Moncloa: La paradoja de la protesta antifascista y la ira contra Sánchez
La reciente manifestación ultra frente a la Moncloa, ampliamente comentada y analizada por Alán Barroso, ha desatado un debate sobre la naturaleza de la protesta, la legitimidad de sus demandas y la paradoja de invocar una “dictadura” mientras se exhiben símbolos de una dictadura pasada. Este artículo profundiza en los detalles de la manifestación, contextualiza el fenómeno dentro del panorama político español y explora las contradicciones inherentes a la protesta, contrastándola con otras movilizaciones ciudadanas más amplias y legítimas.
El Escenario: Moncloa y la Protesta Ultra
La imagen es contundente: decenas de personas congregadas frente a la sede del gobierno español, la Moncloa, ondeando banderas con el águila imperial, un símbolo directamente asociado al régimen franquista. Los autobuses, adornados con caricaturas grotescas de Pedro Sánchez comparándolo con Lord Voldemort, refuerzan la atmósfera de hostilidad y desprecio. La protesta, según los informes, se centró principalmente en insultos directos al Presidente del Gobierno, sin abordar demandas concretas en materia social o económica. Esta característica es crucial para entender la naturaleza de la movilización, que parece más un acto de expresión de frustración y rechazo personal que una reivindicación de derechos o mejoras en las condiciones de vida.
La elección de la Moncloa como escenario no es casual. Representa el centro del poder político, el objetivo principal de la ira y el resentimiento de los manifestantes. Sin embargo, la forma en que se expresa esa ira, a través de insultos y símbolos del pasado, deslegitima la protesta a los ojos de muchos. La falta de una agenda política clara y la ausencia de demandas constructivas la convierten en un mero ejercicio de confrontación y provocación. La comparación con Voldemort, por ejemplo, no solo es ofensiva, sino que revela una incapacidad para debatir ideas y argumentos de manera racional.
La Paradoja de la "Dictadura Sanchista"
El argumento central de la crítica de Alán Barroso, y de muchos otros analistas, reside en la flagrante contradicción de denunciar una “dictadura sanchista” mientras se exhiben símbolos de una dictadura real y probada, como el franquismo. Esta paradoja expone la falta de rigor y la manipulación ideológica que subyacen a la protesta. La acusación de dictadura, en el contexto actual, carece de fundamento objetivo. España es una democracia parlamentaria con instituciones sólidas y un sistema judicial independiente. Si bien existen debates legítimos sobre las políticas del gobierno, calificarlo de dictadura es una exageración que desvirtúa el significado del término y banaliza el sufrimiento de quienes vivieron bajo regímenes autoritarios.
La reivindicación de símbolos franquistas, como el águila imperial, es aún más problemática. El franquismo fue un régimen represivo que violó sistemáticamente los derechos humanos, persiguió a la oposición política y suprimió las libertades civiles. Glorificar ese pasado es una afrenta a la memoria de las víctimas y una negación de los valores democráticos. La insistencia en mantener vivos esos símbolos demuestra una nostalgia por un pasado autoritario y una resistencia a aceptar los principios de la democracia y el Estado de Derecho. La utilización de canciones y lemas propios de la época franquista refuerza esta conexión con un pasado oscuro y doloroso.
Más Allá de la Moncloa: Otras Voces de Protesta
El contraste entre la manifestación ultra frente a la Moncloa y otras movilizaciones ciudadanas recientes es revelador. Mientras que los manifestantes de la Moncloa se centraron en ataques personales y símbolos del pasado, decenas de miles de personas en Valencia se manifestaron por las víctimas de la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos), exigiendo la dimisión del presidente regional, Mazón. Esta protesta, a diferencia de la de la Moncloa, se caracterizó por la decencia, la educación y la legitimidad. Los manifestantes expresaron su dolor y su indignación por la gestión de la crisis, exigiendo responsabilidades a los responsables y reclamando medidas para evitar futuras tragedias.
La diferencia fundamental entre ambas protestas radica en la naturaleza de sus demandas y en la forma en que se expresan. La manifestación de Valencia se centró en un problema concreto, la gestión de la crisis de la DANA, y exigió soluciones concretas. La protesta de la Moncloa, por el contrario, carecía de una agenda clara y se limitó a ataques personales y símbolos del pasado. La manifestación de Valencia fue un ejercicio de ciudadanía activa y responsable, mientras que la de la Moncloa fue un acto de frustración y resentimiento. La protección que los grupos de la manifestación de la Moncloa brindan a figuras como Mazón, a pesar de las demandas de su dimisión por parte de la sociedad civil, subraya la desconexión entre sus intereses y los de la mayoría de la población.
El Contexto Político y el Ascenso de la Ultra-Derecha
La manifestación ultra frente a la Moncloa debe ser entendida en el contexto del auge de la ultra-derecha en España y en otros países europeos. Este fenómeno se caracteriza por la difusión de discursos nacionalistas, xenófobos y autoritarios, la negación de los derechos de las minorías y la defensa de un pasado idealizado. La crisis económica, la inmigración y la globalización han contribuido a crear un caldo de cultivo para estas ideas, que encuentran eco en sectores de la población que se sienten marginados y descontentos. La polarización política y la fragmentación del sistema de partidos también han favorecido el ascenso de la ultra-derecha, que se presenta como una alternativa radical a los partidos tradicionales.
La utilización de las redes sociales y las plataformas digitales ha sido fundamental para la difusión de los mensajes de la ultra-derecha. Estas plataformas permiten a los grupos extremistas llegar a un público amplio y diverso, sin la necesidad de recurrir a los medios de comunicación tradicionales. La desinformación, las noticias falsas y las teorías de la conspiración son herramientas comunes en la estrategia de comunicación de la ultra-derecha, que busca manipular la opinión pública y generar desconfianza en las instituciones democráticas. La comparación de Pedro Sánchez con Voldemort, difundida masivamente a través de las redes sociales, es un ejemplo claro de esta estrategia.
La Instrumentalización del Discurso de la Víctima
Un elemento recurrente en el discurso de la ultra-derecha es la instrumentalización del discurso de la víctima. Los grupos extremistas se presentan como víctimas de una persecución política, de un “ataque” a sus valores y de una “dictadura” impuesta por sus adversarios. Esta estrategia les permite movilizar a sus seguidores y justificar sus acciones, incluso las más violentas. La acusación de “dictadura sanchista”, a pesar de su falta de fundamento, es un ejemplo de esta instrumentalización. Al presentarse como víctimas, los grupos ultra-derechistas buscan generar simpatía y apoyo, y deslegitimar a sus oponentes.
La victimización también se utiliza para justificar la defensa de símbolos del pasado, como el franquismo. Los grupos extremistas argumentan que la crítica al franquismo es un ataque a su identidad y a su historia, y que la memoria de las víctimas del régimen es utilizada con fines políticos. Esta argumentación ignora el sufrimiento de las víctimas y niega la necesidad de hacer justicia y reparar el daño causado por el franquismo. La insistencia en mantener vivos los símbolos franquistas es una forma de negar la realidad del pasado y de perpetuar la impunidad de los responsables.
Fuente: https://www.huffingtonpost.es//politica/la-manifestacion-ultra-moncloa-1-minutoan-barroso.html
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