Rusia Recupera Iglesias y Cementerio en Francia: Acor Denuncia Expulsión de Fieles
La reciente decisión del Tribunal de Apelación de Aix-en-Provence, Francia, ha desatado una controversia diplomática y religiosa al otorgar a Rusia la propiedad de la catedral ortodoxa de Niza, el cementerio del Cáucaso y la Iglesia de San Nicolás y Santa Alejandra. Este fallo, que revierte una decisión favorable a la asociación cultural Acor en 2021, pone de manifiesto una compleja historia de adquisiciones, expropiaciones y reclamaciones de propiedad que se remonta al siglo XIX y la era post-soviética. La noticia, resumida en la frase “Nos quedamos sin nada”, pronunciada por el presidente de Acor, Alexis Obolensky, resuena como un golpe para la comunidad ortodoxa local y plantea interrogantes sobre el alcance de las reclamaciones de propiedad estatal en el contexto internacional.
Antecedentes Históricos: La Presencia Rusa en la Riviera Francesa
La historia de la presencia rusa en Niza se inicia en la segunda mitad del siglo XIX, coincidiendo con el auge de la Riviera Francesa como destino turístico de la élite europea. La familia imperial rusa, buscando un refugio invernal y un lugar de descanso, comenzó a adquirir propiedades en la zona. Paralelamente, un creciente número de rusos, atraídos por el clima benigno y el estilo de vida sofisticado, se establecieron en Niza, formando una comunidad próspera y activa. Para atender las necesidades espirituales de esta comunidad, la Iglesia Ortodoxa Rusa construyó edificios religiosos, incluyendo la catedral ortodoxa y la Iglesia de San Nicolás y Santa Alejandra, conocida como la "Iglesia Vieja".
La Revolución de Noviembre de 1917 y la posterior Guerra Civil Rusa provocaron una ola de emigración hacia el extranjero. Muchos rusos, huyendo del régimen bolchevique y la persecución política, buscaron refugio en países como Francia. Niza, con su ya establecida comunidad rusa, se convirtió en un importante centro de acogida para estos emigrantes. El cementerio del Cáucaso, ubicado en una pequeña colina al oeste de la ciudad, se convirtió en el lugar de descanso final de cientos de estos emigrantes, simbolizando la diáspora rusa y la pérdida de una patria.
La Confiscación y Administración por Acor
Tras la Revolución Rusa, las autoridades soviéticas perdieron interés en las propiedades adquiridas por la familia imperial y la Iglesia Ortodoxa Rusa en el extranjero. En la década de 1920, la administración de estos bienes en Niza fue confiada a la asociación cultural Acor, creada específicamente para asegurar la continuidad del culto ortodoxo y preservar el patrimonio cultural ruso. Acor, aunque gestionaba las propiedades, no era una entidad directamente vinculada al Patriarcado de Moscú. Inicialmente, la parroquia ortodoxa rusa de Niza prefirió mantener su afiliación al Patriarcado de Constantinopla, y posteriormente, en 2019, se adhirió al Patriarcado rumano, marcando una divergencia con la jerarquía eclesiástica rusa.
Durante décadas, Acor se encargó del mantenimiento de la catedral, la Iglesia Vieja y el cementerio del Cáucaso, organizando servicios religiosos y preservando el legado cultural ruso en Niza. La asociación se convirtió en un pilar fundamental para la comunidad ortodoxa local, ofreciendo un espacio de culto y un lugar de encuentro para los descendientes de los emigrantes rusos. Sin embargo, la sombra de la reclamación de propiedad por parte del Estado ruso siempre estuvo presente, latente en el horizonte.
La Reclamación Rusa y la Batalla Legal
Con la caída de la Unión Soviética y el resurgimiento de la Federación Rusa, Moscú comenzó a exigir la restitución de los activos que consideraba legítimamente suyos en el extranjero. La catedral ortodoxa de Niza, la Iglesia Vieja y el cementerio del Cáucaso se convirtieron en objeto de esta reclamación. El argumento central de la Federación Rusa se basaba en que la propiedad de la Iglesia Ortodoxa Rusa era, de facto, propiedad del Estado ruso, ya que las adquisiciones y la construcción originales no implicaron una separación de la propiedad estatal. Por lo tanto, argumentaban, la propiedad estatal no estaba sujeta a ningún estatuto de limitaciones.
