Rattazzi expone las causas del alto costo de vida en Argentina y la influencia política.

Argentina, un país de contrastes y belleza natural, se enfrenta a una realidad económica compleja que se manifiesta en un alto costo de vida. La frase de José Luis Espert, “De golpe, empezaron a aparecer todos los curros”, resuena como un eco de la frustración popular ante la percepción de una economía distorsionada por prácticas corruptas y una gestión ineficiente. Este artículo explorará las múltiples facetas de esta “Argentina cara”, analizando los factores económicos, políticos y sociales que contribuyen a esta situación, y desentrañando las causas detrás del aumento de los “curros” o prácticas de corrupción que, según Espert, han exacerbado el problema.

La Inflación Crónica: El Motor del Aumento de Costos

La inflación es, sin duda, el principal impulsor del alto costo de vida en Argentina. Décadas de políticas monetarias expansivas, financiamiento del déficit fiscal con emisión monetaria y la falta de credibilidad en el peso han generado una espiral inflacionaria difícil de controlar. Esta inflación no es uniforme; ciertos sectores, como los alimentos, la vivienda y los servicios públicos, experimentan aumentos de precios más pronunciados que otros, afectando desproporcionadamente a los sectores más vulnerables de la población. La pérdida del poder adquisitivo del salario es una consecuencia directa de la inflación, obligando a los argentinos a ajustar constantemente sus presupuestos y a renunciar a bienes y servicios básicos. La indexación salarial, aunque busca proteger a los trabajadores, a menudo no logra compensar completamente la pérdida de poder adquisitivo, generando un círculo vicioso de inflación y demandas salariales.

La inflación también impacta en la inversión y el crecimiento económico. La incertidumbre generada por la volatilidad de los precios desalienta la inversión a largo plazo, ya que las empresas no pueden predecir con precisión sus costos y rentabilidades futuras. Esto, a su vez, limita la creación de empleo y el desarrollo económico. La fuga de capitales, impulsada por la desconfianza en la moneda local, agrava aún más la situación, reduciendo la disponibilidad de recursos para la inversión productiva. La búsqueda de refugio en activos dolarizados, como el dólar estadounidense o propiedades en dólares, contribuye a la dolarización de la economía y a la pérdida de control de la política monetaria por parte del Banco Central.

El Rol de la Corrupción: Los “Curros” en la Economía Argentina

La corrupción, como señala Espert, juega un papel significativo en el aumento de los costos en Argentina. Los “curros”, entendidos como prácticas de corrupción, sobreprecios, licitaciones fraudulentas y desvío de fondos públicos, distorsionan el mercado y aumentan los costos de producción y distribución de bienes y servicios. La corrupción no solo implica la pérdida de recursos públicos, sino que también socava la confianza en las instituciones y desalienta la inversión privada. Las empresas que operan en un entorno corrupto se ven obligadas a incurrir en costos adicionales para “lubricar” el sistema, lo que se traduce en precios más altos para los consumidores. La impunidad y la falta de transparencia son factores clave que perpetúan la corrupción en Argentina.

La corrupción se manifiesta en diversos niveles de la administración pública, desde la contratación de proveedores hasta la concesión de licencias y permisos. Los sobreprecios en la compra de bienes y servicios públicos, la contratación de empresas fantasmas y el desvío de fondos destinados a obras públicas son prácticas comunes que inflan los costos y reducen la calidad de los servicios. La falta de control y la ausencia de mecanismos de rendición de cuentas facilitan la impunidad de los corruptos. La corrupción también afecta al sector privado, donde las empresas pueden recurrir a sobornos y otras prácticas ilegales para obtener ventajas competitivas.

La Estructura Impositiva y su Impacto en los Precios

El sistema impositivo argentino es complejo y regresivo, lo que contribuye al aumento de los costos para las empresas y los consumidores. La alta carga tributaria, combinada con la multiplicidad de impuestos y la complejidad de las regulaciones, dificulta la actividad económica y desalienta la inversión. Los impuestos indirectos, como el IVA, afectan de manera desproporcionada a los sectores de menores ingresos, ya que representan una mayor proporción de sus gastos. La evasión fiscal, generalizada en Argentina, agrava el problema, ya que obliga a las autoridades a aumentar la presión fiscal sobre los contribuyentes cumplidores. La falta de una reforma tributaria integral que simplifique el sistema y lo haga más equitativo perpetúa la distorsión económica.

