en la economía argentina y la vulnerabilidad del proyecto libertario ante la falta de divisas.
La Argentina de Javier Milei enfrenta una profunda crisis económica, caracterizada por una inflación galopante, una deuda externa insostenible y una depreciación constante del peso. El plan de ajuste implementado por el gobierno, basado en recortes de gasto público, desregulación y privatizaciones, ha impactado negativamente en la mayoría de los sectores productivos, comerciales y sociales. La clase media y los sectores más vulnerables son los más afectados, experimentando una pérdida significativa de poder adquisitivo y un aumento de la pobreza. Este panorama de incertidumbre y recesión ha generado un clima de tensión social y protestas generalizadas.
El ajuste, si bien buscaba estabilizar la macroeconomía, ha tenido efectos colaterales en la actividad económica. La caída del consumo interno, la reducción de la inversión y el aumento del desempleo son algunas de las consecuencias más visibles. Sectores clave como la industria, la construcción y el comercio minorista se encuentran en una situación crítica, con empresas que han cerrado sus puertas o se han visto obligadas a reducir su personal. La falta de confianza en la economía y la incertidumbre política dificultan la recuperación y el crecimiento.
El Poder del Lobby Agropecuario: Una Tradición Argentina
El sector agropecuario argentino ha sido históricamente un actor clave en la economía del país y un poderoso lobby político. Su capacidad para influir en las decisiones gubernamentales se basa en su importancia como generador de divisas, empleador y proveedor de alimentos. Las confederaciones agrarias, como la Sociedad Rural Argentina (SRA) y la Federación de Cooperativas de Productores Agropecuarios (FECOPRO), ejercen una fuerte presión sobre los gobiernos de turno para defender los intereses del sector.
El lobby agropecuario se manifiesta de diversas formas, desde reuniones con funcionarios gubernamentales y campañas de publicidad hasta movilizaciones y protestas. En el pasado, el sector ha logrado obtener importantes concesiones de los gobiernos, como la reducción de retenciones a las exportaciones, la flexibilización de las regulaciones ambientales y el acceso a créditos subsidiados. Esta capacidad de influencia se debe, en parte, a la concentración de la propiedad de la tierra y al poder económico de los grandes productores.
La reciente negociación entre el gobierno de Milei y el sector agropecuario no es una excepción a esta regla. La amenaza de un cierre conflictivo de la muestra de la Rural, con la consiguiente exposición mediática negativa para el gobierno, fue suficiente para obligar a los funcionarios a ceder a las demandas del campo. Esta situación pone de manifiesto la asimetría de poder entre el gobierno y el sector agropecuario, y la vulnerabilidad del proyecto libertario ante la falta de respaldo económico.
La Negociación y la Concesión: Un Retroceso para el Ajuste
La insistencia del gobierno de Javier Milei en mantener las retenciones a las exportaciones agropecuarias, una promesa de campaña, chocó de frente con la realidad económica. La falta de dólares, exacerbada por el inicio de la sequía y la incertidumbre sobre las políticas económicas, obligó al gobierno a reconsiderar su postura. Las conversaciones con los representantes del campo se caracterizaron por la firmeza de las demandas del sector y la resistencia inicial del gobierno.
Los funcionarios, encabezados por el ministro de Economía, Luis Caputo, intentaron persuadir al sector agropecuario de que mantuviera la calma y confiara en el plan económico del gobierno. Se les prometieron beneficios futuros y se les aseguró que eran el "corazón" del plan de recuperación. Sin embargo, estas promesas no fueron suficientes para calmar las inquietudes del sector, que exigía una reducción inmediata de las retenciones. La situación se tornó crítica cuando se acercaba la fecha de cierre de la muestra de la Rural, y el gobierno temía una ola de críticas por no haber cumplido su promesa.
Finalmente, el gobierno cedió a las presiones y anunció una reducción de las retenciones que abarca desde la carne hasta la soja. Esta decisión representa un retroceso significativo para el plan de ajuste, ya que implica una menor recaudación fiscal y un aumento del déficit público. La concesión también debilita la credibilidad del gobierno y pone en duda su capacidad para llevar adelante las reformas estructurales que había prometido.
La Falta de Dólares y la Desesperación Oficial: Un Punto de Quiebre
La principal razón que motivó al gobierno a ceder a las demandas del sector agropecuario fue la urgente necesidad de dólares. La Argentina enfrenta una escasez crónica de divisas, que dificulta la importación de bienes y servicios, el pago de la deuda externa y la estabilización del tipo de cambio. La falta de dólares también genera incertidumbre y desconfianza en la economía, lo que dificulta la inversión y el crecimiento.
El gobierno de Milei había apostado a la liberalización económica y la atracción de inversiones extranjeras para solucionar el problema de la falta de dólares. Sin embargo, los resultados hasta el momento han sido decepcionantes. La inversión extranjera no ha llegado en la cantidad esperada, y la fuga de capitales continúa siendo un problema importante. En este contexto, el gobierno se vio obligado a recurrir al sector agropecuario, que es el principal generador de divisas del país.
La desesperación del gobierno por obtener dólares se reflejó en la actitud sumisa de los funcionarios durante la negociación con el sector agropecuario. Se les concedieron todas las demandas, sin poner condiciones ni exigir contrapartidas. Esta situación pone de manifiesto la debilidad del poder político frente al poder económico, y la vulnerabilidad del proyecto libertario ante la falta de respaldo financiero.
Implicaciones a Futuro: Un Escenario de Continuas Presiones
La concesión de la reducción de retenciones al sector agropecuario sienta un precedente peligroso para el futuro. Demuestra que el gobierno está dispuesto a ceder a las presiones de los grupos de poder económico, incluso a costa de sus principios y de su plan de ajuste. Esto podría generar una espiral de demandas y concesiones, que debilitaría aún más la posición del gobierno y dificultaría la implementación de las reformas estructurales.
El sector agropecuario, al haber logrado obtener una importante concesión, se sentirá fortalecido y podría seguir presionando al gobierno para obtener nuevos beneficios. Es probable que exija la eliminación total de las retenciones, la flexibilización de las regulaciones ambientales y el acceso a créditos subsidiados. El gobierno, en una situación de debilidad económica y política, podría verse obligado a ceder a estas demandas, lo que agravaría aún más la crisis fiscal y la incertidumbre económica.
La situación actual plantea un desafío importante para el gobierno de Milei. Debe encontrar una forma de equilibrar las demandas del sector agropecuario con las necesidades del país, y de llevar adelante un plan económico sostenible que no dependa exclusivamente de las exportaciones agropecuarias. Esto requiere una estrategia integral que incluya la diversificación de la economía, la promoción de la inversión extranjera y la mejora de la competitividad.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/845029-un-presidente-rendido-ante-el-lobby-agrario
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