ONU en Crisis: 7 Claves de un Debate Histórico sobre Guerra, Palestina y Multilateralismo
La Asamblea General de la ONU, en su octogésimo período de sesiones, ha concluido dejando tras de sí un panorama global inquietante. Un mundo en llamas, no solo por los conflictos bélicos evidentes, sino también por la erosión del multilateralismo y la creciente asertividad de los líderes mundiales. Este artículo desglosa siete claves que resumen una cita histórica, marcada por la tensión, la división y, a pesar de todo, algunos tímidos avances.
- El Desmoronamiento del Orden Post-Segunda Guerra Mundial
- La Ofensiva en Gaza: Epicentro de la Crisis Global
- El Reconocimiento de Palestina: Un Paso Histórico
- La Denuncia de Abbas y la Violación de Acuerdos
- Voces Firmes: Petro y la Llamada a un Ejército Internacional
- El Grupo de La Haya: Buscando Responsabilidades
- La Erosión del Multilateralismo y el Futuro de la ONU
El Desmoronamiento del Orden Post-Segunda Guerra Mundial
El orden internacional construido tras la Segunda Guerra Mundial, aunque imperfecto, proporcionó décadas de relativa estabilidad. Sin embargo, la Asamblea General de este año evidenció un claro desmoronamiento de ese orden. La falta de asideros en un contexto global convulso es palpable. Si bien existe un diagnóstico compartido sobre la gravedad de la situación mundial, las opiniones divergen radicalmente en cuanto a las soluciones. Esta fractura en la unidad global dificulta la respuesta a los desafíos apremiantes que enfrenta la humanidad, desde conflictos armados hasta el cambio climático y la desigualdad económica.
La creciente polarización entre las potencias mundiales, la desconfianza mutua y el auge del nacionalismo exacerbado contribuyen a esta desestabilización. La capacidad de la ONU para actuar como mediador y garante de la paz se ve comprometida por la falta de consenso entre sus miembros más influyentes. La parálisis del Consejo de Seguridad, debido al uso del veto por parte de sus miembros permanentes, es un claro ejemplo de esta disfuncionalidad. La búsqueda de un nuevo orden mundial, que sea más justo, equitativo y sostenible, se presenta como un desafío monumental.
La Ofensiva en Gaza: Epicentro de la Crisis Global
La ofensiva israelí sobre Gaza, con un saldo de más de 65.000 muertos y a punto de cumplir dos años, dominó el debate de la Asamblea General. La condena a Tel Aviv fue prácticamente unánime, aunque con matices en cuanto a la forma y el alcance de las críticas. La brutalidad de la ofensiva, calificada de "genocidio" por numerosos participantes, y las imágenes desgarradoras de hambre y destrucción, han generado una ola de indignación a nivel mundial. La crisis humanitaria en Gaza se ha convertido en un símbolo de la injusticia y la impunidad.
La situación en Gaza no es solo un conflicto regional, sino un catalizador de tensiones globales. La polarización en torno a la cuestión palestina se ha intensificado, exacerbando las divisiones entre países y dificultando la búsqueda de una solución pacífica. El sufrimiento del pueblo palestino, la violación de los derechos humanos y la falta de perspectivas de futuro alimentan el extremismo y la radicalización. La comunidad internacional tiene la responsabilidad de actuar con determinación para poner fin a la ocupación, garantizar la seguridad de todos los civiles y promover una solución justa y duradera.
El Reconocimiento de Palestina: Un Paso Histórico
En medio de la tormenta, un rayo de esperanza: el aval occidental, en cadena, al Estado de Palestina. Desde el acuerdo de partición de 1947, la comunidad internacional ha reconocido el derecho del pueblo palestino a tener su propio Estado. Sin embargo, la implementación de este derecho ha sido obstaculizada por la ocupación israelí y la falta de voluntad política de las partes involucradas. El reciente reconocimiento de Palestina por parte de más de 157 países, superando el 82% del planeta, representa un paso significativo en la dirección correcta.
Este reconocimiento, impulsado por Francia y Arabia Saudí, y secundado por países como Londres, París y Camberra, es una respuesta a la brutalidad de la ofensiva en Gaza y un mensaje de solidaridad con el pueblo palestino. Aunque Tel Aviv acusa a estos países de alimentar a Hamás, el Gobierno palestino agradece la mano tendida. El reconocimiento de Palestina no es solo un acto simbólico, sino un paso concreto hacia la construcción de un Estado soberano, independiente y viable. Sin embargo, la diplomacia, debilitada por el trumpismo y la falta de compromiso con el multilateralismo, enfrenta desafíos importantes para llevar las negociaciones por el buen camino.