La presión fiscal sobre las empresas se traduce en precios más altos para los consumidores. Las empresas, para compensar el costo de los impuestos, trasladan la carga tributaria a los precios de sus productos y servicios. Esto, a su vez, alimenta la inflación y reduce la competitividad de la economía argentina. La falta de incentivos fiscales para la inversión y la innovación desalienta la modernización de las empresas y limita su capacidad para reducir costos. La burocracia y la complejidad de los trámites administrativos también aumentan los costos operativos de las empresas, lo que se refleja en los precios finales.

El Tipo de Cambio y la Importación de Bienes

La volatilidad del tipo de cambio y la existencia de múltiples tipos de cambio en Argentina impactan significativamente en los precios de los bienes, especialmente los importados. La devaluación del peso encarece los productos importados, lo que se traduce en un aumento de los precios para los consumidores. La brecha entre el tipo de cambio oficial y el tipo de cambio paralelo (dólar blue) genera distorsiones en el mercado y dificulta la planificación económica. Las restricciones a la importación, impuestas por el gobierno para proteger las reservas del Banco Central, limitan la oferta de bienes y servicios y contribuyen al aumento de los precios. La dependencia de las importaciones, en sectores clave como la tecnología y la energía, hace que la economía argentina sea vulnerable a las fluctuaciones del tipo de cambio.

La política cambiaria del gobierno argentino ha sido objeto de críticas por su falta de consistencia y transparencia. La intervención del Banco Central en el mercado cambiario, a través de la compra y venta de dólares, ha generado incertidumbre y volatilidad. La imposición de controles cambiarios, como el cepo al dólar, ha restringido el acceso a divisas y ha fomentado el mercado negro. La falta de una política cambiaria clara y sostenible dificulta la inversión y el crecimiento económico. La búsqueda de alternativas al dólar estadounidense, como el uso de monedas extranjeras en el comercio internacional, es una estrategia que podría reducir la dependencia del dólar y mitigar los efectos de la volatilidad cambiaria.

La Concentración del Mercado y el Poder de los Oligopolios

La concentración del mercado en ciertos sectores de la economía argentina, donde un pequeño número de empresas controlan una gran parte de la oferta, contribuye al aumento de los precios. Los oligopolios, al tener un poder de mercado significativo, pueden fijar precios más altos de lo que se observarían en un mercado competitivo. La falta de competencia limita la innovación y la eficiencia, lo que se traduce en precios más altos para los consumidores. La regulación antimonopolio, en Argentina, es débil y no logra prevenir la formación de oligopolios ni sancionar las prácticas anticompetitivas. La falta de transparencia en la estructura de propiedad de las empresas dificulta la identificación de los oligopolios y la aplicación de medidas regulatorias.

La concentración del mercado se observa en sectores clave como la energía, las telecomunicaciones, la alimentación y la construcción. En estos sectores, un pequeño número de empresas controla la mayor parte de la producción y distribución de bienes y servicios. La falta de competencia permite a estas empresas obtener beneficios extraordinarios a expensas de los consumidores. La promoción de la competencia, a través de la eliminación de barreras de entrada y la aplicación de medidas antimonopolio, es fundamental para reducir los precios y mejorar la calidad de los servicios. El fomento de la inversión en nuevos emprendimientos y la creación de un entorno favorable para la competencia son medidas que podrían contribuir a la diversificación del mercado.

El Gasto Público y el Déficit Fiscal

El elevado gasto público y el persistente déficit fiscal en Argentina contribuyen a la inflación y al aumento de los costos. El financiamiento del déficit fiscal con emisión monetaria genera una expansión de la oferta monetaria que alimenta la inflación. El gasto público improductivo, como los subsidios indiscriminados y los programas sociales ineficientes, no contribuye al crecimiento económico y agrava el problema fiscal. La falta de disciplina fiscal y la ausencia de una estrategia de mediano plazo para reducir el déficit fiscal perpetúan la inestabilidad económica. La necesidad de reducir el gasto público y aumentar los ingresos fiscales es fundamental para estabilizar la economía y controlar la inflación.

La reducción del gasto público debe ser gradual y selectiva, priorizando las inversiones en infraestructura, educación y salud. La eliminación de los subsidios indiscriminados y la focalización de los programas sociales en los sectores más vulnerables son medidas que podrían reducir el gasto público sin afectar a los más necesitados. El aumento de los ingresos fiscales puede lograrse a través de una reforma tributaria integral que simplifique el sistema, lo haga más equitativo y combata la evasión fiscal. La transparencia en la gestión de los recursos públicos y la rendición de cuentas son fundamentales para garantizar la eficiencia del gasto público y prevenir la corrupción.

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/833012-todo-vuelve-a-empezar