Depresión en verano: causas, síntomas y cómo prevenirla
La depresión no es un capricho ni un estado de ánimo, es una enfermedad que afecta a millones de personas en todo el mundo y que puede llegar a tener graves consecuencias en la esfera mental. Se llama trastorno afectivo estacional a un cuadro depresivo que sigue un patrón estacional, es decir, que solo se produce en un momento específico del año. Este término fue acuñado en 1984 por el doctor Norman E Rosenthal, un psiquiatra sudafricano.
En este sentido, es ampliamente conocido que el paciente manifiesta síntomas depresivos en otoño y/o invierno (“winter blues”), cuando las horas de luz se reducen y cuando los días son más cortos. Pero, y aquí está lo verdaderamente importante, esta entidad también se puede dar en verano, debido a una desmedida “presión social” por pasarlo bien.
Se trata de un trastorno infradiagnosticado, debido tanto a su desconocimiento como a la complejidad de sus desencadenantes ambientales. Y es que en algunas personas el estado depresivo se asocia al calor, a la sensación de descanso estival y a los días festivos, ya que se acentúa el sentido de aislamiento, la falta de afecto y la soledad. Se podría decir que las personas que sufren depresión en verano se sienten en la parte débil de la balanza de la comparación social: todos son felices menos yo.
Se calcula que entre el 10 y el 20% de los casos de depresión recurrente tienen un patrón estacional, si bien es cierto que en verano no suele ser tan recidivante como durante los meses de otoño e invierno. En el polinomio de la depresión asociada al verano hay muchas variables, de las cuales el sueño es una de las protagonistas. Hay que tener en cuenta que las elevadas temperaturas pueden propiciar que el sueño sea de peor calidad, un hecho que se añade a que las noches sean más cortas. En definitiva, en verano se reducen las horas disponibles de sueño con calidad.
El calor es otro factor directamente relacionado con la depresión asociada al verano. Se ha observado que a partir de los 36ºC nuestro cerebro funciona más lentamente, reduce su rendimiento y eso se puede traducir en apatía y un empeoramiento de las enfermedades crónicas. A pesar de que una mayor luminosidad se asocia a un efecto protector en los trastornos depresivos hay personas que tienen una respuesta invertida a la luz, se deprimen cuando los días son más largos y luminosos.
Por último, también hay que prestar atención a la falta de rutina. En verano los hábitos, los horarios, las actividades… se pueden volver caóticas, rompiendo la estabilidad emocional y disminuyendo el factor protector relacionado con la tranquilidad. Y es que, de alguna forma, y por paradójico que pueda resultarnos, las vacaciones no siempre son un periodo de calma emocional, organizar via
Fuente: https://www.muyinteresante.es/salud/60969.html
REFLEXIÓN: La depresión estival es una realidad que afecta a muchas personas, y no debe ser subestimada. El calor, la falta de rutina y la presión social pueden desencadenar síntomas depresivos en verano. Es importante cuidar el sueño, mantener una rutina y buscar actividades que nos resulten agradables. Además, es fundamental buscar ayuda profesional si los síntomas persisten. No debemos olvidar que la depresión estival puede tener graves consecuencias, por lo que es importante tomar medidas para prevenirla y tratarla adecuadamente.
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