Sustituir a EEUU en la OTAN costaría 250.000 millones anuales: Borrell advierte sobre la defensa europea.
La reciente declaración de Josep Borrell, presidente del Cidob y ex Alto Representante de la Unión Europea para la Política Exterior, ha sacudido los cimientos de la seguridad europea. Borrell estima que sustituir el papel de Estados Unidos en la OTAN implicaría una inversión anual de 250.000 millones de euros, una cifra que, según él, podría incluso duplicarse debido a la fragmentación de las capacidades militares europeas. Este análisis, presentado en la 40 Reunió Cercle d'Economia, plantea interrogantes cruciales sobre la autonomía estratégica de la Unión Europea, su capacidad para asumir la responsabilidad de su propia defensa y las implicaciones geopolíticas de un posible repliegue estadounidense. El debate no es nuevo, pero la actual coyuntura internacional, marcada por la guerra en Ucrania y la incertidumbre sobre el futuro compromiso de Washington con la seguridad europea, le otorga una urgencia sin precedentes. Este artículo explorará en profundidad las implicaciones financieras, estratégicas y políticas de esta potencial transición, analizando los desafíos y oportunidades que se presentan para Europa.
El Costo Financiero de la Autonomía Estratégica
La cifra de 250.000 millones de euros anuales, mencionada por Borrell, representa un aumento significativo en el gasto en defensa para los países europeos. Actualmente, la mayoría de los estados miembros de la UE no alcanzan el objetivo del 2% del PIB destinado a defensa, un compromiso asumido en la OTAN. Alcanzar este nivel, y superarlo para compensar la pérdida de la contribución estadounidense, requeriría un esfuerzo presupuestario considerable. Borrell matiza que esta cifra inicial solo cubre el reemplazo del despliegue territorial militar de Estados Unidos, pero advierte que la duplicación de la cifra es probable debido a la falta de coordinación y la fragmentación de las industrias de defensa europeas. La falta de estandarización y la proliferación de sistemas de armas incompatibles generan ineficiencias y aumentan los costos. La inversión no solo se limitaría a la adquisición de armamento, sino que también incluiría la modernización de las infraestructuras, el aumento del personal militar y el desarrollo de nuevas capacidades tecnológicas.
La cuestión de cómo financiar este aumento del gasto en defensa es fundamental. Algunos proponen la creación de fondos europeos comunes, mientras que otros abogan por que cada estado miembro asuma la responsabilidad de aumentar su propio presupuesto militar. La primera opción podría generar tensiones entre los países más ricos y los más pobres, mientras que la segunda podría ser políticamente difícil de implementar en aquellos estados con restricciones presupuestarias. Además, es crucial garantizar que la inversión en defensa se realice de manera eficiente y transparente, evitando la corrupción y el despilfarro. La coordinación entre los países europeos es esencial para evitar duplicaciones y maximizar el impacto de la inversión. La creación de una agencia europea de defensa con poderes reales podría ser un paso importante en esta dirección.
La Pérdida de Interoperabilidad y las Implicaciones Estratégicas
Uno de los principales riesgos de un repliegue estadounidense de la OTAN es la pérdida de interoperabilidad entre los ejércitos europeos y estadounidenses. Durante décadas, las fuerzas armadas europeas han operado en estrecha colaboración con las fuerzas estadounidenses, desarrollando procedimientos y sistemas de comunicación comunes. Esta interoperabilidad es crucial para la eficacia de la OTAN y para la capacidad de responder a las amenazas de seguridad. Si Estados Unidos se retira de la OTAN, o reduce significativamente su presencia en Europa, se corre el riesgo de que esta interoperabilidad se pierda, lo que dificultaría la cooperación militar en el futuro. La estandarización de los equipos y la adopción de protocolos comunes serían esenciales para mitigar este riesgo, pero requerirían un esfuerzo coordinado y a largo plazo.
Borrell advierte que el peor escenario posible sería una desintegración de la OTAN, lo que dejaría a Europa vulnerable a la agresión rusa. La guerra en Ucrania ha demostrado la importancia de la alianza atlántica para disuadir a Rusia y defender los intereses de sus miembros. Un debilitamiento de la OTAN podría envalentonar a Rusia y aumentar el riesgo de conflicto. Por ello, es crucial que Europa tome medidas para fortalecer su propia defensa y garantizar que pueda seguir defendiendo sus intereses, incluso en ausencia de Estados Unidos. Esto implica no solo aumentar el gasto en defensa, sino también desarrollar nuevas capacidades militares y fortalecer la cooperación entre los países europeos. La creación de una fuerza de reacción rápida europea, capaz de desplegarse rápidamente en caso de crisis, podría ser un paso importante en esta dirección.
