Punta Bermeja: Lobos Marinos, Salud del Ecosistema y Desafíos de Conservación en Patagonia
En Punta Bermeja, la mayor colonia permanente de lobos marinos de un pelo de Río Negro y una de las más grandes de Sudamérica funciona como un laboratorio a cielo abierto. Dos décadas de trabajo permiten entender cómo se alimentan los lobos, qué amenazas enfrentan y por qué esta costa es clave para el Golfo San Matías.
El lobo marino como indicador biológico
“Los lobos son muestreadores biológicos naturales”, es la premisa con la que comienza la charla con el doctor Gustavo Daneri y la Dra. Ana Harrington, que llevan más de veinte años estudiando la especie. Daneri explica que, al ser predadores generalistas, los lobos marinos reflejan la disponibilidad real de presas en el mar.
Su dieta funciona como un indicador biológico que permite entender qué especies están presentes en un área y en un momento determinado. La dieta de la especie incluye peces costeros, cefalópodos, crustáceos y, en ciertos períodos, langostinos.
Este rango alimentario permite evaluar la disponibilidad temporal y espacial de presas en el golfo. Desde esa amplitud se entiende su rol como predador tope y como especie paraguas, ya que su conservación garantiza condiciones que favorecen a numerosas especies que integran las cadenas tróficas del ecosistema norpatagónico.
El Corredor de los Cinco Grandes
Ese rol los convierte en un engranaje vital del Corredor de los Cinco Grandes, una mirada que invita a pensar la costa del golfo como un sistema continuo y profundamente conectado. En Punta Bermeja, este corredor se vuelve visible en el movimiento de la colonia, donde miles de lobos nacen, crecen y buscan alimento.
Al mismo tiempo, muestran, con la fuerza del territorio, el pulso real del ecosistema. El trabajo de Daneri y Harrington se concentra en muestreos biológicos y análisis de dieta, que permiten entender cómo se alimentan los lobos y qué indica eso sobre el estado del ecosistema.
Observación y cuidado de la lobería
“Cuando estás ahí arriba, sobre los acantilados, sentís que la colonia tiene un ritmo propio”, dice Harrington. Las pasarelas y senderos permiten observar la lobería desde arriba, a unos 60 metros sobre el nivel del mar.
Las áreas de acceso permitido están señalizadas y los senderos marcan con claridad hasta dónde se puede llegar. Harrington remarca que el rol de los guardas ambientales es central, porque son quienes están todos los días asegurando el cuidado de la lobería.
“Los guardafaunas se van porque cumplieron su horario laboral, y a veces los carteles quedan lejos y no los ven, o algunos los ven y saben que están, pero pasan igual. Muchas veces tuvimos que decirle a la gente que no pase, que no se meta en la lobería, porque por la playa hacés dos pasos y ya estás adentro”, explica.
El impacto de la gripe aviar
El 2023 sacudió a la costa patagónica. Desde el 11 de agosto se confirmaron los primeros casos de Influenza aviar altamente patógena H5N1 en lobos marinos en la Reserva Natural Punta Bermeja, en Río Negro, y se extendió rápidamente a otras provincias del país.
El brote generó una mortandad sin precedentes en colonias de pinnípedos de la región norte patagónica, lo que obligó a rediseñar los protocolos de monitoreo y conservación. “Esa pérdida no se recuperó”, afirma Harrington.
La mortandad masiva obligó a reexaminar patrones de movimiento, uso del hábitat y capacidad de resiliencia. Y dejó otra evidencia importante: incluso las colonias más grandes y aparentemente robustas pueden verse afectadas con fuerza por eventos de este tipo.
Un trabajo sostenido por la vocación
Daneri y Harrington hablan con un compromiso que va más allá de lo técnico. Son veinte años de relevamientos, noches de campo, conteos y registros. “Es una suma de voluntades”, dice Daneri.



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