Marechiare Cierra: El Fin de una Era para la Industria de la Caballa Argentina

La historia de Marechiare, una conservera emblemática de Mar del Plata, es un microcosmos de la crisis industrial argentina. Su cierre, anunciado con resignación por su director, Federico Angeleri, no es un caso aislado, sino el síntoma de una enfermedad profunda que afecta a todo el sector pesquero y, por extensión, a la capacidad productiva del país. Este artículo explora las causas de esta debacle, analizando los factores económicos, laborales y políticos que han conducido al declive de una industria que alguna vez fue un motor de desarrollo para la región y un símbolo de la calidad alimentaria argentina.

Índice

El Fin de una Era: La Agonía de Marechiare

Durante más de medio siglo, Marechiare fue sinónimo de caballa argentina en conserva. Su nombre evocaba la tradición pesquera de Mar del Plata, la calidad de su producto y el trabajo de generaciones de pescadores y operarios. Sin embargo, la empresa se vio arrastrada por una espiral de problemas que la llevaron a tomar la dolorosa decisión de cerrar su planta industrial y reconvertirse en importadora de productos terminados. La noticia resonó en la ciudad como un golpe más a su identidad productiva, sumándose a una larga lista de empresas que han bajado sus persianas en los últimos años.

La situación de Marechiare es representativa de la crisis que atraviesa la industria conservera argentina. De las 35 plantas que operaban en la costa marplatense en los años dorados de la pesca, solo cinco han logrado sobrevivir. El resto ha sucumbido a una combinación letal de factores, entre los que destacan el aumento descontrolado de los costos de producción, la caída del consumo interno y la competencia desleal de las importaciones.

Costos Imposibles de Asumir: La Asfixia de la Producción Nacional

Uno de los principales problemas que enfrentan las conserveras argentinas son los altos costos de producción. Según datos proporcionados por Angeleri, producir una lata de caballa cuesta hoy $1800 más IVA, mientras que se vende a $1400, lo que implica una pérdida asegurada. Esta situación se agrava aún más si se compara con los precios internacionales, donde una lata similar ronda los 0,90 dólares, mientras que en Argentina el costo de producción por unidad alcanza los US$1,60 en origen.

El incremento de los costos se debe a una serie de factores, entre los que se destacan la inflación, los altos impuestos, los convenios laborales desactualizados y la burocracia estatal. La carga impositiva, en particular, es un lastre para la industria, ya que las empresas deben afrontar una gran cantidad de impuestos nacionales, provinciales y municipales. A esto se suma la rigidez de los convenios laborales, que datan de 1977 y no se han adaptado a la nueva realidad industrial, lo que encarece la mano de obra y dificulta la modernización de los procesos productivos.

La Competencia Desleal: La Invasión de las Importaciones

Otro factor clave en el declive de la industria conservera argentina es la competencia desleal de las importaciones. Productos extranjeros, principalmente de Ecuador y Tailandia, inundan las góndolas a precios imposibles de igualar por las empresas locales. Estas importaciones se benefician de ventajas competitivas, como menores costos de producción, beneficios impositivos y acuerdos comerciales favorables.

La falta de políticas de defensa de la industria nacional ha permitido que las importaciones ganen terreno en el mercado interno, desplazando a los productos locales. Las conserveras argentinas han intentado negociar nuevas condiciones laborales, modernizar procesos y readaptar convenios, pero siempre se han encontrado con la negativa de los sindicatos y la falta de apoyo del gobierno.

El Peso de la Rigidez Laboral: Un Sistema Anacrónico

La rigidez laboral es uno de los principales obstáculos para el desarrollo de la industria conservera argentina. Los convenios laborales desactualizados, que datan de 1977, establecen condiciones laborales que no se ajustan a la nueva realidad industrial, lo que encarece la mano de obra y dificulta la modernización de los procesos productivos. Los sindicatos, en lugar de defender el empleo, se han convertido en defensores de un statu quo que perjudica a las empresas y a los trabajadores.

La falta de flexibilidad laboral impide que las empresas puedan adaptarse a los cambios del mercado y competir con las importaciones. La imposibilidad de negociar nuevas condiciones laborales, de reducir los costos laborales y de modernizar los procesos productivos ha condenado a muchas conserveras al cierre.

De Industria a Distribuidor: La Reconversión Inevitable

Ante la imposibilidad de competir con las importaciones y la falta de apoyo del gobierno, Marechiare se ha visto obligada a reconvertirse en importadora de productos terminados. Esta decisión, aunque dolorosa, es inevitable para garantizar la supervivencia de la empresa y mantener el empleo de sus 100 trabajadores. La empresa virará ahora a importar productos listos para vender, con marca terminada, desde Ecuador.

La reconversión de Marechiare es un ejemplo de la pérdida de capacidad productiva que está sufriendo la industria argentina. Una empresa que alguna vez fue un símbolo de la calidad alimentaria nacional se reduce ahora a un depósito y un escritorio de importación. La caballa que se pescaba frente a las costas argentinas será reemplazada por latas extranjeras, lo que implica una pérdida de soberanía alimentaria y un golpe a la economía local.

Un Modelo Roto: La Crisis de la Industria Pesquera Argentina

La historia de Marechiare no es solo la de una empresa que cae, sino la de un modelo que se rompe. La industria pesquera argentina, que alguna vez fue una potencia mundial, está en crisis terminal. El cierre de conserveras como Marechiare es un síntoma de esta crisis, que se debe a una combinación de factores económicos, laborales y políticos.

La falta de políticas de apoyo a la industria, la rigidez laboral, la alta carga impositiva y la competencia desleal de las importaciones han condenado a muchas empresas al cierre. La situación se agrava aún más por la falta de inversión en infraestructura, la escasez de financiamiento y la burocracia estatal.

Mar del Plata: La Pérdida de una Identidad Productiva

El cierre de Marechiare es un golpe más a la identidad productiva de Mar del Plata, una ciudad que alguna vez fue una potencia conservera. Durante años, la industria pesquera fue el motor de desarrollo de la región, generando empleo, riqueza y progreso. Sin embargo, en los últimos años, la ciudad ha perdido gran parte de su capacidad productiva, debido al cierre de empresas y la falta de inversión.

El declive de la industria conservera ha tenido un impacto negativo en la economía local, generando desempleo, pobreza y marginalidad. La ciudad ha perdido su vocación industrial y se ha convertido en un centro turístico, lo que implica una menor generación de valor agregado y una mayor dependencia del sector servicios.

Un Futuro Incierto: La Industria Pesquera al Borde del Abismo

El futuro de la industria pesquera argentina es incierto. Si no se toman medidas urgentes para revertir la situación, muchas más empresas podrían caer, lo que implicaría una pérdida irreparable de capacidad productiva y un golpe a la economía nacional. La industria, según Angeleri, “ya no es negocio”.

Es necesario implementar políticas de apoyo a la industria, flexibilizar la legislación laboral, reducir la carga impositiva y combatir la competencia desleal de las importaciones. También es fundamental invertir en infraestructura, fomentar la innovación y promover la capacitación de los trabajadores. Solo así se podrá recuperar la competitividad de la industria pesquera argentina y garantizar su futuro.

noticiaspuertosantacruz.com.ar - Imagen extraida de: https://pescare.com.ar/reconversion-forzosa-marechiare-baja-sus-persianas-para-dedicarse-a-la-importacion/

Fuente: https://pescare.com.ar/reconversion-forzosa-marechiare-baja-sus-persianas-para-dedicarse-a-la-importacion/

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