Puerto Madryn: Fallece a los 95 años Horacio Barrenti, tanguero y peronista arrollado
La noticia de la muerte de Horacio Barrenti, un hombre de 95 años atropellado en Puerto Madryn, trascendió rápidamente, pero no fue el trágico final en sí lo que capturó la atención de la comunidad, sino la forma en que su hijo, Horacio, narró su partida. Una despedida conmovedora que pintó el retrato de un hombre que vivió plenamente hasta el último instante, un hombre anclado en sus pasiones, sus convicciones y, sobre todo, en la vida cotidiana. Este artículo explora la vida de Horacio Barrenti, su legado a través de las palabras de su hijo y el impacto que su historia ha tenido en la comunidad de Puerto Madryn, desentrañando la belleza de una existencia vivida con intensidad y resistencia.
Un Hombre de Siglo: Pasiones y Convenciones
Horacio Barrenti fue un hombre definido por sus pasiones. El tango, el cine y el peronismo fueron pilares fundamentales de su identidad. Su perfil en redes sociales, con una imagen de él disfrutando de un café junto a un fileteado porteño en honor a Carlos Gardel, revelaba su amor por la cultura argentina y su conexión con la tradición. No era un simple admirador del tango; era un tanguero de Troilo, como lo describió su hijo, un conocedor y apreciador de la música que define gran parte de la identidad nacional. Su gusto cinematográfico, aunque no se detalla específicamente, sugiere una mente curiosa y abierta a las expresiones artísticas.
Pero las pasiones de Barrenti no se limitaban al ámbito cultural. Su ferviente adhesión al peronismo, desde la época de Perón y Evita hasta Néstor y Cristina Fernández de Kirchner, demostraba un compromiso político profundo y arraigado. No era una adhesión pasiva; era una convicción que formaba parte integral de su visión del mundo y de su compromiso con la justicia social. Su cariño expreso por Cristina Fernández de Kirchner, en particular, refleja una afinidad ideológica y una esperanza en un proyecto político que resonaba con sus valores.
Más allá de sus pasiones, Horacio Barrenti era un hombre de principios, un laburante, como lo definió su hijo, un trabajador incansable que valoraba el esfuerzo y la dedicación. Era un amigo leal, un padre ejemplar y un vecino apreciado. Su vida, aunque marcada por la tragedia de su final, fue una vida plena y significativa, construida sobre la base de sus convicciones, sus pasiones y su amor por la familia y la comunidad.
El Accidente y la Despedida: "Falleció Viviendo"
El domingo, la vida de Horacio Barrenti se vio truncada por un accidente inesperado. Fue atropellado por una camioneta en la intersección de las calles Marcos A. Zar y Belgrano en Puerto Madryn mientras se dirigía a comprar una tarta, un ritual que compartía con su hijo desde hacía años. La noticia conmocionó a la comunidad, pero fue la forma en que su hijo, Horacio, anunció su fallecimiento lo que realmente impactó a todos. La frase "Mi padre falleció viviendo" encapsula la esencia de la vida de Barrenti: un hombre que se negó a renunciar a la vida, que siguió disfrutando de las pequeñas cosas hasta el último momento.
La descripción del accidente, con la mención de una "mujer distraída" que "sin saberlo traía la interrupción de esa resistencia a morir", es particularmente conmovedora. No se trata de una acusación, sino de una reflexión sobre la fragilidad de la vida y la forma en que un simple descuido puede tener consecuencias devastadoras. La imagen de Barrenti, un hombre de 95 años, atropellado mientras realizaba una tarea cotidiana, es un recordatorio de que la vida es preciosa y que debemos valorarla cada instante.
La decisión del médico de no prolongar su agonía en terapia intensiva, respetando su deseo de morir con dignidad, es otro aspecto significativo de la historia. El médico, descrito como "sabio", comprendió que Barrenti había luchado lo suficiente y que era hora de dejarlo partir en paz. La despedida, rodeado de sus hijos, nietos y uno de sus bisnietos, fue un momento íntimo y conmovedor, en el que Barrenti pidió a sus seres queridos que le alcanzaran sus zapatos. Este gesto, aparentemente simple, es profundamente simbólico: representa su deseo de seguir caminando, de seguir viviendo, de seguir luchando.
El Legado de un Padre: Recuerdos y Reconocimientos
La publicación del hijo de Horacio, acompañada de una foto de ambos sentados en un bar, es un testimonio del amor y el respeto que sentía por su padre. La descripción de Barrenti como "Noventa y cuatro años ejemplares en la vida de un laburante, amigo de los amigos, tanguero de Troilo, peronista de Perón y Evita pero también de Néstor y Cristina. Y padre, siempre padre" resume a la perfección su personalidad y su legado. Era un hombre completo, un hombre que había vivido una vida plena y significativa, un hombre que había dejado una huella imborrable en la vida de sus seres queridos.
El reconocimiento de los vecinos de Puerto Madryn, a través de las redes sociales, es otro testimonio del impacto que Barrenti tuvo en la comunidad. Rebeca Velázquez, farmacéutica, recordó con cariño sus consejos y su historia de vida. Alicia Torres lamentó su pérdida y destacó su labor junto a la comunidad. Estos testimonios revelan que Barrenti era un hombre querido y respetado, un hombre que había contribuido al bienestar de su entorno.
La historia de Horacio Barrenti es una historia de resistencia, de pasión y de amor. Es una historia que nos recuerda la importancia de vivir plenamente cada instante, de aferrarnos a nuestras convicciones y de valorar a nuestros seres queridos. Su legado perdurará en la memoria de aquellos que lo conocieron y en el corazón de su familia, quienes lo recordarán siempre como un hombre que falleció viviendo, un hombre que se negó a renunciar a la vida hasta el último momento.
La Resonancia de una Historia: Un Hombre, Una Comunidad
La rápida viralización de la historia de Horacio Barrenti en las redes sociales demuestra el poder de las narrativas personales para conectar con las emociones de las personas. En un mundo cada vez más individualista y deshumanizado, la historia de un hombre que vivió con pasión y dignidad hasta el final es un soplo de aire fresco, un recordatorio de que la vida tiene un valor intrínseco y que debemos apreciarla en toda su plenitud.
La forma en que el hijo de Barrenti narró su partida, con una honestidad y una sensibilidad conmovedoras, contribuyó a que la historia resonara con tanta fuerza en la comunidad. Su relato no se limita a describir los hechos; transmite las emociones, los sentimientos y los valores que definieron la vida de su padre. Es un testimonio del amor filial, del respeto y de la admiración que sentía por él.
La historia de Horacio Barrenti también plantea preguntas importantes sobre el envejecimiento, la dignidad y el derecho a una muerte digna. Su decisión de no prolongar su agonía en terapia intensiva, respetando su deseo de morir en paz, es un ejemplo de cómo la medicina puede y debe adaptarse a las necesidades y preferencias de cada paciente. Es un recordatorio de que la calidad de vida es tan importante como la cantidad de vida.
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