Acor, por su parte, defendió su derecho de posesión adversa, alegando que la asociación había estado gestionando las propiedades durante décadas, pagando los impuestos correspondientes y realizando inversiones en su mantenimiento. La posesión adversa, según la ley francesa, otorga el derecho de propiedad sobre un inmueble a quien lo ha ocupado de forma continua, pública y pacífica durante un período determinado, generalmente 30 años. La batalla legal se prolongó durante años, con fallos contradictorios en diferentes instancias judiciales. En 2013, Rusia recuperó la catedral ortodoxa, un primer revés para Acor.
El Fallo del Tribunal de Apelación y sus Implicaciones
A pesar de un fallo de primera instancia en 2021 que había favorecido a Acor, el Tribunal de Apelación de Aix-en-Provence revocó esta decisión en 2024, otorgando a Rusia la propiedad del cementerio del Cáucaso y la Iglesia de San Nicolás y Santa Alejandra. El tribunal argumentó que, aunque las instalaciones fueron adquiridas mediante donaciones privadas, eran propiedad de la Iglesia y, por tanto, del Estado ruso. El organismo que confió la administración a Acor en 1920, según el fallo, solo podía haberle transferido la misión de organizar los servicios religiosos, pero no la propiedad del inmueble.
Este fallo ha generado una profunda consternación entre la comunidad ortodoxa local y ha suscitado críticas por parte de observadores internacionales. Alexis Obolensky, presidente de Acor, expresó su desesperación al declarar: “Estamos en shock. Nos quedamos sin nada. No sabemos a dónde ir, cientos de fieles fueron expulsados a la calle”. La decisión del tribunal plantea interrogantes sobre el futuro de la comunidad ortodoxa en Niza y sobre el respeto a los derechos de las asociaciones culturales que han preservado el patrimonio religioso y cultural durante décadas.
La decisión también podría sentar un precedente peligroso para otras reclamaciones de propiedad estatal en el extranjero, abriendo la puerta a la revisión de acuerdos y arreglos legales establecidos durante décadas. El caso de Niza se ha convertido en un símbolo de la tensión entre la soberanía nacional y los derechos de las comunidades religiosas y culturales en un mundo globalizado.
El Contexto Geopolítico y las Tensiones con Rusia
La disputa por la propiedad de los bienes ortodoxos en Niza no puede analizarse aisladamente del contexto geopolítico actual, marcado por las tensiones entre Rusia y Occidente. La anexión de Crimea en 2014, el conflicto en Ucrania y las acusaciones de injerencia rusa en procesos electorales han deteriorado significativamente las relaciones entre Rusia y la Unión Europea. En este clima de desconfianza y hostilidad, la reclamación de propiedad por parte de Rusia puede interpretarse como una forma de afirmar su influencia y proyectar su poder en el extranjero.
Algunos analistas sugieren que el gobierno ruso podría estar utilizando la cuestión de la propiedad de los bienes ortodoxos como una herramienta de presión política, buscando obtener concesiones de Francia en otros ámbitos. La decisión del Tribunal de Apelación de Aix-en-Provence podría ser vista como una señal de la disposición de Francia a ceder ante las demandas rusas, o como una consecuencia de la influencia política y económica de Moscú en el país.
La situación en Niza también refleja una tendencia más amplia a nivel mundial, en la que los Estados buscan recuperar el control de los activos que consideran legítimamente suyos en el extranjero. Esta tendencia, impulsada por el nacionalismo y el proteccionismo, puede generar conflictos y tensiones internacionales, especialmente en aquellos casos en los que los activos en cuestión tienen un valor simbólico o cultural significativo.
Fuente: https://www.huffingtonpost.es//global/rusia-apodera-pedazo-francia-nos-quedamos.html
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