La Fragmentación Europea y la Necesidad de Coordinación
La falta de coordinación entre los países europeos es uno de los principales obstáculos para el desarrollo de una política de defensa común. Cada estado miembro tiene sus propias prioridades y sus propios intereses, lo que dificulta la adopción de decisiones conjuntas. La fragmentación de las industrias de defensa europeas también es un problema, ya que impide la creación de economías de escala y aumenta los costos. Borrell critica la falta de coordinación y la duplicación de capacidades, advirtiendo que si no se invierte de manera coordinada en la UE en defensa, se seguirán repitiendo los mismos errores del pasado. La creación de un mercado único de defensa, que permita a las empresas europeas competir en igualdad de condiciones, podría ser un paso importante para superar este problema.
Borrell también critica al comisario europeo de Defensa por sugerir que los estados miembros deben gastar el 2%, el 3% o un porcentaje específico del PIB en defensa, argumentando que no tiene la autoridad para dictar a los estados miembros cómo deben gastar su dinero. La defensa es una competencia de los estados miembros, no de la Unión Europea, y cada país debe decidir por sí mismo cuánto gastar en defensa y cómo gastarlo. Sin embargo, es importante que los estados miembros se coordinen entre sí para evitar duplicaciones y maximizar el impacto de la inversión. La creación de un marco estratégico común, que defina las prioridades de la defensa europea, podría ser un paso importante en esta dirección.
El Futuro de la OTAN y la Guerra en Ucrania
El futuro de la OTAN está estrechamente ligado al resultado de la guerra en Ucrania. Si Rusia logra sus objetivos en Ucrania, la alianza atlántica se verá debilitada y la seguridad europea se verá amenazada. Por el contrario, si Ucrania logra defender su soberanía y su integridad territorial, la OTAN se fortalecerá y la seguridad europea se verá reforzada. Borrell considera que la guerra en Ucrania determinará los límites de la alianza atlántica y que es crucial que Europa apoye a Ucrania en su lucha contra la agresión rusa. El apoyo a Ucrania no solo es un imperativo moral, sino también un imperativo estratégico.
Borrell defiende la necesidad de mantener una relación equilibrada entre Estados Unidos y Rusia, advirtiendo que un aislamiento completo de Rusia podría ser contraproducente. Es importante mantener abiertos los canales de comunicación con Rusia para evitar malentendidos y reducir el riesgo de escalada. Sin embargo, también es importante mantener una postura firme frente a la agresión rusa y defender los principios del derecho internacional. La diplomacia y la disuasión deben ir de la mano. La UE debe desempeñar un papel más activo en la resolución de conflictos en su vecindad, utilizando todos los instrumentos a su disposición, incluyendo la diplomacia, la ayuda económica y las sanciones.
La Capacidad Europea de Sustituir a Estados Unidos: ¿Una Ilusión?
La pregunta central que plantea Borrell es si Europa será capaz de sustituir a Estados Unidos en el ámbito de la seguridad. Desde el punto de vista financiero, Borrell considera que no debería ser un problema, pero advierte que el verdadero desafío es la transición del dinero al armamento. Un soldado no va a una trinchera con un saco de billetes, sino con armas, y la transición entre el dinero y el arma requiere industria y tiempo. Europa carece de la capacidad industrial necesaria para producir la cantidad de armamento que necesitaría para sustituir a Estados Unidos. La creación de una base industrial de defensa europea sólida y competitiva es esencial para garantizar la autonomía estratégica de la UE.
Además de la capacidad industrial, Europa también carece de la cultura estratégica necesaria para asumir la responsabilidad de su propia defensa. Durante décadas, los países europeos han dependido de Estados Unidos para su seguridad, lo que ha llevado a una falta de inversión en defensa y a una falta de voluntad política para tomar decisiones difíciles. Cambiar esta mentalidad requerirá un esfuerzo a largo plazo y un compromiso político firme. La creación de un pensamiento estratégico europeo común, que defina los intereses y los objetivos de la UE en materia de seguridad, podría ser un paso importante en esta dirección. La autonomía estratégica no significa independencia de Estados Unidos, sino la capacidad de Europa para actuar de manera independiente cuando sea necesario y para defender sus propios intereses.
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