¿Servidores públicos o monarcas modernos? El dilema de la poltrona política
El arte de creerse en la cima de la sociedad: una reflexión sobre la soberbia política

En el ámbito político, es común encontrarse con individuos que, una vez ocupan un cargo, parecen elevarse por encima del común de la gente, adoptando automáticamente la postura de que ellos están contemplando la situación con sus ojos visionarios y resolutivos. Esta actitud es bastante repugnante, ya que quieren demostrar la apariencia de que tienen el poder de resolver todo. Sin embargo, la verdad es que muchas veces no tienen ni cuentan con las facultades para resolver lo que simulan estar escuchando. En todo caso, es la sociedad la que cuenta con los recursos para resolver problemáticas y no "el político". La sociedad dispone de capital económico que paga impuestos, recursos ambientales según su territorio, y lo más importante, el recurso humano: las personas capaces de resolver.

"El liderazgo es el uso inteligente del poder, el poder es la capacidad de traducir intención en realidad y sostenerla"
– Warren Bennis
Este fenómeno, lejos de ser exclusivo de una época o cultura, parece ser una constante en la historia de la humanidad. Lo más curioso es que ellos ni siquiera consideran la razón de reflexionar sobre su actitud. Al ascender a una posición de poder, parecen olvidar sus orígenes y las realidades de aquellos que representan. Se aferran a su poltrona como si fuera un trono ancestral, convencidos de su superioridad sobre el resto de la sociedad y el desdén hacia aquellos que no comparten su color político.
Este artículo no está dirigido a ellos, no busca desmerecer su honorable labor en las Cámaras de Diputados, Casa de Gobierno, Concejo Deliberante o intendencias. Más bien, está dirigido a nosotros mismos, como un recordatorio de que ocupar un cargo político no los eleva por encima de los demás, ni los convierte en descendientes de estirpes monárquicas. Son, en última instancia, simplemente nuestros servidores públicos, elegidos por la mayoría del pueblo para representar nuestros intereses y trabajar por el bien común. Así es, para el bien común, no sólo para su contingente de aplaudidores, siervos y lacayos. ¿Piensas que es duro llamarlos así? Ok, pero ¿a quién podría molestarle este comentario? ¿Al ciudadano libre, al lacayo, al político? ¿En algún lado de la vereda tienes que estar, ¿no? ¿Con cuál te identificas vos?
En fin, la verdadera grandeza no reside en la posición que se ocupa, sino en el servicio desinteresado y la humildad ante la responsabilidad conferida. Esta gente que hoy nos representa se jacta de ayudar con fuerza y vigor a los más necesitados. Me pregunto, ¿hacen un aporte real a la sociedad fuera de la función pública? ¿Lo hacían antes de ejercer su actual puesto? Tal vez me equivoco y muchos son ejemplares maestros, profesores, profesionales, abogados, o médicos que salvan vidas desinteresadamente.
Es hora de empezar a despojarse de la arrogancia y reconocer que todos somos iguales en dignidad y derechos. La verdadera civilización no se mide por la altura de la poltrona que ocupamos, sino por nuestra capacidad para empatizar, escuchar, comprender, las necesidades y aspiraciones de los demás.
Algunos títulos de interés:
- "El Príncipe" por Nicolás Maquiavelo - Este clásico de la literatura política examina cómo los líderes pueden mantener y consolidar el poder, a menudo a expensas de los intereses del pueblo.
- "Rebelión en la granja" por George Orwell - A través de una fábula satírica, Orwell critica el abuso de poder y la corrupción de líderes políticos al retratar animales que establecen su propia granja y pronto caen en los mismos patrones de opresión que condenaban.
- "1984" por George Orwell - En esta novela distópica, Orwell presenta un mundo totalitario donde el gobierno controla todos los aspectos de la vida de las personas, destacando cómo el poder puede corromper y distorsionar la verdad.
- "El Señor de las Moscas" por William Golding - Esta novela presenta la desintegración de la civilización y el surgimiento de la brutalidad cuando un grupo de niños queda varado en una isla desierta, explorando cómo el poder puede llevar a la crueldad y la pérdida de empatía.
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