Valientes Ovejeras Rescatan 9000 ovejas de la nieve patagónica
En el corazón de la Patagonia, donde la naturaleza salvaje se entremezcla con el espíritu indomable de la gente rural, Mariángeles Del Río es una mujer joven que encarna la fuerza y la resiliencia de los productores ganaderos argentinos. Administrando un vasto campo de 60.000 hectáreas, demostró su temple y habilidad al salvar heroicamente a 9000 ovejas durante un implacable temporal de nieve.
Los primeros pasos de una joven productora
Mariángeles, de 34 años, heredó la pasión por el campo de su padre, un experimentado ganadero. Bajo su tutela, aprendió las intrincadas artes de la producción ganadera, cultivando un profundo respeto por la tierra y sus animales.
Junto con su madre, Vivian Stigliano, administra Ototel Aike, una estancia ubicada a orillas de la ruta nacional 3, propiedad de su tío, José Del Río. El equipo lo completan tres puesteros y su pareja, Simón Avendaño, quien la apoya en los trabajos de campo cuando su ajetreada agenda se lo permite.
La odisea en medio de la nieve
Cuando una tormenta de nieve azotó la región, Mariángeles se encontraba en Río Gallegos, a 120 kilómetros al norte del campo. La ruta estaba cerrada y las nevadas impedían el paso. Preocupada por la seguridad de sus ovejas, decidió arriesgarse y regresar a la estancia.
"Empecé a nevar antes de que bajáramos el ganado al campo de invierno, y yo estaba desesperada por ir a buscarlo", recuerda Mariángeles. "Así comenzó la odisea".
Liderando el camino hacia la salvación
Determinada a salvar a sus ovejas, Mariángeles se puso al volante de un tractor y comenzó a abrir camino a través de la nieve acumulada. Con una camioneta y sus puesteros a caballo, reunió al ganado y los guió hasta el siguiente punto de descanso, a unos 25 km de distancia.
"El primer día, pudimos dejarlas a todas en un pequeño potrero", dice Mariángeles. "Pero al día siguiente, cuando regresamos, el camino que habíamos abierto estaba cubierto de nieve y tuvimos que volver a abrirlo".
Un equipo unido y un gran esfuerzo
La tarea fue ardua y requirió días de esfuerzo incesante. Mariángeles conducía el tractor desde el amanecer hasta el anochecer, mientras su equipo la seguía de cerca. A pesar del cansancio y las difíciles condiciones, el espíritu de equipo los mantuvo unidos.
"Teníamos mucha suerte, por ahora no se había muerto ninguna", dice Mariángeles. "Ahora están en el campo de invernada, junto al mar".
El legado de un padre y la fortaleza de una mujer
"Mi padre me enseñó cómo manejar el tractor, pero sin mi equipo no hubiéramos podido hacerlo", dice Mariángeles con humildad. "Estoy inmensamente agradecida por las personas que tengo y por aquellos que vinieron a ayudarnos".
La historia de Mariángeles es un testimonio de la resiliencia y el espíritu emprendedor que caracterizan a los productores rurales argentinos. Es una mujer joven que ha demostrado que, incluso ante los mayores desafíos, el amor por la tierra y la pasión por sus animales pueden prevalecer.
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