La Denuncia de Abbas y la Violación de Acuerdos
La ausencia del presidente Abbas en la Asamblea General, debido a la negativa de Estados Unidos a otorgarle la visa a él y a su equipo, fue una afrenta a la ONU y una violación de los acuerdos internacionales. Esta decisión, motivada por la estrecha alianza entre Washington y Tel Aviv, socava la credibilidad de la ONU y dificulta la búsqueda de una solución pacífica al conflicto palestino-israelí. La negación de la visa a Abbas es un claro ejemplo de la politización de la ONU y la influencia de las potencias sobre sus decisiones.
En su denuncia, Abbas calificó la ofensiva israelí como una "guerra de genocidio, destrucción, hambre y desplazamiento" y elevó la cifra de muertos y heridos a "más de 220.000 palestinos". También condenó los ataques de Hamás, les reclamó que entreguen las armas y a los rehenes, y descartó que tengan futuro en la Franja de Gaza. La situación en Gaza es un círculo vicioso de violencia y sufrimiento, que solo puede romperse mediante el diálogo, la negociación y el respeto de los derechos humanos.
Voces Firmes: Petro y la Llamada a un Ejército Internacional
La Asamblea General escuchó voces firmes y valientes, como la del presidente de Colombia, Gustavo Petro, quien sin titubeos denunció el "genocidio" en Gaza. Petro propuso, por primera vez, la creación de un Ejército internacional, una fuerza multinacional que apoye a Palestina. Esta propuesta, aunque controvertida, refleja la frustración y la desesperación ante la inacción de la comunidad internacional y la incapacidad de Estados Unidos para apoyar las decisiones de la justicia internacional.
La idea de un Ejército internacional para proteger a Palestina es un desafío al statu quo y una llamada a la acción para aquellos países que creen en la justicia y la paz. Sin embargo, la creación de una fuerza militar de este tipo requeriría un amplio consenso entre los miembros de la ONU y una financiación considerable. Además, la intervención de un Ejército internacional en Gaza podría exacerbar las tensiones y desencadenar una escalada del conflicto. No obstante, la propuesta de Petro pone de manifiesto la necesidad de explorar nuevas vías para proteger a los civiles y garantizar el cumplimiento del derecho internacional.
El Grupo de La Haya: Buscando Responsabilidades
El Grupo de La Haya, integrado por 34 Estados (España entre ellos), coordinó un plan de acción conjunto para "poner fin a la impunidad" de Israel. Este plan incluye sanciones, la petición de responsabilidades penales y la financiación extra de la Autoridad Nacional Palestina. La iniciativa del Grupo de La Haya es un paso importante en la dirección correcta, pero su eficacia dependerá de la voluntad política de los países miembros y de la capacidad de superar las presiones y las amenazas de Israel y sus aliados.
La búsqueda de responsabilidades penales por los crímenes cometidos en Gaza es fundamental para garantizar la justicia y prevenir la repetición de estos hechos. La Corte Penal Internacional (CPI) tiene la competencia para investigar los crímenes de guerra, los crímenes de lesa humanidad y el genocidio cometidos en territorio palestino. Sin embargo, la CPI enfrenta obstáculos importantes, como la falta de cooperación de Israel y la presión de Estados Unidos. La financiación extra de la ANP es necesaria para fortalecer las instituciones palestinas y mejorar las condiciones de vida de la población.
La Erosión del Multilateralismo y el Futuro de la ONU
La Asamblea General de este año evidenció la erosión del multilateralismo y la creciente dificultad de la ONU para cumplir su mandato de mantener la paz y la seguridad internacionales. La falta de unidad entre los miembros, la politización de la organización y la influencia de las potencias dificultan la respuesta a los desafíos globales. La ONU necesita una reforma profunda para adaptarse a los nuevos tiempos y recuperar su credibilidad y eficacia.
La reforma de la ONU debe incluir la ampliación del Consejo de Seguridad, la limitación del uso del veto, el fortalecimiento de la Asamblea General y la mejora de la coordinación entre los diferentes organismos de la organización. Además, es necesario aumentar la financiación de la ONU y garantizar su independencia de las presiones políticas. El futuro de la ONU depende de la voluntad de los Estados miembros de comprometerse con el multilateralismo y de trabajar juntos para construir un mundo más justo, equitativo y sostenible.
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