Millás denuncia la preocupante falta de cultura en las conversaciones de Ábalos y Koldo.
La reciente controversia que involucra a Koldo García y José Luis Ábalos ha trascendido la esfera de la corrupción política para adentrarse en un terreno inesperado: el cultural. El escritor Juan José Millás, con su aguda sensibilidad, ha señalado una carencia sorprendente en las conversaciones filtradas entre ambos: la ausencia total de referencias a la cultura, al arte, a la literatura o al cine. Esta observación, aparentemente menor, ha desatado un debate sobre el nivel cultural de la clase política y su posible relación con la ética y la toma de decisiones. Millás no se centra en los delitos económicos, sino en la vacuidad intelectual que parece impregnar las interacciones de estos altos cargos, sugiriendo que esta carencia podría ser un síntoma de un problema más profundo.
La Ausencia de Cultura como Síntoma de un Mal Mayor
La crítica de Millás no es un ataque personal, sino una reflexión sobre el estado de la cultura en la política española. La falta de referencias culturales en las conversaciones de García y Ábalos no es simplemente una anécdota; es un indicador de un cierto aislamiento intelectual y una posible desconexión con la realidad social. Un político que no se interesa por la cultura, argumenta Millás, puede tener dificultades para comprender la complejidad del mundo y para tomar decisiones informadas y responsables. La cultura, en este sentido, no es un mero adorno, sino una herramienta esencial para el pensamiento crítico y la empatía.
La conversación filtrada, centrada en la organización de citas y la valoración de mujeres, evidencia una preocupante cosificación y un enfoque superficial de las relaciones humanas. La ausencia de cualquier referencia a intereses intelectuales o artísticos refuerza esta imagen de una visión del mundo limitada y pragmática, donde las personas son reducidas a objetos de deseo. Esta dinámica, según Millás, no es casualidad, sino el resultado de un bajo nivel cultural que impide una comprensión más profunda y respetuosa de la condición humana.
Es importante destacar que Millás no está sugiriendo que todos los políticos deban ser expertos en literatura o cine. Su crítica se dirige a la falta de curiosidad intelectual y a la ausencia de un interés genuino por el conocimiento y la belleza. Un político que lee, que ve películas, que escucha música, que visita museos, es un político que está expuesto a diferentes perspectivas y que tiene más herramientas para comprender el mundo y para conectar con los ciudadanos.
El Machismo y la Cosificación Femenina en las Conversaciones
Más allá de la ausencia de cultura, las conversaciones filtradas revelan un preocupante machismo y una cosificación de las mujeres. Los términos utilizados por García y Ábalos para referirse a las mujeres – “Ainara”, “Ariatna”, “la colombiana”, “Carlota” – son despersonalizantes y reducen a las mujeres a meros objetos de deseo. La conversación se centra en la apariencia física y en la “enrollabilidad” de las mujeres, ignorando por completo su personalidad, sus intereses y sus valores.
Este lenguaje machista no es un simple desliz verbal; es un reflejo de una mentalidad patriarcal que pervive en la sociedad española. La cosificación de las mujeres es una forma de violencia simbólica que contribuye a perpetuar la desigualdad de género y a legitimar la discriminación. Un político que utiliza este tipo de lenguaje está enviando un mensaje peligroso a la sociedad, normalizando actitudes y comportamientos machistas.
La insistencia de Koldo García en “cambiar” a Ábalos y en ofrecerle diferentes opciones de mujeres sugiere una visión instrumental de las relaciones humanas, donde las mujeres son vistas como objetos intercambiables. Esta dinámica, además de ser machista, es profundamente irrespetuosa y degradante. La conversación revela una falta total de consideración por los sentimientos y la dignidad de las mujeres.
El Nivel Cultural y la Responsabilidad Política
La pregunta que plantea Millás es si el nivel cultural de los políticos influye en su comportamiento y en su toma de decisiones. ¿Es posible que un político con un bajo nivel cultural sea más propenso a la corrupción, al machismo y a la falta de ética? No hay una respuesta fácil a esta pregunta, pero es evidente que la cultura puede desempeñar un papel importante en la formación del carácter y en el desarrollo de la conciencia moral.
Un político con un buen nivel cultural es más probable que tenga un pensamiento crítico, que sea capaz de analizar la información de manera objetiva y que tome decisiones basadas en principios éticos. La cultura también puede fomentar la empatía y la comprensión, lo que puede ayudar a los políticos a conectar con los ciudadanos y a comprender sus necesidades.
La falta de cultura, por el contrario, puede conducir a la ignorancia, al dogmatismo y a la falta de sensibilidad. Un político con un bajo nivel cultural puede ser más vulnerable a la manipulación y a la influencia de intereses particulares. También puede ser más propenso a tomar decisiones impulsivas y a ignorar las consecuencias de sus actos.
El hecho de que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tuviera a García y Ábalos como colaboradores cercanos plantea interrogantes sobre sus criterios de selección y sobre su propia valoración de la cultura y la ética. ¿Era consciente del bajo nivel cultural de sus colaboradores? ¿Ignoró las señales de alerta? Estas son preguntas que deben ser respondidas para comprender mejor la crisis política que atraviesa España.
La Cultura como Válvula de Escape y Contrapeso al Poder
Millás utiliza la metáfora de la olla a presión para ilustrar la importancia de la cultura como válvula de escape y contrapeso al poder. La cultura, en este sentido, es un espacio de libertad y de crítica donde se pueden expresar ideas y opiniones diferentes. Es un lugar donde se pueden cuestionar las estructuras de poder y donde se pueden proponer alternativas.
La cultura también puede ser una fuente de inspiración y de esperanza. El arte, la literatura, la música y el cine pueden ayudarnos a comprender el mundo, a conectar con los demás y a encontrar sentido a la vida. En tiempos de crisis y de incertidumbre, la cultura puede ser un refugio y un faro de luz.
La censura y la represión cultural son herramientas utilizadas por los regímenes autoritarios para controlar a la población y para silenciar las voces disidentes. La defensa de la cultura es, por lo tanto, una defensa de la libertad y de la democracia. Un país que valora la cultura es un país que valora la diversidad, la creatividad y el pensamiento crítico.
En el caso de España, la crisis política actual pone de manifiesto la necesidad de fortalecer la cultura y de promover el acceso a la educación y al conocimiento. Es fundamental invertir en la formación de ciudadanos críticos y responsables, capaces de comprender el mundo y de tomar decisiones informadas. La cultura no es un lujo, sino una necesidad para construir una sociedad más justa, más libre y más democrática.
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